La incompetencia como estrategia

 

Autor: Paul Krugman

Premio Nobel de Economía 2008, es profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton.

 

El Gobierno Federal de Estados Unidos está cerrado y una crisis de deuda está al acecho, advierte el Premio Nobel, y agrega que la incompetencia puede ser un asunto terrible.

El gobierno federal de Estados Unidos está paralizado y a punto de su deuda -lo que traería consecuencias económicas desastrosas-, y no hay ninguna solución a la vista. ¿Cómo fue que esto sucedió?

La mayor respuesta, que solo podría ser negada por el periodismo más patológicamente "equilibrado", es la radicalización del Partido Republicano. Tal como Thomas Mann y Norman Ornstein señalaron el año pasado en su libro "It's Even Worse Than It Looks" ("Es much peor de lo que parece"), ese partido se ha convertido en "una anomalía insurgente, ideológicamente extrema, que desprecia la herencia de la política social y económica, desdeña los compromisos, no le convence el entendimiento convencional de la realidad, la evidencia y la ciencia, y es displicente con la legitimidad de su oposición política".

Sin embargo, existe otra pieza más importante en este asunto. Si bien los líderes conservadores son ideológicamente extremistas, también son profundamente incompetentes. Lo son tanto que el efecto Dunning-Kruger es amo y señor: los verdaderamente incompetentes no pueden siquiera reconocer su propia incompetencia.

Para comprender lo que estoy diciendo, consideremos el informe de The New York Times publicado este domingo sobre los orígenes de la crisis actual. Resulta que a inicios del año, los sospechosos de siempre -los hermanos Koch, el brazo político de la Heritage Foundation y otros- tramaron una estrategia a raíz de la derrota en las elecciones de noviembre del 2012.

¿Hablaron sobre repensar las ideas que los votantes rechazaron ampliamente? No, hablaron sobre extorsión, insistiendo en que la amenaza de un cierre del gobierno induciría al presidente Barack Obama a abandonar la reforma de salud.

Era una locura porque dicha reforma es el logro emblemático de Obama en política interna. Uno tendría que estar completamente despistado para creer que el mandatario pueda ser intimidado para renunciar a su legado por un partido derrotado e impopular -cuando lo que hizo fue responder y hacer de la resistencia al chantaje un asunto de principios-. Pero los extorsionistas no pensaron en la posibilidad de que su estrategia se volviese en su contra.

Incluso más notoria fue la respuesta de los líderes republicanos de la Cámara de Representantes, que no les dijeron a los activistas que estaban siendo engañados. Todo lo que hicieron fue instarles a que los intentos de extorsión se hicieran sobre el techo de la deuda y no sobre el cierre del gobierno.

Y tan recientemente como la semana pasada, el líder de la mayoría, Eric Cantor, estaba asegurando a sus colegas que el presidente iba a ceder al chantaje. No obstante, por lo que se puede ver, los líderes republicanos están comenzando a sospechar que Obama realmente se mantiene firme en lo que ha estado diciendo todo este tiempo.

Mucha gente está perpleja por la transformacion del Partido Republicano en el equivalente político de los Keystone Kops (los torpes policías de las comedias muc}das de los años veinte) -¿"Los incompetentes de Boehner"?-. Los viejos les han vivido en estado de negación a la radicalización del partido, parecen especialmente sorprendido. Pero todo esto era predecible.

Por años, ha sido obvio que el Partido Republicano moderno ya no es capaz de pensar seriamente sobre cómo hacer política. Ya sea cambio climático o inflación, sus partidarios creen lo que quieren creer y cualquier evidencia en contra es descartada pues la consideran un embuste, producto de las innumerables conspiraciones liberales.

Durante un tiempo, el partido fue capaz, de compartimentar, de mantenerse coherente y realista sobre la política, pese a que rechazaba la objetividad en todo lo demás. Pero esto era insostenible y, tarde o temprano, esa actitud de oír solo lo que quieren oír y atacar a quienes traían noticias incómodad iba a infectar su estrategia política.

Recordemos lo que ocurrió en la elecciones del 2012, no el hecho de que Mitt Romney perdió, sino de que todos los expertos políticos que le rodeaban aparentemente no tenían idea de que era probable que perdería. Las encuestas apuntaban a una victoria de Obama, pero los analistas republicanos denunciaron que los sondeos estaban "sesgados" y atacaron a los medios que los difundían por supuesta inclinación liberal.

Estos días, Karl Rove está rogando a los republicanos de la Cámara de Representantes que sean razonables y acepten los resultados de los comicios del 2012. Pero en la noche de las elecciones intentó intimidar a Fox News para que se retracte tras anunciar los resultados de Ohio, que estaban correctos -y que dieron la victoria a Obama-.

Desafortunadamente para todos nosotros, ni siquiera el shock de una derrota electoral fue suficiente para hacer estallar la burbuja Republicana, ya que todavía es un partido dominado por la ilusión e impermeable a las verdades incómodas. Como resultado, sus líderes se han arrinconado ellos mismos.

Todos los que están fuera de la burbuja comprenden que Obama no puede y no negociará bajo la amenaza de que la Cámara de Representantes hará explotar la economía si no lo hace -cualquier concesión legitimará la extorsión como una parte rutinaria de la política-.

Los líderes republicanos están comenzando a darse cuenta y hasta ahora no tienen idea de cómo retroceder. Entretanto, el gobierno está cerrado y una crisis de deuda está al acecho. La incompetencia puede ser un asunto terrible.


Publicado en: Diario Gestión (09 de Octubre del 2013)