Alguno servicio afronta serios problemas económicos, pero el discurso oficial solo cetra en la manufactura y el carbón.

 

ESTOS EMPLEADOS NO CUENTAN

 

 

AUTOR:YONZ MARTÍNEZ

ECONOMISTA

 

El presidente Donald Trump sigue prometiendo que traerá de vuelta los empleos a la minería del carbón. Pero los motivos del desempleo en esa actividad --automatización, menor demanda de electricidad, gas natural barato y avance tecnológico en energía solar y eólicano desaparecerán.

Entretanto, la semana pasada el Departamento del Tesoro declinó declarar oficialmente que China manipula su moneda, haciendo que todo lo que Trump ha dicho sobre reactivar la manufactura sea un disparate. Por ello, cabe preguntarse si el Gobierno hará algo sustancial para crear puestos de trabajo en la minería y la manufactura. Pues probablemente no.

Pero permítanme hacer otra pregunta: ¿Por qué la discusión sobre la pérdida de empleos se enfoca tan intensamente en esos dos sectores y virtualmente ignora la grave situación de algunos servicios?

El suplemento dominical de' The New York Times publicó un ensayo fotográfico sobre el declive de los minoristas tradicionales ante la competencia de Internet.

Las imágenes, que contrastaban malls casi sin locatarios con enormes depósitos llenos de inventarios para los vendedores online, eran impactantes. Algo similar pasa con la realidad económica.

Consideremos las tiendas por departamentos. Mientras Trump se jactaba de haber salvado unos cientos de empleos en la manufactura, Macy’s anunció que cerrará 68 locales y despedirá a 10,000 trabajadores. Otra institución icónica, Sears, ha expresado “dudas sustanciales” sobre su capacidad para mantener su negocio.

El empleo en este sector equivale a un tercio delo que era en el 2001, es decir, han desaparecido medio millón de puestos tradicionales --alrededor de 18 veces más que en el carbón durante el mismo periodo-. Pero no se trata del único servicio golpeado por el avance tecnológico. Otro ejemplo es la prensa escrita, que ha perdido 270,000 trabajadores, casi dos tercios de la fuerza laboral que tenía en el 2000.

Entonces, ¿por qué las promesas para salvar empleos en los servicios no figuran en el discurso oficial? Una respuesta podría ser que, en algunos casos, las minas y las fábricas actúan como anclajes de las economías locales, de modo que su cierre puede devastar una comunidad de una manera que no lo haría la clausura de un establecimiento minorista.

Pero ese argumento no es toda la verdad. El cierre de una fábrica es una de muchas formas en que una comunidad puede debilitarse. La competencia de las supertiendas y los malls también ha devastado los centros de muchas ciudades pequeñas. Tampoco debemos subestimar la magnitud en la que la desaparición de los periódicos pequeños ha erosionado el sentido de identidad local.

Un motivo menos encomiable de que la minería y la manufactura se han convertido en armas políticas, a diferencia de los servicios, es que se necesita tener villanos. Los demagogos pueden decir-les a los mineros del carbón que los liberales les arrebataron sus empleos con las regulaciones ambientales y, a los obreros industriales, que sus puestos ahora los tienen unos repugnantes extranjeros.

Y pueden prometer que los traerán de regreso haciendo que Estados Unidos vuelva a contaminarse, asumiendo una posición comercial dura, y así. Si bien son falsas promesas, funcionan bien con algunas audiencias. En cambio, es difícil culpar a los liberales o los extranjeros por el declive de Sears, Por ejemplo.

Por último, es complicado evitar la sensación de que la manufactura y especialmente la minería reciben una consideración especial porque, como apunta la columnista de la revista Slate Jamelle Bouie, es mucho más probable que sus trabajadores sean hombres, y significativamente de piel más clara que el resto de la fuerza laboral.

En fin, cualesquiera que sean los motivos para que la narrativa política tienda a privilegiar algunos empleos y sectores sobre otros, se trata de una propensión que debemos combatir. Tanto los empleados de los malls como los periodistas locales que han sido despedidos son tan víctimas del cambio económico como los mineros del carbón.

¿Qué podemos hacer para de tener la caída laboral en los servicios?

No mucho. Lo mismo se puede decir para la minería y la manufactura, algo que pronto descubrirán los votantes de clase trabajadora de Trump. En una economía en constante cambio, siempre habrá pérdidas de puestos de trabajo: cada día, 75,000 estadounidenses son despedidos, y en ocasiones, sectores enteros desaparecen a medida que los gustos ola tecnología cambian.

Pero sí podemos limitar los daños humanos. Podemos garantizar que todos tengan acceso al cuidado de la salud e ingresos de jubilación adecuados, brindar respaldo a los recién desempleados y tomar, acciones para mantener una economía fuerte. Esto significa implementar medidas como invertir en infraestructura y educación, no reducir impuestos a los ' ricos y esperanzarse en que esos beneficios chorreen.

No quiero sonar antipático con los mineros y los obreros industriales; su trabajo cuenta, pero todos cuentan. Si bien no podemos, asegurar que algún empleo en particular perdure, sí podemos y debemos asegurar que si habrá una Vida decente y duradera.

 

 

Fuente : Diario Gestión ( 19 de Abril del 2017)