Cómo ampliar el acceso de los pobres al financiamiento

Autores: Jin-Yong Cai y Ajay Banga

Vicepresidente ejecutivo y director ejecutivo de la Corporación Financiera Internacional, organismo que integra el Grupo del Banco Mundial.

Ajay Banga es presidente y derector ejecutivo de MasterCard.

 

ESTAMOS CONVENCIDOS DE QUE LA INCLUSIÓN FINANCIERA ES UNA DE LAS PALANCAS CON EL MAYOR POTENCIAL PARA LOGRAR AVANCES ECONÓMICOS Y SOCIALES EN EL SIGLO XXI.

Casi 2,500 millones de personas -la mitad de la población adulta del planeta- carecen de una de las comodidades más básicas de la vida moderna: una cuenta bancaria. Forman parte del grupo de habitantes más pobres, luchando por obtener el dinero necesario para alimentar a sus familias o poner en marcha un negocio y crear empleos.

Su exclusión del sistema financiero moderno constituye un grave obstáculo en la lucha mundial para poner fin a la pobreza extrema e impulsar la prosperidad compartida. Por eso, el presidente del Grupo del Banco Mundial, Jim Yong Kim, ha insistido en la necesidad de alcanzar el acceso universal al financiamiento en el año 2020, un recordatorio urgente de que es posible superar este desafío en la presente generación. Los gobiernos tienen un papel fundamental, pero no pueden lograrlo solos. Será necesario un esfuerzo concentrado del sector privado, que actualemnte aporta menos de un tercio del gasto mundial en inclusión financiera.

Recientemente, el Foro Económico Mundial nos encomendó dirigir una importante iniciativa sobre inclusión financiera, en la que participan algunas de las principales instituciones financieras a nivel mundial, así como un grupo diverso de empresas y organizaciones con actividades de vanguardia en esta esfera, y designó a McKinsey & Company como nuestro asesor estratétigico. En enero, nos reunimos con nuestros asociados en la reunión anual del Foro, en Davos (Suiza), para coordinar acciones. Nuestros esfuerzos están centrados en activar el ingenio del sector privado para lograr que las familias y las empresas que están fuera del sistema financiero obtengan acceso a toda la gama de servicios financieros.

Nuestra ambición debe ser congruente con la escala del desafío. Los sistemas de pagos electrónicos son una parte importante de la solución. Sin ellos, las personas no pueden pagar sus facturas por teléfono o por Internet y les resulta más difícil ahorrar para los malos tiempos o protegerse contra los imprevistos. Comodidades modernas, como las cuentas de dinero electrónico, las tarjetas prepagas o de débito y las cuentas de bajo costo pueden ser muy útiles para aumentar el acceso a servicios financieros, reducir la pobreza y empoderar a los pobres. Por ejemplo, las personas que reciben ayuda del Gobierno pueden utilizar tarjetas de pago recargables para comprar artículos de primera necesidad, retirar efectivo en cajeros automáticos o realizar una variedad de transacciones financieras.

Asimismo, los pagos electrónicos posibilitan aumentar la eficiencia de las empresas. A diferencia del dinero en efectivo, proporcionan a los integrantes de la cadena de suministro datos esenciales acerca de los productos que se venden o las existencias en inventario. Estos datos también son útiles para elaborar modelos de riesgo que permiten a las entidades financieras otorgar préstamos sólidos a personas con poco o ningún historial crediticio.

En los mercados emergentes, los distribuidores emplean hasta dos horas al día tan solo para manejar y procesar el dinero en efectivo. El uso de pagos digitales permitiría ahorrar tiempo valioso y dinero. Con innovaciones como esa en mente, estamos analizando medidas para intensificar la inclusión financiera mediante iniciativas en países donde tendría el mayor impacto: India, China, Indonesia, Pakistán, Nigeria, Brasil, México y Vietnam.

Hace más de 2,000 años, en la antigua Gracia, Arquímedes, el padre de la matemática, afirmó: "Denme una palanca lo suficientemente larga y un punto de apoyo, y moveré el planeta". Estamos convencidos de que la inclusión financiera es una de las palancas con el mayor potencial para lograr avances económicos y sociales en el siglo XXI.

Esperamos que el sector privado aproveche la oportunidad, no como filantropía sino como parte de un nuevo modelo orientado a lograr el éxito comercial y, al mismo tiempo, beneficiar a la sociedad en su conjunto. Es posible obtener buenos resultados y hacer el bien. Pongamos todo nuestro empeño para lograrlo.


Publicado en: Diario Gestión (19 de Febrero del 2014)