EL PAPEL DE LA ED-TECH

La tecnología puede ayudar a abordar el problema de la enseñanza de baja calidad.

EDICIÓN IMPRESA

Los libros pronto serán obsoletos en los colegios", anunció el inventor Thomas Edison en 1913: consideraba que serían reemplazados por las películas mudas.

Cada oleada de tecnología de la información -radio, televisión, computadoras- ha generado predicciones similares, y cada vez, las anticuadas tecnologías de libros, aulas y profesor han demostrado ser asombrosamente resilientes.

Al igual que los profesores, la tecnología educativa (ed-tech) viene de muchas formas, desde las excelentes hasta la espantosas. Pero si es utilizada adecuadamente, merece más protagonismo en los colegios, especialmente en países pobres donde los docentes están a menudo escasamente capacitados, se ausentan de clases o ambas cosas.

Profes holgazanes

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU (fijados en el 2000) incluyeron la aspiración de que para el 2015, todos los niños del mundo tendrían educación primaria. Esta meta ha sido cumplida en gran parte: nueve de cada diez niños están hoy matriculados en dicho nivel de instrucción. Lamentablemente, la cifra no es tan impresionante como suena, pues aunque la mayoría va al colegio, una enorme cantidad no aprende casi nada.

Según un reciente estudio del Banco Mundial en siete países de África subsahariana, la mitad de niños de nueve años no puede leer una palabra y el 75% no puede leer una oración. El motivo es una enseñanza de baja calidad.

El mismo estudio halló que solo el 7% de profesores tiene los conocimientos mínimos necesarios para enseñar a leer y escribir con eficacia. Cuando se inspeccionó las aulas para verificar la presencia docente, la mitad de las veces la respuesta fue no.

Pagarles más, con la esperanza de reclutar mejores profesores, no es la respuesta. En países pobres, los docentes ganan bien con respecto a los estándares locales. En India, su sueldo anual equivale a cuatro veces el PBI per cápita de ese país, y a cinco veces de sus respectivos PBI per cápita en Kenia y Nigeria -en los países de la OCDE, los suelos del magisterio se ubican entre 75% y 150% del PBI per cápita-.

Tampoco parece mucha diferencia el aumento o la reducción de las remuneraciones: ni un drástico recorte en Pakistán a fines de los 90%, ni un fuerte incremento en Indonesia luego del 2005, tuvieron impacto en los indicadores de aprendizaje escolar.

En cuanto al ausentismo, ¿si hay profesores bien pagados que no se presentan a clases, los gobiernos deberían despedirlos? Es más fácil decirlo que hacerlo. Los gobiernos de países pobres carecen de los recursos financieros para verificar la sistencia docente en puebloss alejados. Y en mucho países, los sindicatos son poderosos y las autoridades le temen, de modo que los empleos están a salvo.

Varios estudios recientes proponen que la ed-tech puede ayudar. Al parecer, propicia más mejoras en países pobres que en ricos. En un estudio sobre un conjunto de invenciones en países pobres -que incluyó aulas con pocos alumnos, suplementos nutricionales, desparasitación e incentivos para profesores y estudiantes-, la tecnología arrojó los mejores resultados.

Por ende, algo de los escasos recursos que se destinan a los docentes podría gastarse mejor en ed-tech. Eso significa instalar computadoras en los colegios con la esperanza de que los niños lleguen a comprender cómo usarlas, una necedad en la que se ha desperdiciado mucho dinero.

Lo que significa es proveer a los colegios de software que los niños puedan usar con la ayuda mínima de un adulto, que se ajuste a la capacidad de cada alumno, brinde a los profesores indicaciones sobre lo que deberian enseñar y permita a las autoridades verificar si el docente está en el aula.

Quizás los escépticos se pregunten si los lugares más pobres poseen la infraestructura necesaria. Pues bien, África se está electrificando rápidamente -en Kenia, la cobertura ha subido de 27% a 55% de los hogares en tres años-. Donde no hay electricidad, se puede optar por baterías solares. Además, los colegios no necesitan tener conexión a Internet, pues se puede llevar los dispositivos electrónicos adonde sí hay acceso para cargar o descargar la información educativa necesaria.

El costo tampoco tiene que ser un gran problema. Tusome ("Vamos a leer" en suajili), uno de los esquemas más exitosos, cuesta alrededor de US$4 por alumno el año en Kenia, donde ha sido implementado en todos los colegios públicos de primaria. El asunto más crucial es el compromiso gubernamental: donde hay entusiasmo, las chances de éxito son buenas.

Pero la tecnología no es la panacea. Los buenos profesores no son absoletos y es probable que nunca lo sean, las autoridades tienen que supervisar el desempeño de los docentes. Pero la ed-tech puede ser de gran ayuda -para monitorear a profesores y sus pupilos, dar apoyo a los mejores y, más importante, contrapesar los defectos de los peores.

Publicado en Gestión, 20 de Noviembre del 2018