"El Triunfo de lo Irreflexivo"

Autor: Paul Krugman

 

 

 

- Se debe entender que las reglas usuales no son aplicables en una economía deprimida. Los Líderes laboristas no pudieron superar el atractivo fácil de la economía de ficción.

"Las palabras han de ser un poco salvajes, pues son el asalto de los pensamientos sobre lo irreflexivo". Siempre me ha gustado esta cita de John Maynard Keynes y he intentado aplicarla en mi trabajo, pero tengo que admitir que durante la prolongada recesión del 2008, los irreflexivos tuvieron bastante éxito en repeler pensamientos desgradables.

Y el triunfo de ese despropósito fue más completo en la propia patria de Keynes, que el jueves de la semana pasada votoó en mayoría por el Partido Conservador (del primer ministro David Cameron). Las elecciones en Reino Unido debieron haber sido un referéndum sobre una fallida doctrina económica, pero no fue así porque nadie con influencia desafió los falsos argumentos y las malas ideas.

Antes de fustigar a los británicos, permitánme admitir que en Estados Unidos también lo hemos hecho bastante mal. Y comenzó muy temprano: el presidente Barack Obama heredó una economía en caída libre y lo que se necesitaba, antes que nada, era gastar más para incentivar la demanda. Pero gran parte del discurso inaugural del mandatario estuvo dedicada a repetir los llamados a tomar decisiones difíciles, lo cual era lo que menos se precisaba hacer.

Es cierto que, en la práctica, Obama promovió un estímulo que aunque fue demasiado pequeño y breve, ayudó a disminuir la profundidad y duración de la recesión. Pero cuando el Partido Republicano comenzó a hablar disparates, como declarar que el Gobierno debía imitar el ajuste que estaban aplicando las familias en sus gastos -que es la receta para una depresión en todo regla-, Obama no refutó.

En lugar de plantar cara, pocos meses después ese mismo despropósito se convirtió en parte estándar de sus discursos, a pesar de que sus asesores económicos-y el mismo- sabían que esa no era la salida.

Así que supongo que no deberíamos ser tan duros con Ed Miliband, el líder del Partido Laborista británico, por no haber sido capaz de desafiar las tonterías económicas que los conservadores vendieron a los votantes. Igual que Obama y compañía, probablemente los líderes laboristas sabían más pero decidieron que es complicado superar el atractivo fácil de la economía de ficción, especialmente cuando la mayor parte de los medios británico informaba que esta teoría era cierta. Ver esto ha sido muy desalentador.

¿De qué disparate estoy hablando?

Simon Wren-Lewis, de la Universidad de Oxford, quien ha sido un incansable pero solitario defensor de la sensatez económica, los llama "mediamacro". Se trata de un cuento sobre Reino Unido que consiste en lo siguiente: En primer lugar, el gobierno laborista que manejó el país hasta el 2010 fue tremendamente irresponsable y gastó muchísimo más de lo que tenía.

En segundo lugar, ese despilfarro fiscal ocasionó la crisis económica del 2008-09. Tercero, la coalición que asumió el poder en el 2010 no tuvo otra alternativa que imponer políticas de austeridad, a pesar de la difícil situación. Por último, el retorno del Reino Unido al crecimiento económico en el 2013 reivindicó la austeridad y probó que sus críticos estaban equivocados.

Claro que se puede desmotrar que todo este cuento es falso. No hubo despilfarro antes de la crisis, la deuda y los déficits presupuestarios eran bajos y en ese entonces todos esperaban que se mantuvieran así. Los grandes desequilibrios fiscales solo surgieron como consecuencia de la crisis, que fue un fenómeno global provocado por bancos y deuda privados, no por déficits gubernamentales.

No había urgencia por medidas de austeridad: los mercados financieros nunca mostraron ninguna preocupación por la solvencia británica y la economía del país, que retomó el crecimiento solo después de una pausa en las políticas de ajuste, no ha recuperado lo que perdió durante los dos primeros años de gobierno de la coalición.

Pese a ello, esta absurda narrativa domina por completo las noticias, que la tratan como si fuera una verdad y no una hipótesis. Y el Partido Laborista no ha intentado refutarla, probablemente porque la consideraron una batalla política que no podrían ganar.

¿Pero por qué? Wren-Lewis sugiere que mucho tiene que ver el poder de las analogías engañosas entre gobiernos y hogares, así como la maligna influencia de los economistas que trabajan para el sector financiero, quienes, al igual en Estados Unidos, no pagan ningún precio por estar consistentemente equivocados.

Si la experiencia estadounidense sirve de guía, supongo que Reino Unido también sufre del deseo de las figuras públicas por parecer serias, una pose que asocian con el firme discurso de tomar decisiones difíciles (a expensas de otros, obviamente).

El hecho es que ni el Reino Unido ni Estados Unidos tenían que elegir esa ruta luego de la crisis. Lo que necesitaban era pensar mejor: estar dispuestos a entender que se trataba de un entorno excepcional, que las reglas usuales no eran aplicables en una economía persistentemente deprimida en la que el endeudamiento gubernamental no cuesta casi nada y que no compite con la inversión privada.

Pero el pensamiento serio ha sido virtualmente excluido del discurso público. Como resultado, solo nos queda esperar que el Partido Conservador no sea tan insensato como finge serlo.

 


Publicado por Diario Gestión ( 13 de Mayo del 2015)