Carta abierta a los CEOS de empresas que se preparan para abrir su capital

EN LA BOLSA ES OTRA COSA

 

AUTOR: Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez

THE ECONOMIST

 

Querido CEO. Primero que nada, felicitaciones por haber decidido cotizar las acciones de su empresa en la bolsa. Probablemente se sienta muy bien, especialmente porque los sesudos banqueros de Godman Sachs le dijeron que su empresa es una de las más impresionantes que han visto y que le harán un descuento de 4% en la comisión que cobran para preparar la oferta pública inicial (OPI).

Desafortunadamente, las cosas comenzarán a empeorar antes de que mejoren. Una OPI es como tener hijos: meses de espera, un parto agonizante y, luego de eso, su mundo ya no será el mismo. Al menos no está solo, pues los volúmenes de OPI en Estados Unidos están en su mayor nivel en tres años. En China, se espera que un montón de estrellas tecnológicas salga a la bolsa siguiendo el ejemplo de Xiaomi, que lo hizo la semana pasada. En total, este año se podría levantar US$ 200,000 millones globalmente.

Su pesadilla inmediata es el proceso, que es una mezcla de campaña electoral, farsa judicial y triatlón. Tendrá seis meses para formar un directorio apropiado, fijar su estrategia y preparar la documentación legal y financiera. Luego tendrá que promocionarse. Espere a visitar hasta cien administradoras de fondos en pocas semanas, entrénese para decir lo mismo diez veces al día y para lucir profundamente interesado ante las preguntas de MBA treintañero.

A menos que haya un crash bursátil este año, es casi seguro que podrá listar su empresa, aunque su valuación podría ser inferior de lo que usted esperaría Xiaomi fue valuada en US$ 54, 000 millones, no en los US$ 100, 000 millones que quería. No obstante, el verdadero shock tendrá lugar después de la OPI.

El tiempo se esfumará: reserve un 25% de su agenda para la elaboración de estados financieros, discursos en conferencias de accionistas y reuniones con administradoras de portafolios. Estas citas le parecerán extremadamente asimétricas, de modo que tendrá que ser consistente y sereno. Los abogados examinarán lo que usted diga para asegurarse de que no infrinja la ley. Asimismo, está mal visto que comente sobre el precio de sus acciones o que critique a los financistas.

Por su parte, los inversionistas pueden hacer lo que les plazca. A veces, dicen tonterías; no tienen que revelar sus agendas y esparcen chismes para especular. Si poseen acciones de su empresa, pueden venderlas en cualquier momento.

Y justifican esto está invocando los "derechos de los accionistas". Incluso con los reflexivos, tendrá que articularse de otra manera.
Usted suele ser visionario, apasionado e irreverente. Sus nuevos amigos financieros serán abstractos y obsesionados con las cifras, y les encantará compararlo con sus competidores. También tendrá una nueva e íntima relación: con el precio de la acción de su empresa. Contrariamente al cliché, no será esclavo de sus fluctuaciones de corto plazo pues los mercados financieros son mucho más sofisticados.

Pero tampoco se podrá limitar a manejar la empresa y "dejar que el precio de la acción se ocupe de sí mismo". Muchos empleados poseerán acciones o tendrán opciones sobre acciones, de modo que harán un estrecho seguimiento, mientras que los directores independientes usarán ese precio como un indicador de su desempeño como CEO.

Inconscientemente, la cotización en bolsa alterará su forma de pensar: usted suele tomar decisiones estratégicas a las que su equipo se compromete, pero el precio de la acción obliga a tomar decisiones dinámicas sobre el largo plazo que ocasionará que dude de sí mismo como nunca antes. Tendrá que aprender a aguantar las críticas.

Por último, su autoridad se debilitará. Sus antiguos camaradas los de peinados extravagantes pero ideas brillantes y lealtad total, tendrán que ocultarse en el sótano.

Serán los subordinados acicalados, que sostienen las relaciones con los inversionistas, quienes empezarán a actuar como sus iguales. Los accionistas activistas podrán atacar, exigiendo que todo el efectivo acumulado para los malos tiempos sea gastado en una recompra de acciones. Incluso podría lidiar con una oferta de compra hostil, que a usted le parecerá un violento golpe de Estado.

Una vía para protegerse es mantener el control de voto, pero puede hacer más que eso. Halle subordinados confiables que puedan hablar en su nombre, atraiga fondos que invierten en acciones blue chip para que actúen como accionistas ancla y reflexione profundamente sobre su plan, y manténgase firme. Con el tiempo, verá las ventajas de cotizar en bolsa.

Podrá usar sus acciones para adquirir rivales o levantar capital, aprovechar la información de los mercados financieros para recabar datos útiles y aprenderá a identificar cuando los críticos tengan razón. Los procesos, la gobernanza, la disciplina y la consistencia son aspectos que las empresas tienen que perfeccionar si buscan crecer.

Con suerte, su reino privado evolucionará en una institución, con su propia identidad. Así que cuando toque la campana en la bolsa recuerde, con una sonrisa, que lo que no mata, hace más fuerte.


Fuente: Gestión, 17 de Julio del 2018.