LIDERAZGO AUSENTE

 

 

AUTOR: Incluye contenido de The Economist

 

En la cumbre de las Américas del 2015, en Panamá, los presidentes de los viejos enemigos, Estados Unidos y Cuba, se dieron la mano. Pero esa bonhomía desapareció en la siguiente cumbre, celebrada este mes en Lima. El entonces presidente cubano, Raúl Castro, no asistió y su representante, el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, arremetió contra el "imperialismo estadounidense"

Donald Trump, que interrumpió el proceso el proceso de distensión con Cuba, tampoco se hizo presente y envió a su vicepresidente, Mike Pence, para denunciar "el régimen despótico" cubano. Los dos sustitutos se atacaron usando frases de Simón Bolívar. Pence: "Un pueblo que ama la libertad al final será libre"; Rodríguez: "Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miseria a nombre de la libertad".

Pence probablemente pensó que ganó el duelo, pues en el asunto más importante que enfrentaban los participantes abordar la tiranía y las privaciones en Venezuela, los principales países latinoamericanos estuvieron de acuerdo con la posición de Estados Unidos. Pero esa alineación le debe poco al liderazgo de este país.

Trump es el primer presidente estadounidense que no acude a una cumbre continental desde que se iniciaron en 1994 su excusa fue el ataque a Siria. Su ausencia reforzó la impresión de que su opinión sobre América Latina divaga entre la indiferencia y el menosprecio. Los países que se alinearon con Estados Unidos lo hicieron porque son democracias, con líderes moderados consternados por el desastre en cámara lenta que está ocurriendo en Venezuela.

Asimismo, fue la democracia la que impulsó la otra iniciativa de Lima: el fortalecimiento de la lucha contra la corrupción. El evento demostró que la región puede, de momento, capear el errático comportamiento de Estados Unidos. En comercio exterior, por ejemplo, las amenazas proteccionistas de Trump incluso presentan un lado positivo ya que incentivan a los países latinoamericanos a estrechar sus lazos comerciales.

¿Pero qué pasará cuando los líderes actuales salgan de escena?

La respuesta regional a la crisis en Venezuela ha estado encabezada por el "Grupo de Lima", instituido el año pasado por catorce países fue prudente que Estados Unidos no haya intentado sumarse y dejase que América Latina tome la iniciativa.

El expresidente Pedro Pablo Kuczynski retiró la invitación a Venezuela para el evento, a pesar de las protestas de Cuba y otros países.

Dieciséis participante, incluido Pence, hicieron un llamado a Venezuela para que asegure que las elecciones presidenciales de mayo sean justas y que permita el ingreso de ayuda humanitaria. Era evidente que se sentían frustrados por no poder hacer más.

Es que cualquier sanción suficientemente dura contra el régimen corre el riesgo de afectar a la población venezolana, señaló Martín Vizcarra, que en marzo asumió la presidencia del Perú luego que Kuczynski se viera obligado a renunciar, en parte en parte debido a un escándalo de conflicto de intereses. La respuesta a la crisis venezolana fue tenue porque algunos de los líderes que acudieron a Lima serán reemplazados este año, pero al menos los pesos pesados de América no están mirando en silencio.

El tema elegido por Kuczynski para la cumbre fue "Gobernabilidad democrática frente a la corrupción" luego fue una sus víctimas, fue menos controversial. Todos los países prometieron hacer más para combatir esa plaga, aunque al igual que con la declaración sobre Venezuela, el compromiso es mayormente simbólico. Además, muchos de los asistentes hicieron de predicadores y no de penitentes.

El presidente de Brasil, Michel Temer, exaltó las investigaciones judiciales de sobornos pero no mencionó su tesón para evadir ser procesado; y el de México, Enrique Peña Nieto, destacó el nuevo "sistema anticorrupción" de su país que carece de un fiscal independiente. Fue el ministro de Exteriores de Belice, Wilfred Elrington, quien admitió que "ninguno de nosotros...está en condiciones de arrojar la primera piedra".

La Convención Interamericana contra la corrupción, firmada en 1996 no tuvo éxito en evitarla. Si el "Compromiso de Lima" funciona mejor, será porque la justicia de algunos países está empoderada y los votantes, más indignados. Pero la democracia, que alentó los ánimos en Lima, también podrían enfriarlos.

En México, el favorito para ganar la presidencia es el populista de izquierda Andrés Manuel López Obrador, en tanto que la campaña electoral brasileña no tiene un líder claro, lo cual pone al Grupo de Lima en riesgo de perder a sus dos miembros más importantes.

Los electores podrían ser tentados por populistas que prometen eliminar la corrupción, pero es poco probable que esos candidatos refuercen las instituciones, que son la mejor defensa contra aquella. En suma, la suerte de América Latina podría acabarse y de ocurrir se echará de menos a Estados Unidos como un socio establece la democracia.


Fuente : Gestión, 26 de Abril del 2018.