Burbujas y mentiras repetidas

Autor: Paul Krugman

 

 

 

 

 

Los enemigos de la regulación financiera ansían el fracao en taquilla de una nueva película sobre la crisis financiera

En mayo del 2009, el Congreso estadounidense creó una comisión especial para examinar las causas de la crisis financiera. La idea era emular a la afamada Comisión Pecora de los años treinta, que aplicó un cuidadoso análisis histórico que ayudó a diseñar regulaciones que otorgaron al país dos generaciones de estabilidad financiera.

Pero algunos mimebros de la comisión del 2009 tenían otra meta. La cita más conocida del pensador George Santayana es: "aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo".

Lo que nosubrayó fue que alguna gente quiere repetir el pasado- y tiene interés en asegurarse de que no recordemos lo que ocurrió, o que lo recordemos erróneamente-.

Ciertos miembros de la comisión buscaron impedir que se considerase evidencia histórica que podría respaldar los esfuerzos para refrenar a los banqueros. Uno de ellos fue Peter Wallison, del conservador American Enterprise Institute, quien escribió a otro integrante del grupo que era importante que lo que dijesen " no afecte la capacidad de los republicanos en la Cámara de Representantes para derogar o modificar" las regulaciones financieras introducidas en el 2010.

Aunque eso no sucedió, la línea del partido Republicano era contar historias que permitiesen a Wall Street hacer lo mismo de nuevo. Esto trae a colación una pel´cula que los enemigos de la regulación financiera no quieren que sea vista.

"The Big Short" ("La gran apuesta") está basada en el libro del mismo nombre de Michael Lewis, uno de los pocos best sellers sobre la crisis financiera.

Asistí a un pase previo del filme y pienso que hace un estupendo trabajo en hacer entretenidas las argucias de Wall Street y explotar el humor negro inherente a esa debacle.

La película lo consigue personalizado el relato, pues no se enfoca en las abstracciones sino en personajes pintorescos que detectaron la putrefacción del sistema e intentaron sacar provecho de la situación.

Por supuesto que se requiere explicar de qué se trataba y las partes dedicadas a este tema funcionan asombrosamente bien.

Por ejemplo, se nos revela el modo en que los créditos de calidad dudosa se reestructuraron y convirtieron en "obligaciones garantizadas por deuda" supuestamente seguras, gracias a una escena en la que el chef Anthony Bourdain explica cómo el pescado guardado desde la semana pasada puede hacerse para chupe.

Como ustedes no me leen por ser un crítico cinematográfico sino porque quieren saber si el filme acierta en su relato económico, financiero y político. Y la respuesta es sí, en todos los aspectos relevantes.

Podría objetar unos pocos puntos: El grupo que detectó que estábamos ante la madre de todas las burbujas inmobiliarias y, que ello representaba un enorme peligro para la economía real, era mayor de lo que la película puede hacernos creer. Incluso había unos cuantos economistas muy conocidos.

Pero es cierto que muchos protagonistas influyentes y aparentemente respetados, empezando por Alan Greenspan (expresidente de la Reserva Federal), no solo insistieron en que no existía ninguna burbuja, sino también en que ni siquiera era posible que se formase alguna.

Y la burbuja cuya existencia negaron se infló en gran medida por causa de unos esquemas financieros poco claros que, en muchos casos, constituían un auténtico fraude; y es indignante que básicamente nadie haya terminado siendo castigado por esos pecados, aparte de algunos espectadores inocentes, es decir, los millones de trabajadores que se quedaron sin empleo y los millones de familias que perdieron sus casas.

Si bien el filme retrata correctamente lo esencial de la crisis financiera, el verdadero relato de lo que pasó es profundamente incómodo para algunas personas muy ricas y poderosas. En consecuencia, ellos y sus sicarios intelectuales llevan años difundiendo una historia alternativa que el corredor de divisas y bloguero Barry Ritholtz llama la "Gran Mentira".

Es una versión que culpa de la crisis financiera a -adivinen- un Gobierno muy grande, especialmente a las agencias gubernamentales que, supuestamente, otorgan demasasiados préstamos a los pobres.

No importa si la presunta evidencia al respecto ya ha sido desacreditada o que, antes de la crisis, algunos de esos mismos sicarios atacaban a esas agencias por no concederles suficientes préstamos.

Si los registros históricos son contrarios a lo que los intereses poderosos quieren hacernos creer, bueno pues, la historia tendrá que ser rescrita. Y la constante repetición, especialmente a través de la prensa cautiva, mantiene en circulación esos relatos fantasiosos sin importar cuántas veces se haya demostrado su falsedad.

Lógicamente, "La gran apuesta" ya ha sido objeto de ataques virulentos en los periódicos controlados por Rupert Murdoch. Si resulta siendo un éxito comercial y/o comienza a ganar premios, habrá que esperar mucha más hostilidad. Lo que debe recordarse al ver esos ataques, es su razón de ser.

Lo cierto es que quienes hicieron la película deben considerar esas acometidas como una suerte de elogio. Es que es obvio que a sus perpetradores les preocuppa que sea bastante entretenida y exponga la verdad a una gran audiencia.

Esperemos que sus temores estén justificados. "La gran apuesta" se estrena hoy en Estados Unidos y el 7 de enero en Perú.


Publicado en: Diario Gestión ( 23 de Diciembre 2015 )