La designación de un juez cuestionado pondrá en juego la legitimidad de la Corte Suprema de Estados Unidos.

PELIGRO CONSTITUCIONAL

 

 

AUTOR: Paul Krugman

Premio Nobel de Economía 2008

 

En lo esencial, el intento de colocar a Brett Kavanaugh en la Corte Suprema de Estados Unidos se asemeja mucho a la manera en que los republicanos aprobaron la rebaja de impuestos. Nuevamente, vemos un proceso apresurado y parcializado, con los líderes del partido reteniendo mucha información que debiera formar parte de la deliberaciones en el Senado.

Nuevamente, el resultado dependerá del tribalismo: a menos que algunos republicanos descubran que tienen consciencia, votarán en bloque pese a que sabrán que estarán abdicando su deber constitucional. Es cierto que, al menos, se realizaron audiencias, lo que no se hizo con la ley tributaria, pero Kavanaugh se rehusó a responder hasta preguntas simples, mostrando una actitud evasiva que se contradice con la probidad que se solía esperar de los jueces supremos.

Pero la real diferencia con la ley tributaria es que en ese caso solo hablábamos de un par de millones de millones de dólares. En cambio, ahora estamos hablando del futuro de la repúbica. Es que si Kavanaugh es confirmado en el cargo, se configurará el escenario para múltiples crisis constitucionales, pues el país tendrá que atravesar una era turbulenta en la que dos puestos de la Corte Suprema habrán sido sustraídos-en el primer caso (2016), los republicanos rechazaron al juez nominado por Obama-.

Así que tendrán dos magistrados escogidos por un presidente que perdió el voto popular y obtuvo la ayuda de una potencia hostil. ¿Se comportará el juez supremo Kavanaugh con la cautela apropiada ante esta situación tan tirante? Bueno, milagros de rendención personal ocurren, pero es muy improbable.

Al contrario, todo indica que si es confirmado, él y sus colegas absusarán de su poder a todo nivel.

Después de todo, ¿qué conocemos de Kavanaugh? Hay mucho que ignoramos, gracias a la inédita manera en que los republicanos y el Gobierno de Trump están bloqueando miles de páginas de sus antecedentes. Y esos archivos deben ser realmente comprometedores, teniendo en cuenta lo que sí se sabe-que en épocas normales hubiera sido más que suficiente para descartarlo como potencial miembro del máximo tribunal del país-.

Recordemos que se curtió en una investigación a Bill Clinton, que fue una genuina caza de brujas que consumió siete años y decenas de millones de dólares sin que se hallara ninguna evidencia de irregularidades, y luego trabajó en la Casa Blanca de George W. Bush, que hizo de la tortura una parte rutinaria de su política gubernamental.

El 2006, en su audiencia de confirmación como juez de una corte de apelaciones, declaró que no jugó ningún rol en tales decisiones. ¿Dijo la verdad? La respuesta podría estar en esos miles de páginas que el Gobierno de Trump se niega a divulgar. Lo extraño es que Kavanaugh emergió de esa experiencia como alguien que se cree que los presidentes no deben estar sujetos a investigaciones judiciales.

Entretanto, acumuló una trayectoria como juez de apelaciones que lo coloca muy a la derecha en temas que van desde el medio ambiente y los derechos laborales, hasta la discriminación. Sus posturas contrarias a los trabajadores son especialmente extremas, incluso para un conservador. En conclusión, si Brett Kavanaugh semeja y habla como un operador político de la derecha, es casi seguro que lo sea. Esto me trae de vuelta a las crisis constitucionales que se avecinan.

La pregunta inmediata es cómo manejará la Corte Suprema la obstrucción a la justicia que ejecuta Trump, y que probablemente alcanzará niveles épicos dentro de muy poco. Quienes piensen que Kavanaugh no le brindará total respaldo, entonces que compren los milagrosos suplementos dietéticos (que algunos comentaristas políticos ultraconservadores venden). Aparte de eso, ¿qué pasará si los democrátas retoman el Congreso y la Presidencia, y buscan avanzar con una agenda de centroizquierda? Lo que quiero decir es aplicar medidas como la expansión del seguro médico y el alza de impuestos a los ingresos elevados-que no son radicales y cuentan con amplia aprobación popular-.

Pues todo apunta a que una Corte Suprema con Kavanaugh se traerá abajo todo lo que los funcionarios electos intenten hacer. Eso destruirá la legitimidad de la corte y podrá al descubierto su parcialidad-basada en dos puestos sustraídos-. De hecho, la carnicería constitucional podría comenzar el próximo año.

Ya sabemos que si los republicanos retienen el control en las elecciones de noviembre, actuarán velozmente para destruir Obamacare y arrebatar el seguro médico a millones. Pero incluso si pierden, ¿cuáles son las probabilidades de que si Kavanaugh es confirmado, la Corte Suprema encuentre alguna excusa para declarar inconstitucional esa ley? Pues ciertamente son bastante altas.

Por ello, hagamos un pedido de último minuto a los senadores republicanos que se interesen por el futuro del país, si es que todavía hay alguno: no lo hagan. Votar por Kavanaugh será votar para destruir la legitimidad de una de las últimas instituciones federaless que aún quedan en pie.


Fuente: Gestión, 12 setiembre del 2018.