El desempleo a ambos lados del Atlántico

 

Autor: Gonzalo Garland

 

Hace pocos días salió el último dato de desempleo en Estados Unidos por el cual el país creó 151 mil empleos en enero del 2016, reduciendo la tasa de desempleo del país desde un 5% a un 4,9%. Este dato es el más bajo en ocho años y en teoría económica definimos este nivel como uno cercano a la “tasa natural de desempleo”, indicando que siempre habrá una proporción de la población activa que estará desempleada, porque, por ejemplo, hay personas que cambian de trabajo y toman un cierto tiempo en decidir dónde ir, o porque estudiantes universitarios se gradúan y tardan un cierto tiempo en encontrar trabajo.

De hecho, un desempleo muy bajo ejercería presión sobre los salarios, y esto no es deseable, ya que produciría inflación. Una situación en la que las empresas se “pelean” por los recién graduados o por los que cambian de trabajo, ya que presumiblemente hay escasez de trabajadores, se podría definir como una economía “sobrecalentada” y eso llevará a incrementos de costes y precios.

En octubre del 2009, el nivel de desempleo de Estados Unidos llegó al 10%, y desde entonces se ha producido una caída paulatina hasta llegar a la tasa actual. Si comparamos este nivel de desempleo con el de muchos países europeos, la imagen que resulta no es positiva para Europa, en la mayoría de los casos.

Según los datos de Eurostat, el organismo encargado de las estadísticas de la Unión Europea, el desempleo en Grecia es de 24,5%, en España es un 20,8%, en Italia es un 11,4% y en Francia es un 10,2%. A pesar del buen dato de Alemania, con una tasa de desempleo de un 4,5%, el desempleo en la zona euro es de un 10,4%. Y si nos vamos a toda la Unión Europea, el desempleo cae al 9%, ayudado por el también buen dato de Gran Bretaña, donde el desempleo se sitúa alrededor de un 5%, un nivel muy cercano al de Estados Unidos.

Entre muchos economistas y analistas, los éxitos relativos de EE.UU. y Gran Bretaña se explicarían por el modelo anglosajón del mercado de trabajo, en el que hay una gran flexibilidad y poca intervención estatal. Por el contrario, las tasas más altas de desempleo en Europa se dan en países con un mercado laboral con muchas rigideces, en el que las empresas no encuentran incentivos para contratar trabajadores, y en el que se dan muy altos niveles de desempleo de largo plazo.

Este debate económico es complejo porque trata de personas y su sustento económico, y no solamente de unidades vendidas y compradas de cualquier otro bien o servicio. Pero por la misma razón es un debate de la mayor importancia. ¿Qué es mejor desde un punto de vista económico y humano? ¿Que los trabajadores estén protegidos en sus puestos y sea caro prescindir de ellos aunque haya mucha gente que no encuentre trabajo en mucho tiempo, muchas veces en años? ¿O que sea relativamente fácil encontrar trabajo aunque no haya ninguna protección en el empleo que se tiene y el coste de despido de las empresas sea mínimo? No debe sorprendernos que este sea uno de los debates económicos más sensibles.

En Alemania, por ejemplo, los llamados ‘minijobs’, o puestos de trabajo que pagan salarios muy bajos orientados a los más jóvenes, han generado una gran controversia. Muchos están en contra de este tipo de contratos y dicen que es una forma artificial de reducir el dato oficial de desempleo.

En Estados Unidos también existe un debate importante en el que se cuestiona la interpretación tan positiva del bajo nivel de desempleo señalando que los trabajos que se han creado en los últimos años son de muy baja calidad y con sueldos bajos, y muchos abogan por un incremento del salario mínimo. Nuevamente, el debate es complejo: ¿Es mejor trabajar aunque sea con salarios bajos? ¿O es mejor mantener salarios mínimos altos aunque mucha gente no encuentre un empleo?.

De hecho, la teoría económica más clásica diría que lo que ha sucedido en EE.UU. es exactamente lo que esta teoría anticiparía: la Gran Recesión llevó a un incremento muy importante del desempleo, pero este desempleo lleva a una caída en los salarios reales que facilita que se contraten nuevos trabajadores, lo que permite que vaya reduciéndose el desempleo hasta llegar a la “tasa natural”.

Pero históricamente la tradición europea del estado del bienestar no ha encajado muy bien con esta visión de ‘laissez-faire’ en un mercado tan importante como el laboral. Salvo el Reino Unido, que modificó radicalmente su mercado laboral en los años de Margaret Thatcher, el resto de Europa tiene aún una actitud ambivalente en este tema. Alemania implementó reformas importantes con el acuerdo de los dos grandes partidos políticos a partir del 2002, pero siempre manteniendo los principios más básicos del estado del bienestar, incluida la protección al trabajador.

Otros países europeos se han movido en la dirección de mayor flexibilidad en los mercados de trabajo, pero siempre manteniendo elementos del estado de bienestar. Este modelo es el conocido como ‘flexicurity’, o la combinación de la flexibilidad del mercado con alguna “seguridad” más propia del modelo europeo.

En esta línea, algunos de los países más observados son Holanda, Dinamarca o Suecia. En Holanda se liberalizó mucho la contratación a tiempo parcial, y cerca del 40% de la población trabaja bajo esta modalidad, y en más de un 70% de los casos porque así lo prefiere el trabajador o la trabajadora (en Holanda más de la mitad de las mujeres que trabajan lo hacen a tiempo parcial).

Suecia tiene un modelo de “seguros” que cubren los costes de despido sin afectar negativamente a las empresas, mientras que Dinamarca tiene una larga tradición de concertación de políticas laborales entre las empresas, los sindicatos y el Estado. En todos estos países, la tasa de desempleo se ha mantenido relativamente baja, sobre todo si se compara con las de Francia, Italia o España, entre los países grandes.

Según los últimos datos, Dinamarca tiene una tasa de desempleo del 6%, Holanda de un 6,6% y Suecia de un 7,1%. Y esto después de una gran crisis económica como fue la Gran Recesión.

Si lo miramos en el muy corto plazo, el dato de EE.UU. parece decir que, por lo menos en lo que al desempleo se refiere, este país lo está haciendo mejor que Europa. Pero si las tasas de desempleo de Holanda, Dinamarca o Suecia siguen bajando en la medida en que la economía se recupere, probablemente este modelo mixto, que combina flexibilidad con muchos principios del estado de bienestar europeo, atraiga mucho interés y algunos nuevos seguidores.

 

Publicado en: El Comercio ( 14 de Febrero de 2016 )