El Trumpismo es un ataque total contra los valores que hicieron grande a Estado Unidos. ´´El Trumpismo está intentando reducir las disparidades regionales, pero no mediante la mejora de las regiones rezagadas, sino perjudicando a las que crecen´´.


IGNORANTES PARA EL SIGLO XXI

 

 

AUTOR: Paul Krugman
Premio Nobel de Economía 2008

 

Llamar a alguien un ´´no sabe nada´´ puede significar dos cosas. Un estudiante de Historia estaría comparando a esa persona con un miembro del Partido Estadounidense, un grupo chovinista , xenófobo y antiinmigrante que en su apogeo, en la década de 1850, tuvo más de 100 congresistas y ocho gobernadores. Pero lo más probable es que se trate de una persona intencionadamente ignorante, alguien que rechaza las verdades que ponen en evidencia sus prejuicios.

Estados Unidos está siendo gobernado por gente que calza con ambas definiciones. Y los ignorantes en el poder están haciendo todo lo que pueden para socavar los fundamentos de la grandeza del país. Los paralelos entre la agitación contra la inmigración de mediados del siglo XIX y el trumpismo son obvios. Lo único que ha cambiado son las entidades de las nacionalidades difamadas.

Irlanda y Alemania, las principales fuentes de migración de esa época, fueron los ´´shithole countries´´ (países letrina) de entonces. Debido a la hambruna, la mitad de la población irlandesa emigró, mientras que los alemanes huían del caos político y económico.

Los migrantes de ambos países, pero en especial los irlandeses, fueron retratados como delincuentes ebrios y hasta subhumanos. También eran vistos como subversivos: católicos cuya primera lealtad era hacia el Papa. La siguiente gran ola migratoria- italianos, judíos y otros grupos- generó el mismo prejuicio.

Los prejuicios contra los irlandeses, alemanes e italianos son mayormente cosa del pasado-aunque el antisemitismo perdura- , pero siempre hay nuevos grupos para odiar. Los republicanos de hoy- porque este asunto no es exclusivo de Donald Trump –son como los del partido decimonónico y, además son ignorantes.

Un resultado es el notario distanciamiento entre los conservadores y los estadounidenses bien instruidos, especialmente pero no únicamente, los docentes universitarios.

La derecha insiste en que la escasez de académicos identificados como conservadores evidencia la discriminación contra sus opiniones. Sin embargo, los catedráticos conservadores son una rareza incluso en ciencias duras como física y biología, y no es difícil entenderlo. Cuando la posición más o menos oficial de un partido es que el cambio climático es un embuste y que la evolución nunca ocurrió, no obtendrá mucho apoyo de gente que toma muy en serio la evidencia.

Pero los conservadores no ven el rechazo de su ortodoxia como una señal de que necesitan repensarla, sino que se han disgustado con la erudición, y con la educación en general. Cabe resaltar que una clara mayoría de republicanos considera que las universidades tiene un efecto negativo sobre el país.

Así que el partido que actualmente controla las tres ramas del Gobierno Federal está cada vez más a favor de la intolerancia y en contra de la educación. Esto perturba por múltiples motivos, uno de los cuales es que el partido Republicano está desechando los valores que precisamente hicieron grande al país.

Pensemos en dónde estaríamos si no hubiésemos experimentado esas grandes olas de inmigrantes, impulsadas por el sueño de una vida mejor. O si no hubiésemos liderado el mundo, primero en educación básica universal y luego en la creación de instituciones de educación superior.

 

 

Seguramente seríamos una sociedad de segundo nivel, estancada y menguada. Si la ignorancia prevalece, nos convertiremos en eso. He vuelto a leer ´´La nueva geografía del trabajo´´ (2012), el libro de Enrico Moretti sobre la creciente divergencia del desarrollo regional en Estados Unidos. Hasta los años 80, el país parecía encaminado hacia una prosperidad generalizada, con las regiones pobres del sur recuperando rápidamente terreno frente al resto.

Pero desde entonces, las brechas han vuelto a ampliarse: los ingresos en algunas partes del país están en aumento mientras que en otras se han rezagado.

Moretti argumenta que esta nueva divergencia refleja la creciente importancia de los clusters de trabajadores altamente calificados-muchos de ellos inmigrantes-, a menudo centrados en grandes universidades, que crean círculos virtuosos de crecimiento e innovación.

Las elecciones del 2016 enfrentaron a estas regiones contra las menos desarrolladas, y es un motivo por el cual los condados en los que ganó Hillary Clinton representan el 64% del PBI estadounidense, casi el doble de los condados donde triunfó Trump. Es claro que se necesitan políticas que expandan los beneficios del crecimiento y la innovación. El trumpismo está intentado reducir las disparidades regionales, pero no mediante la mejora de las regiones rezagadas, sino perjudicando a las que crecen.

Eso es lo que provocarán los ataques contra la educación y la inmigración, que son los motores clave de los nuevos casos económicos exitosos.

¿Prevalecerán los ignorantes? No tengo idea. Lo que sí está claro es que si lo hacen, no harán grande a Estados Unidos de nuevo, sino que matarán las cosas que lo hicieron grande.

 


Fuente : Diario Gestión, 17 de Enero del 2018.