La hora de la innovación

 

Beneficio tributario para que las empresas efectúen gastos en ciertos proyectos.

 

La hora de la innovación, por Piero Ghezzi

 

Piero Ghezzi Solís
Ministro de la Producción

 

Este gobierno ha destinado S/.1.500 millones en fondos para la innovación y ha aprobado una ley para promoverla consciente de que innovar es imperativo para elevar nuestra productividad, la variable económica más importante para el desarrollo.

En términos simples, la productividad es cuánto produce cada trabajador. Fundamentalmente aumenta por mejoras en infraestructura, educación e innovación.

En estos últimos años, la brecha en infraestructura ha empezado a cerrarse. Y en educación también hemos empezado a mejorar. En innovación estamos rezagados.

El indicador estándar del esfuerzo innovador es el gasto en investigación y desarrollo (I + D). Gastamos solo 0,16% del PBI en I + D, versus 2,4% en promedio de un país de la OCDE.

La mayoría de economistas coincide en que el Estado debe incentivar el I + D por al menos tres razones. Primera, un empresario que invierte en I + D corre el riesgo de que si es exitoso puede ser fácilmente copiado. Y si fracasa pierde lo invertido. A la vez, un empresario que imita no arriesga. Solo necesita copiar a los que innovaron. Así, es más rentable imitar que innovar. Como consecuencia, el país innova muy poco.

Algunos piensan que fortalecer las patentes es la solución a este problema. Sin embargo, incluso en países desarrollados es difícil hacerlas cumplir. Este problema es aún mayor en el Perú.

Pero inclusive con patentes efectivas hay una segunda y más importante razón: el I + D crea efectos positivos para toda la sociedad. El I + D implica combinar y contrastar ideas. El conocimiento generado puede ser luego utilizado en diversos sectores. A más I + D, más investigadores capacitados, más productos nuevos, y más complejos. Por ejemplo, si hubiera más I + D en software en el país, habría una masa crítica de científicos y programadores y se desarrollarían comunidades de lenguajes de programación y tecnologías que se aprovecharían unas de otras.

La tercera razón es que en el país no hay financiamiento para actividades de altísimo riesgo como la innovación. El sistema financiero tradicional no está interesado y aún no existe un mercado de capitales ángeles.

En el Perú estamos incentivando la innovación de dos formas: fondos concursables (tipo FINCyT) y deducciones tributarias. Los fondos se adjudican al sector privado a través de concursos de proyectos de innovación productiva. En el Ministerio de la Producción, bajo la marca Innóvate Perú, se han destinado S/.620 millones en 18 programas de financiamiento a la innovación productiva.

La Ley 30309, norma reciente, trae una mejora sustancial. Permite descontar un 75% adicional por la inversión en I + D. Si invierte S/.100, se puede descontar S/.175. Para acceder al incentivo, se requiere aprobación del Concytec. El reglamento asegurará que los requisitos de información sean sencillos, sin afectar secretos comerciales. El Concytec velará que sean verdaderos proyectos de I + D.

La responsabilidad de innovar corresponde naturalmente al sector privado. Los recursos públicos no sustituyen los recursos privados en I + D. Los complementan. El récord en I + D privado lo tiene Israel, donde coincidentemente el gasto público en este rubro es también de los más altos a escala mundial.

Para la diversificación productiva es fundamental la innovación. Los estudios internacionales indican que la rentabilidad social del I + D en el Perú es altísima. Se generará más ideas, que producirán más exportaciones, empleo e impuestos: los incentivos se pagarán por sí solos.

Con esta ley, el Estado mismo acaba de innovar. La medida más reciente constituye el mensaje más potente de que la hora de la innovación efectivamente llegó.

 

Publicado en El Comercio el 24 de marzo del 2015