Sí al cambio en transporte, pero con responsabilidad y justicia

 

José Luis Díaz León

Grupo Lima Bus

 

Desde hace 30 años los alcaldes prometen que van a cambiar el caos en el transporte, pero muy poco avanzan porque nunca trabajan con planes de mediano a largo plazo y porque jamás continúan los proyectos. Así, continúa el caos, las muertes, la ineficiencia del servicio y la corrupción en el sistema. Además, no hay institucionalidad ni cuadros técnicos, pues las universidades no preparan profesionales para este campo, no hay suficientes conductores especializados y el 90% de la actividad, que mueve US$ 1,200 millones al año, es informal.

Es necesaria una verdadera reforma, que cree las condiciones e incentivos para formalizar el sector, en una relación gana-gana con el Estado.

En este contexto, el Metropolitano se gestó como un proyecto de alta inversión y una justa rentabilidad a mediano plazo. Sin embargo, la improvisación, el cálculo político, el desinterés y el incumplimiento del contrato por parte de la Municipalidad de Lima impiden lograr los ingresos proyectados, afectándose los costos de operación.

Por eso creemos improvisado el anuncio de licitar corredores y ordenar el transporte. Es otro experimento de quienes no arriesgan nada.

Promovamos una ley de formalización y desarrollo, que considere aspectos tributarios, jurídicos, financieros y laborales, que incentive las inversiones y garantice su sostenibilidad, y que no dependa de las decisiones políticas de quienes miran el corto plazo. Así se hizo con los sectores que hoy crecen.

En muchos países el transporte público es subsidiado por el Estado. Aquí solo se hace con el Tren Eléctrico, mientras que los operadores de buses y sus inversiones quedan a su suerte frente a la informalidad. A eso no se le puede llamar seguridad jurídica.

En los últimos 20 años se han invertido más de US$ 500 millones en buses y US$ 180 millones en el Cosac, pero todo se pierde en el tiempo. Un ejemplo es la flota Euro 5 a GNV que no trabaja en el Metropolitano.

Son legítimas, entonces, nuestras dudas sobre nuevos proyectos, que como el Cosac 1 no tienen equilibrio financiero. Ahora, si la autoridad garantiza, como lo hace con el tren, podemos asumir riesgos de inversión.

 

Publicado en Gestión el 13 de agosto del 2012