De Panamá a Delawarel

AUTOR: DARIO TROPEANO
Abogado. Docente de la Facultad de Economía - UNComahue

 

En nuestra anterior columna de opinión intentamos describir cómo funciona una sociedad offshore y cuáles son algunas de sus finalidades (7/4/2016), dado que Panamá se había puesto repentinamente de moda para millones de desconcertadas personas de todo el mundo. Achicada la noticia en pocos días, resulta oportuno acercar otras realidades “no consumibles” que van sintetizando ese acontecimiento. El portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Mark Toner, ha reconocido que su país, a través de la Usaid (Agencia para el Desarrollo Internacional), encargó al Proyecto de Información sobre Corrupción y Crimen Organizado (Occrp) asociado al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), el que divulgó la información luego de procesar los documentos recibidos. Esta organización es financiada por entidades pertenecientes a corporaciones internacionales de Estados Unidos y Europa como la Fundación Ford y la Sociedad Abierta del financista y especulador George Soros. Cierto es que me resultó llamativo que hubiera pocos nombres divulgados de individuos de EE. UU. involucrados en el escándalo, personas físicas con antecedentes penales y judiciales en aquel país, pero hasta ahora ninguna compañía. Por mi actividad profesional y académica se me ocurrió consultar a un colega conocido que desde hace años opera con Panamá, dadas sus tareas vinculadas a ese país. La información recibida es que a la fecha se ha generado una “estampida” de cancelaciones de sociedades offshore panameñas a raíz del escándalo. La pregunta es dónde van ahora a radicarse, dado que existe un intenso cuestionamiento a los “paraísos insulares” offshore como guarida de lavadores de dinero, evasores de impuestos o corporaciones que “planifican” su carga impositiva.

Y en este punto creo que estamos frente a una gran puja entre los dos principales países offshore del mundo: Inglaterra y Estados Unidos. Inglaterra, desde su centro financiero –la City de Londres– administra diez territorios de ultramar offshore – donde fluye más de la mitad del dinero de los paraísos fiscales, siendo el territorio de mayor secreto bancario, superior incluso a Suiza (fuente Tax Justice Nework). Estados Unidos, con sus estados offshore como Delaware (a 170 km de distancia de su capital, Washington), Nevada y los recientes Wyoming y Dakota del Sur, se ha negado a firmar el compromiso de brindar información impositiva que, ante la OCDE, más de cien países han suscripto, convirtiéndose en el primer paraíso fiscal del mundo (diario “El País”, 3/2/2016). A las grandes compañías que mencionamos como radicadas allí en la nota referenciada, podrían agregarse: el Bank of America, American Airlines, Walmart e incluso más de la mitad de las mayores empresas de España, las que en muchos casos sólo tienen una estafeta postal como sede de administración. El analista Simon Black, en un informe para la revista “Business Insider”, asegura que en los bancos de Wall Street existe más dinero oculto procedente de empresas fantasma ilegales en Delaware que en cualquier otro sitio del planeta. La auditoría general de Estados Unidos informó en el 2008 que 83 de las 100 corporaciones más grandes de ese país tenían filiales en territorios considerados paraísos fiscales.

Las casas matrices de las megacorporaciones optan por la estrategia de la “inversión corporativa”, trasladándose a los paraísos fiscales donde no pagan impuestos a las ganancias, siendo el resto de los territorios filiales con escasa o nula ganancia. Mediante los ya explicados precios de transferencia, la empresa “vende” con precios bajos –con escasos beneficios evitando el pago de impuestos– a una filial offshore, la que finalmente vende al precio real embolsando la diferencia con escasa o nula tributación. Este tipo de transacciones son un porcentaje muy importante del comercio mundial: en ellas se esfuman los impuestos que permitirían dignificar a cientos de millones de seres humanos.

Al amparo de la globalización (que en realidad apuntó a la desregulación financiera y arancelaria) una compleja maraña de nuevos productos financieros, sociedades offshore y fiduciarias irrumpió –década de 1980– generando una fuerte entrada de capitales en Inglaterra. Ello para mantener alto el valor de la libra y paliar los déficits fiscales atrayendo dinero a “sus creados paraísos offshore”, los que se administran desde Londres. Pero los Estados Unidos fabricaron los suyos y necesitan imperiosamente hoy fortalecer el dólar que retrocede como moneda de reserva y cambio. Los déficits en las balanzas de pagos sacan dólares de EE. UU., situación que requiere atraer esos capitales a través de las sociedades secretas y de baja tributación en Delaware o Nevada, gestionadas por los grandes bancos. Se trata de eliminar competidores, incluso sacrificando –con los informes que lo vinculan a los Papeles de Panamá– al primer ministro británico, que ya ha soportado una manifestación de decenas de miles de personas pidiendo su renuncia. De esta forma, dinero ilegal y los impuestos evadidos se mantienen en Wall Street y Londres. Se trata de explicaciones que no vemos en los grandes medios de comunicación, los que nos nutren de información a diario y, acaso como una hamburguesa de McDonald’s (por cierto utiliza una offshore de Luxemburgo para eludir impuestos en Europa) contaminan la realidad que consumimos.

Publicado: (Mayo 2016)