Nada dura para siempre

AUTOR: THE ECONOMIST

 

Al comenzar este año, el dólar se encontraba en la cresta de la ola. En términos de tipo de cambio ponderado, estaba 20% por encima de su valor de inicios de julio del 2014. Se preveía que con la subida de las tasas de interés de la Reserva Federal (Fed), aplicadas por primera vez desde el 2006, el billete verde estaba destinado a seguir encareciéndose.

Pero ya había dudas al respecto. A mediados de diciembre, las administradoras de fondos sondeadas por Banko of America Merrill Lynch pensaban que los mercados financieros estaban saturados con posiciones compradoras y que la divisa estadounidense estaba sobrevaluada .

El dólar continuó al alza durante las primeras tres semanas del año, pero luego cambió: desde el 20 de enro ha caído 3.8% en términos de tipo de cambio ponderado. La principal razón podría ser una percepción de viraje en la política monetaria de la Fed, pues a inicios de año los inversionistas esperaban tres o cuatro incrementos de las tasas de interés para el 2016. la última declaración de la entidad sugiere que solo figuran dos en el menú.

El ascenso del dólar podríahaber jugado un rol en la decisión de la Fed, dado que po sí misma, una moneda fuerte representa un endurecimiento de las condiciones monetarias. La Fed ha reducido a 2.2% sus proyecciones de crecimiento del PBI estadounidense, pero esa tasa podría estar sobreestimada: el modelo GDPNow del banco de Reserva Federal de Atlanta, que hace un seguimiento del PBI del país, apunta a un incrementoanualizadoo de la producción de solo 0.6% para el primer trimestre.

Mostrado una postura cautelosa en torno a futuros ajustes monetarios, la presidenta de Fed, Jannet Yellen, señalo la semana pasada que un factor análisis era la preocupación por la economía global. Similares inquietudes detuviern el primer intento de l Fed de elñevar sus tasas, en setiembre. las observaciones de Yellen empujaron el dólar a la baja y los precios de las acciones al alza.

Un tipo de cambio es el precio relativo de dos divisas, de modo que el declive del dólar refleja más efectos que la política de la Fed. Primero, un repunte de los precios de los commodities ha posibilitado un rebote de los mercados de monedas emergentes. Según el grupo investigador Capital Economics, el índice de tipo de cambio emergente se halla a su mayor nivel desde noviembre.

En algunis casos, esas divisas has sido respaldadas por estrechamientos de la política monetaria: los bancos centrales de Colombia, México y Perú han elevado sus tasas de interés. Otra señal de confianza es el declive del spread pagado por los deudores emergentes (la prima de interés sobre los bonos del Tesoro).

En segundo lugar, la reciente reacción de los mercados a las medidas de otros bancos centrales ha ido en contra el sentido común. Normalmente, se esperaría que la flexibilización monetaria de un banco central debilite su moneda, pero los cambios aplicados por el Banco Europeo y del Banco de Japón han provocdo el alza del euro y del yen.

No está claro por qué. Algunos creen que estas reacciones indican que las políticas de los bancos centrales son ahora menos efectivos de lo que fueron luego de la crisis del 2008. Otros piensan que las tasas de interés negativas afectan las ganancias de los bancos y, por ende, no son un instrumento de política adecuado.

Se trata de un tema delicado. Las tasas negativas podrían estar diseñadas para debilitar el tipo de cambio, o cuando menos,detener el fortalecimiento de una moneda. Otros países ricos parecen dispuestos a ignorar una pequeña depreciación, pero si sus propías monedas se aprecian demasiado rápido , responderán con flexibilización monetaria, todo lo cual alimenta rumores sobre una "guerra de divisas".

Pero si la flexibilización no tiene el impacto deseado sobre el tipo de cambio, ¿qué sigue? Una respuesta podría ser la intervención directa: vender moneda doméstica y comprar activos foráneos. el banco central suizo siguió esa política desde setiembre del 2011, fijando el valor del franco suizo el euro, aunque la abandonó repentinamente en enero del año pasado.

La economía japonesa continúa con dificultades, más de tres años después de las reformas de su primer ministro, Shinzo Abe-la producción industrial cayó 6.2% en febrero-. Eso sugiere que el Banco de Japón estará preocupado por la fortaleza del yen. Mansoor Mohiuddin, del Royal Bank of scotland, sostiene que una apreciación por encima de 110 yenes por dólar "incrementará sustancialmente el riesgo de que las autoridades intervengan para contenet el alza".

El cambio de tendencia del billete verde puede haber trasladado el problema hacia el mundo desarrollado. Es que su encarecimiento era mala noticia para los mercados emergentes: en los que tienen su moneda fijada al dólar, la apreciación debilitada su posición competitiva en los mercados de exportación; en los que tienen tipo de cambio flotante, los costos del servicio de la deuda se dispararon para las empresas endeudadas en dólares.

Por su parte, un dólar débil hará la vida más difícil para las economías avanzadas, que están apostando por sus exportaciones para revivir sus moribundas economías. Quizás se pasen todo el 2016 tratando de decidir qué hacer para salir del embrollo.

 

Publicado por: Diario Gestión ( 07 de Abril del 2016 )