Salud, empleos, mentiras

 

Autor: Paul Krugman

Premio Nobel de Economía 2008, es profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton.

 

Mucho del debate público sobre la reforma de la salud continúa empañado por el pésimo inicio de obamacare y se da por hecho que el programa sigue siendo un desastre.

El miércoles pasado, Douglas Elmendorf, director de la Oficina del Presupuesto del Congreso estadounidense -integrada por técnicos independientes-, dijo lo que es obvio: perder el empleo y decidir trabajar menos no son lo mismo. Si alguien pierde su empleo, sufrirá serias penurias personales y financieras. Pero si alguien elige trabajar menos y dedicarle más tiempo a su familia, "no sentimos lástima sino que le felicitamos".

Y ahora ya sabemos todo lo que necesitamos saber sobre la más reciente falsedad de la siempre mendaz campaña en contra de la reforma de la salud.

Resumamos. El martes de la semana pasada, la citada oficina publicó un informe sobre las perspectivas fiscales y económicas que incluía dos apéndices dedicados a los efectos de la Ley de Acceso al Cuidado de la Salud ("Obamacare").

El primer apéndice apenas atrajo la atención de los medios de comunicación, pese a que era una verdadera bomba. Mucho del debate público sobre la reforma de la salud continúa acompañado por el pésimo inicio de Obamacare y se da por hecho que el programa sigue siendo un desastre. Algunos hemos destacado que últimamente las cosas van mucho mejor -pero ahora esa situación es más o menos oficial-.

La Oficina del Presupuesto prevé que las inscripciones al programa durante su primer año se situarán ligeramente por debajo de lo esperado y que el número de estadounidenses asegurados, cuando antes no lo estaban, se acercaran al que se predijo la primavera (boreal) pasada.

Pero esta buena noticia pasó desapercibida puesto que se prestó más atención a las falsas affirmaciones sobre el significado del segundo apéndice del informe, dedicado a la oferta laboral.

Siempre ha sido claro que la reforma de la salud inducirá a algunos estadounidenses a trabajar menos. Por ejemplo, se jubilarán con anticipación porque ya no tendrán que seguir trabajando para conservar su seguro médico. Otros trabajarán menos horas para pasar más tiempo con sus hijos, porque el seguro ya no estará supeditado a tener un empleo a tiempo completo. Más sutilmente, el aliciente para trabajar se reducirá un poco debido a que los subsidios para el seguro médico disminuyen a medida que los ingresos aumentan.

La Oficina del Presupuesto ha corregido al alza sus estimaciones de estos efectos y sostiene que la reforma de la salud reducirá el número de hora trabajadas en la economía entre 1.5% y 2% y, en un comentario que no ayuda mucho, anota que esto "supone una disminución equivalente a alrededor de dos millones de trabajadores a tiempo completo".

¿Y por qué no ayuda mucho? Porque los políticos y, siento decirlo, también muchas organizaciones noticiosas, se han aferrado inmediatamente a la cifra de dos millones y han tergiversado por completo su significado. Por ejemplo, el congresista Eric Cantor, presidente de la Cámara de Representantes del Congreso, se apresuró a publicar esto en su cuenta de Twitter: "Con Obamacare, millones de estadounidenses trabajadores perderán sus empleos y los que sigan trabajando verán reducirse sus jornadas laborales y sus remuneraciones".

Ni una sola palabra de esta afirmación es verdad. El informe no dice que la gente se vaya a quedar sin trabajo, sino que afirma categóricamente que la disminución prevista en el número de horas trabajadas se deberá "casi enteramente a que los trabajadores optarán por trabajar menos". Y como ya hemos visto, Elmendorf hizo lo que pudo para explicar que las disminuciones voluntarias en las horas trabajadas no se parecen en nada a la pérdida de empleo involuntaria.

Ah, y debido a que se reducirá la oferta laboral, los sueldos se elevarán. Hay que agregar que la Oficina del Presupuesto cree que la reforma de la salud reducirá el desempleo durante los próximos años.

Para ser claros, la caída a largo plazo del número de horas trabajadas que se prevé no es del todo buena. Los trabajores que decidan pasar más tiempo con sus familias saldrán ganando, pero también impondrán una cierta carga al resto de la sociedad; por ejemplo, pagando menos impuestos sobre la planilla y la renta. De modo que Obamacare tiene ciertos costos que se suman a los de los subsidios del seguro médico. No obstante, si hacemos los cálculos, el resultado indica que estamos hablando de costos bastante bajos, no de los "efectos devastadores" que pronosticaba Cantor en uno de sus tuits.

¿Estaba Cantor siendo deshonesto?, ¿o simplemente ignoraba los fundamentos de la reforma y no estaba dispuesto a leer el informe antes de proclamar su versión tergiversada de lo que decía? Da lo mismo -porque aunque fueses ignorada, era una ignorancia intencionada-. Recordemos que, en todo momento, la campaña contra la reforma de la salud ha aprovechado la reforma cada argumento que ha podido encontrar en contra de asegurar a quienes no tienen seguro, sin jamás tener en cuenta la verdad y la lógica.

Pensemos en ello. Tuvimos los inexistentes "paneles de la muerte", las falsas afirmaciones de que la Ley de Acceso al Cuidado de la Salud dispararía el déficit fiscal, las supuestas historias de terror sobre los estadounidenses que tendrían que afrontar enormes aumentos de las tasas de interés. Todos estos cuentos se venían abajo apenas eran analizados. Y ahora tenemos un cálculo técnico bastante como un masivo perjuicio económico.

Entretanto, la realidad es que la reforma de la salud, aunque con defectos e incompleta, avanza sostenidamente. No no habrá millones de estadounidenses perdiendo sus empleos, sino decenas de millones que tendrán la certeza de que pueden obtener y pagar por el cuidado de salud que necesitan.

Publicado en: Diario Gestión (12 de Febrero del 2014)