La leyenda de los unicornios de Silicon Valley

Autor: Gillian Tett

 

 

 

 

 

En un rincón muy agradable de San Frnacisco, Nasdaq está expandiendo sus operaciones de la Costa Oeste. Pero no está ahí solo para persuadir a las empresas de tecnología más novedosas de Silicon Valley a que preparen sus ofertas públicas iniciales (OPI). Lejo de ello.

En marzo del añopasado, la bolsa de valores en Nueva York estaleció discretamente una plataforma privada para empresas "pre-OPI"para recaudar capital y comercializar acciones secundarias. Ahora, unas 60 empresas forman parte de Nasdaq Private Market y los funcionarios de Nasdaq admiten que algunos de estos grupos de tecnología no tienen intención alguna de cotizarse en bolsa.

Esta es una peculiaridad notable de los "mercados" estadounidense de hoy y debería darles a los grupos de inversión y a los reguladores una pausa para la reflexión.

Durante el último boom de la tecnología a finales del siglo XX, cuando una empresa de tecnología crecía intentaba cotizarse en bolsa. Ello le impartía credibilidad a una empresa joven y era un paso esencial cuando necesitaba montos generosos de capital para inversión o un mecanismo para permitir a sus primeros empleados sacar provecho de sus opciones.

En este momento de auge, los listados de tecnología en el mercado principal están en preparación: las enormes recientes OPI han incluido a Alibaba, el gigante de Internet chino, y Lending Club, el prestamistas más grande del mundo de persona a persona.

Pero muchas otras empresas de rápido crecimiento no están cotizando sino recaudando dinero privado a través de denominadas rondas de financiación de "última etapa", que a menudo permiten que los propietarios de la empresa (empleados, fundadores, o inversores previos) puedan vender. Algunas ventas se producen a través de plataformas como nasdaq; muchas eluden incluso estos mercados "privados".

Basta pasar unas horas en Silicon Valley para darse cuenta de que la magnitud de este auge cíclico es asombroso.

Para aquellos que vimos la primera burbuja de las puntocom, la visión de "dinero caliente" fluyendo a manos de empresas de tecnología de reciente creación crea una sensación de déja vu.

Pero lo que hace que el actual patrón sea sorprendente no es simplemente la cantidad de dinero que está dando vueltas, sino los canales por que se está dando vueltas, sino los canales por que se está moviendo.

Apenas la semana pasada Uber, Snapchat y Pinterest revelaron sus grandes nuevas rondas de financiamiento privado. Uber, por ejemplo está recaudando US$1. 000 millones, además de los US$4 mil millones de financiación privada que ya recaudó.

Siete semanas después del comienzo del 2015, las empresas de tecnología en etapa tardía ya habían recaudado US$ 16 mil millones, de acuerdo con PrivCo. un grupo de investigación.

Crunchbase, otro grupo de análisis de datos, calcula el monto de financiación global proporcionado por capitales de riesgo a las empresas de tecnología alcanzó a US$ 66.500 millones el 2014, el doble de los niveles de financiación del 2013. Esto ha ayudado a crear más de 60 "unicornios" (empresas privadas con un valor de más de US$ 1.000 millones):

Esta bonanza de dinero privado es impulsada en parte por el hecho de que cotizarse en bolsa ya no se considera importante de una empresa joven.

Pero hay un problema más prosaico: mientras más inversores estén dispuestos a proporcionar financiación privada -y mientras más entidades como Nasdaq construyan infraestructuras financieras para empresas no cotizadas- habrá menos necesidad de cotizarse temprano en bolsa, si hubiera alguna necesidad del todo.

Los grupos de gestión de activos convencionales, como BlackRock, Fidelity y T Rowe Price, están entrando en la etapa tardía de ofertas de financiación privada por primera vez, invadiendo un territorio que solía ser el coto privado ded los fondos de capital de riesgo especializados.

Eso está aumentando el pote de financiación privada disponible.

Este patrón tiene algunos beneficios innegables, y no solo para las empresas involucradas.

Cuandola últma burbuja tecnológica estalló en el año 2000, causó dolor a los inversores minoristas ingenuos que habían comprado las OPI sobrevaloradas. Esta vez, al menos, los individuos estarán un poco menos expuestos.

El problema es que mientras más gestores de activos convencionales participen en ofertas de financiación privada, en una búsqueda desesperada de rendimientos, mayor el riesgo de que múltiples hogares se vean afectados en el futuro a través del sistema de pensiones.

Y mientras haya más inversores que respalden las ofertas de financiación privada, mayor es la posibilidad de excesos y abusos.

El problema con las ofertas privadas es que las normas de diseminación de la información son -por definición- mucho menos estrictas que en los mercados públicos.

Eso significa que, a medida que entran los flujos de efectivo, habrá ( en el mejor de los casos) una fuerte tentación para las empresas de malgastar fondos o ( en el peor de los casos) abusar del sistema. El efecto neto es que al alejarse de las OPI y de la bolsa de valores están dándole la espalda a la transparencia.

Es interesante que este fenómeno haya surgido de un sector tecnológico de Silicon Valley al que le gusta presentarse a sí mismo como un campeón de los mercados abiertos y transparentes. Pero las contradicciones intelectuales son fáciles de pasar por alto en un boom. Basta con echarle un vistazo a la última burbuja tecnológica para darse cuenta de ell. Esta fiesta privada podría durar un tiempo más.

 


Publicado en: Diario el Comercio ( 28 de Febrero 2015 )