Miedo al miedo

 

Autor: Paul Krugman

 

 

 

Al igual que millones, he estado obsesionado con las noticias de París, dejando de lado otras cosas para enfocarme en el horror. Es una reacción humana natural, pero seamos claros: es la que los terroristas buscan, y eso es algo que no todos parecen entender.

Es el caso de Jeb Bush, quien ha declarado que " es un intento organizado occdental". Pero no lo es. Se trata de sembrar pánico, que para nada es lo mismo . Comentarios como ese, que diluyen esa diferencia y hacen que los terroristas parezcan más poderosos de lo que son, abonan a la causa de los yihadistas.

Pensemos en lo que Francia es y lo que representa. Si bien tiene sus problemas, como cualquier otro país, es una robusta democracia con una profunda legitimidad popular. Su presupuesto de defensa es pequeño comparado con el estadounidense, aunque mantiene una enorme fuerza militar y cuenta con los recursos para acrecentarla si lo considera necesario - la economía francesa es 20 veces más grande que la siria-.

Francia no será conquistada por el Estado Islámico (EI), ni ahora ni nunca. ¿Destruir la civilización occidental? No existe ninguna posibilidad. Asesinar al azar en restaurantes y conciertos es una estrategia que refleja la debilidad fundamental de sus perpetradores, pues no van a establecer un califato en París. Lo que pueden hacer , no obstante es inspirar miedo- por eso llamamos a esos actos " terrorismo" y no deberíamos dignificarlos llamándolos "guerra"-.

El punto no es minimizar el horror. Más bien, es enfatizar que el mayor peligro que el terrorismo impone a nuestra sociedad no proviene del daño infligido sino de las respuestas equivocadas que puede provocar. Por ello, es crucial comprender que existen múltiples formas de respuestas que pueden ser erradas.

Ciertamente, sería negativo si Francia u otras democracias reaccionasen ante el terrorismo con apaciguamiento - si, por ejemplo el Gobierno Francés se retira del esfuerzo internacional en contra del El bajo la vana esperanza de que los yihadistas les dejarán en paz-. No diré que no hay potenciales conciliadores, pues existe gente determinada a creer que el imperialismo occidental es la raíz de todos los males y que todo estará mejor si dejásemos de entrometernos.

Pero es difícil encontrar ejemplos de políticos mayoritarios, mucho menos de países, que estén cediendo a las exigencias de los terroristas. La mayoría de acusaciones de apaciguamiento en Estados Unidos parece estar dirigida a los liberales que no utilizan lo que los conservadores consideran un lenguaje suficientemente duro.

En la práctica, un riesgo mucho mayor es que los blancos del terrorismo intenten alcanzar la seguridad perfecta mediante la eliminación de cualquier amenaza concebible - una respuesta que inevitablemente empeoraría la situación, porque vivimos en un mundo enorme y complicado y ni siquiera las superpotencias pueden hacerlo todo bien-.

Tras el 11 de setiembre del 2001, el entonces secretario de Defensa , Donal Rumsfeld, dijo a sus asitentes: "Barran con todo, vinculado o no" e inmediatamente sugirió usar el ataque como una excusa para invadir Irak.

El resultado fue una desastrosa guerra que, de hecho, empoderó a los terroristas y creó el marco idóneo para el surgimiento del EI.

Seamos claros: esto no fue solamente un asunto de malas decisiones, pues el terrorismo puede ser utilizado para obtener réditos políticos, incluyendo su justificación para emprender lo que se imaginó sería una pequeña guerra espléndida y políticamente beneficiosa.

Ah, y sea lo que sea que gente como Ted Cruz pueda pensar, si bien terminar con nuestra reticencia a matar civiles inocentes no eliminaría los límites del poder estadounidense, si haría maravillas en el reclutamiento de terroristas.

Por último, el terrorismo es solo uno de los muchos peligros que afronta el mundo y no debería desviar nuestra atención de otros problemas. Lo lamento, conservadores: cuando el presidente Barack Obama describe el cambio climático como la mayor amenaza que enfrentamos, está en lo correcto. El terrorismo no puede y no destruirá nuestra civilización, pero el calentamiento globlal sí podría hacerlo.

Entonces, ¿Cómo podemos responder al terrorismo? Antes de las atrocidades sufridas por París, la respuesta general de Occidente involucraba una mezcla de inteligencia policial, precacución y acción militar. Todas estas medidas incorporaban serios conflictos de interés: vigilancia versus libertad de movimiento, negar a los terroristas refugios seguros versus los costos y peligros de librar guerras. Y siempre fue obvio que, a veces, un ataque terrorista podría ocurrir.

París puede haber cambiado en algo ese cálculo, especialmente en temas como el manejo de la crisis de refugiados en Europa, un asunto que ahora se ha vuelto más complicado. Además, tendrán que buscarse las razones por las que un plan tan elaborado no fue detectado. Pero recordemos todos los pronunciamientos de que el 11 de setiembre cambiaría las cosas. Bueno, no fue así, y tampoco sucederá tras esta atrocidad.

De nuevo, el objetivo de los terroristas es inspirar terror, porque son capaces de eso y de nada más. Y lo más importante que pueden hacer nuestras sociedades en respuesta, es negarse a sucumbir ante el miedo.

 


Publicado por Diario Gestión ( 18 de Noviembre del 2015)