Paracas: vientos de vida en el litoral sur

Paracas: vientos de vida en el litoral sur

 

La peculiar geografía de este destino lo convierte en un paraíso de vida silvestre, cultura y belleza para todos los gustos y sabores.

El mar es frío y de color turquesa, y se convierte en un azul intenso, según la posición del sol; y la península en que se encuentra es la más grande y bella de la costa del Perú. La particular geografía de Paracas se debe a la cordillera de la costa que forma, a su vez, uno de sus principales atractivos de esta región: las Islas Ballestas.

En estas islas vive la mayor colonia de lobos del país y están formadas por tres islotes menores, donde se mantienen estructuras de hierro y madera que son un reflejo de lo que quedó de la época del guano. En ellas también se observan nutrias o gatos marinos, un indicativo del buen estado de salud del mar, así como delfines y ballenas que se desplazan en sus rutas migratorias de sur a norte, y varios cientos de especies de aves.

La península y las islas forman parte de dos áreas protegidas: la Reserva Nacional Paracas y la Reserva Nacional Sistema de Islas, Islotes y Puntas Guaneras. La primera va desde esa península hasta la Bahía de la Independencia, y la segunda Reserva incluye varios accidentes geográficos ubicados entre Piura y Moquegua, el gran tesoro marino del Perú.

PLAYAS DEL SUR
Paracas es uno de los principales destinos para el turismo interno. Además de la observación de la naturaleza más generosa de la costa, también llegan los que quieren sobrevolar las Líneas de Nasca o los que buscan aventura, placer o descanso. Su forma y ubicación hacen de él un mar manso ideal para las motos acuáticas, los kite y los paddle surf, veleros optimist, tablas de windsurf y kayakistas que se desplazan suavemente por sus aguas. Y en las dunas del desierto también corren areneros, camionetas 4×4, tablas de sandboard y bicicletas de montaña.

En El Chaco, el centro urbano de Paracas, se encuentra la mayoría de restaurantes, servicios y operadores turísticos. Desde su puerto salen las embarcaciones que recorren la bahía y llegan a las Ballestas; el viaje dura unas 4 horas y se pasa junto al geoglifo de El Candelabro.

El acceso a las playas es desde la garita de control. Hacia el sur se encuentran las salinas de Otuma y Mendieta, La Tunga y Carhuas, ideales para el campamento, y hacia el norte, tras pasar Lagunillas y sus restaurantes, La Mina, Atenas o Punta Arquillo. Esta punta es un mirador de aves, sobre todo en invierno; y de lobos marinos, que durante su época de reproducción en verano son vigilados por cóndores que van a consumir las placentas. Junto a la garita de entrada a la reserva se ubica el centro de interpretación y el museo Julio C. Tello, donde se exhibe parte de los restos arqueológicos encontrados en la reserva.

Todo eso: mar, belleza, desierto y cultura ha permitido que Paracas sea área protegida por el Estado Peruano y Patrimonio de la Humanidad para la Unesco.

 

Publicado en Diario El Comercio (02 de Diciembre de 2013)