LA LEY DE MOORE

 

LA PREDICCIÓN QUE HACE 50 AÑOS HIZO EL CONFUNDADOR DE INTEL SOBRE LOS CHIPS DE LAS COMPUTADORAS TODAVÍA MANTIENE SU VIGENCIA.

 

 

Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez
TheEconomistNewspaperLtd,London,2015

 

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Las noticias sobre la expiración de la ley de Moore siempre han sido exageradas. Se comenzó a declararla muerta no mucho después de que el confundador de la fabricante de chips para computadoras Intel, Gordon Moore, publicó un artículo en el que argumentaba que el número de circuitos integrados que pueden adosarse a una superficie de silicio se duplicaría todos los años. Eso ocurrió en abril de 1965.

Posteriormente, publicó otro artículo que corregía su predicción a cada dos años, y ese pronóstico se convirtió en su "ley". El crecimiento exponencial que experimentó la capacidad de almacenar chips no se detuvo, con lo que se dio inicio a la revolución digital y se demostró que los escépticos estaban equivocados. Sin embargo, ahora hay señales de que, luego de medio siglo, la ley está perdiendo vitalidad. No se trata de que los límites físicos estén interfiriendo, pues hoy se producen circuitos integrados que apenas miden 14 nanómetros de ancho (nanómetro es la billonésima parte del metro).

Intel ha declarado que puede mantener la ley de Moore por al menos otros diez años, mediante la reducción del ancho de sus chips a hasta 5 nanómetros, que es el grosor de las menbranas de las células. Además de seguir encogiéndolos, también ha comenzado a apilar los componentes, lo que equivale a construir chips de tres dimensiones.

Si la ley ha comenzado a flaquear, se debe principalmente a la teoría económica. Además de la reducción del tamaño de los circuitos integrados, Moore predijo que su precio también habría de disminuir. Hace algunos años, cuando los chips de 28 nanómetros eran los más avanzado, sus fabricantes descubrieron que los costos de diseño y manufactura comenzaban a aumentar fuertemente.

Hoy, la inversión en una planta de semiconductores llega a US$ 6,000 millones. En otras palabras, dichos componentes se podrán seguir achicando, pero serán más caros. Es indudable que los fabricantes de smartphones y otros aparatos móviles estarán muy interesados en que las empresas de chips continúen empaquetando más tecnología computacional y capacidad de almacenamiento en tajadas diminutas de silicio, y hasta estarían preparados para aceptar que sus costos se eleven.

Pero la compacidad es menos relevante para otro rubro del negocio de la tecnología de la información que está creciendo rápidamente: la computación en la nube. En los cavernosos centros de datos de los proveedores de esos servicios, el espacio no es una prioridad como sí lo es dentro de los iPhones. Lo que a los proveedores de la nube les importa cada vez más es la eficiencia energeticá, es decir, cuánta electricidad consumen sus servidores y cómo pueden mantenerlos lo suficientenmente fríos para asegurase de que sus chips no terminen sancochándose.

Afortunadamente, uno de los colorarios de la ley Moore dice que la eficiencia en el consumo de electricidad de sus conductores seguirá la misma tendencia exponencial, duplicándose cada dos años. Y tal como la propia ley, ese incremento todavía no ha caducado.

 

 

Publicado en Gestión el 21 de abril del 2015