El trabajo a tiempo parcial puede aumentar el ego masculino

 

Los padres de familia son más propensos que las madres a tener un empleo remunerado de tiempo completo y ser el único o principal sustento en el hogar, exponen analistas.

 

Adam Jones

 

Muchos padres palidecen ante la perspectiva de trabajar a tiempo parcial. Temen que la reducción a cuatro o tres días a la semana supondría una disminución equivalente de su identidad, la cual a menudo se basa –y en grado poco saludable– en su trabajo.

Esto explica en parte por qué las empleadas femeninas –sin duda las de Gran Bretaña– son más propensas a solicitar trabajos con más flexibilidad que sus homólogos masculinos. Una encuesta en el Reino Unido encontró que 28 por ciento de ellas pidió cambiar sus pautas de trabajo durante los últimos dos años, versus el 17 por ciento para los hombres.

“Sigue siendo el caso que los padres son más propensos que las madres a tener un empleo remunerado a tiempo completo, y ser el único o principal sustento”, dice Kathy Jones, presidenta ejecutiva conjunta del Instituto de Paternidad, un centro británico de estudios independientes.

No ayuda que los argumentos para el trabajo a tiempo parcial de los hombres a veces suenen como un llamado a la abnegación en lugar de una acción que beneficie sus propios intereses. Es poco probable que los hombres más competitivos, por ejemplo, se dejen convencer de trabajar menos por el bien de la carrera de su pareja, a pesar de que los acercaría más a sus hijos y ayudaría también a formar una sociedad más justa. Pero hay maneras de tranquilizar a los papás reacios de que su propio sentido de identidad puede sobrevivir una reducción en la jornada laboral.

Después de tres años y medio de tomar los lunes libres para cuidar a mi hijo, hace poco volví al trabajo tiempo completo. Durante ese periodo, me sorprendió hasta dónde el trabajo a tiempo parcial puede en realidad aumentar el ego masculino, a la vez que ofrece el beneficio más predecible de una vida más rica fuera de la oficina.

Más importante aún, todavía hay una potente ventaja de ser los primeros en dar el salto ahora. El hombre que cuida a un niño pequeño en público en un día laboral sigue siendo una novedad (fuera de Escandinavia, por lo menos). En general, es una bendición. La gente está muy dispuesta a darle el beneficio de la duda. Durante mis lunes recibía frecuentes sonrisas indulgentes y felicitaciones al azar por las más mundanas tareas de crianza, como leerle a mi hijo en el metro. No he visto a madres igualmente dedicadas recibir semejantes felicitaciones.

Las alabanzas continúan en las fiestas, donde otros invitados tendrán problemas en encasillarte, y podrían considerar que eres, ojalá, una persona más interesante. Hasta podrías aparecer en los periódicos. Cuando un periódico del Reino Unido publicó la “Lista de los más poderosos a tiempo parcial” del año pasado, perfiló a tres de los seis hombres en la lista. Ninguna de las 46 mujeres que figuraron en la lista recibió el mismo tratamiento –y sólo llegaron a servir de mero lastre en el ranking.

Dicho esto, algunos papás en ese plan se sienten incómodos por ser una curiosidad. Una queja común es la de sentirse rechazados por pandillas de mamás hostiles en los parques y las guarderías. Pero esto también puede ser tomado como un signo alentador de que el trabajo a tiempo parcial no ha castrado al macho rechazado. Es sin duda halagador ver cómo la reacción defensiva maternal es la tradicional respuesta al ver al zorro merodeando el gallinero.

La novedad no durará para siempre, por supuesto. Más y más papás cuidan a sus niños. Pero incluso después de que se convierte en algo común para ellos trabajar a tiempo parcial, habrá una satisfacción intrínseca –un sentido de flujo– en la crianza en solitario un día a la semana que atraerá al sentido de ingeniero que yace dentro de un hombre. Hay una cierta satisfacción en mantenerse siempre un paso adelante y ofrecer con precisión los ingredientes necesarios –estímulos, leche caliente, sueño, etc.– en el momento adecuado. Los mejores paseos que tuve con mi hijo se sentían como una línea de producción eficiente y llena de sonrisas.

En general, fue mi experiencia de ampliar y solidificar mis lazos con mi hijo que le ayudó a mi esposa a atacar un nuevo y exigente trabajo a tiempo completo. Pero el sentido de paranoia todavía puede activarse a veces, susurrándote en el oído que tus jefes y colegas deben estar constantemente comentando que ya no tienes utilidad alguna.

Estos temores pueden estar bien fundados. Pero es importante recordar que nuestros cerebros son propensos a pensar que los demás piensan en nosotros mucho más de lo que sucede en la realidad (una teoría probada por un experimento con estudiantes a quienes se les forzó a usar camisetas con Barry Manilow). Algunos colegas de alto nivel ni siquiera se darían cuenta que trabajas a tiempo parcial.

Si un padre puede capear la infrecuente crisis de inseguridad, es un pequeño paso para disfrutar de todos los placeres que le ofrece el pasar más tiempo cuidando a su retoño, como amistosos almuerzos en el parque o la playa, visitas a museos en las horas muertas, la luz del sol, el aire fresco, puntos con mamá, y darse cuenta que estos días son algunos de los mejores de tu vida.

 

Publicado en El Financiero