LA DESCONEXIÓN CHINA

 

 

Por Krugman

 

Las autoridades monetarias suelen hablar en código. Por eso cuando Ben Bernake el presidente de la Reserva Federal (FED) habló recientemente sobre Asia, los desequilibrios internacionales y la crisis financiera, no criticó específicamente la atroz política monetaria de China.

 

Algunos antecedentes

El valor de la moneda china, a diferencia de, digamos, la libra esterlina, no es determinado por la oferta y la demanda. Por el contrario, las autoridades chinas obtenían el valor que deseaban del yuan comprando o vendiendo su moneda en el mercado internacional, una política que fue posible debido a las restricciones que se dictaron sobre los inversionistas privados para que trasladen su dinero dentro o fuera del país.

 

No hay nada necesariamente malo en una política de ese tipo, especialmente en un país todavía pobre cuyo sistema financiero podría ser fácilmente desestabilizado por flujos volátiles de capital golondrino. De hecho, ese esquema le sirvió a China durante la crisis financiera asiática de fines de los 90. Sin embargo, la pregunta crucial es si el valor artificial del yuan es razonable.

 

Hasta alrededor del 2001, se podía argumentar que sí lo era: la posición de cambio de China no estaba demasiado desequilibrada. Pero desde entonces, la política de mantener fijo el tipo de cambio yuan-dólar se tornó creciente bizarra. En primer lugar, el valor del dólar comenzó a caer, en especial frente al euro, de modo que al mantener fijo el tipo de cambio yuan-dólar, lo que las autoridades chinas estaban haciendo era devaluar su moneda con respecto a todas las demás. Mientras tanto, la productividad de la industria exportadora china se disparó y combinada con la devaluación de facto, provocó que los productos chinos se volviesen extremadamente baratos en todo el mundo.

 

Superávit comercial

El resultado fue un inmenso superávit comercial. Si se hubiese permitido que la oferta y la demanda prevalecieran, el valor de la moneda china se hubiese elevado considerablemente. Pero las autoridades no dejaron que eso pase sino que lo mantuvieron bajo mediante la venta de enormes montos de yuanes, adquiriendo a su vez un enorme acopio de activos foráneos, mayormente dólares, que en la actualidad suman alrededor de US$ 2.1 millones de millones.

 

Muchos economistas, yo incluido, creemos que este carnaval de compras de activos ayudó a inflar la burbuja inmobiliaria, la cual preparó el escenario para la crisis financiera global. Pero la insistencia de China de mantener su tipo de cambio yuan-dólar fijo, aun cuando el dólar está en declive, puede hacer mas daño ahora.

 

Pese a que ha habido mucha predicción apocalíptica sobre la caída del dólar, ese declive es en realidad natural y también deseable. Estados Unidos necesita un dólar débil para que ayude a reducir su déficit comercial y mantenerlo así esta haciendo que los inversionistas nerviosos, que vinieron en bandada a cubrirse con la presunta seguridad de los bonos del Tesoro estadounidense cuando la crisis estaba en su punto máximo, estén comenzando a invertir sus dinero en otros sitios.

 

Pero china ha estado manteniendo su moneda fijada al dólar –lo que significa que un país con un colosal superávit comercial y una economía en recuperación, un país cuya moneda debería estar apreciándose, lo que está haciendo es estructurar una gran devaluación.

 

Y eso es algo que es particularmente malo de hacer en momentos en los que la economía mundial permanece profundamente deprimida debido a una demanda que no se ha recuperado. Al manejar una política que mantiene su moneda débil, China está afectando esa demanda y, por ende el crecimiento en casi todos lados. Las principales victimas, por cierto, son probablemente los trabajadores en otros países pobres. En tiempos normales, yo estaría entre quienes rechazan los reclamos de que China está robándose empleos de otros países, pero en este momento, esa es la verdad.

 

¿Qué vamos a hacer?

Las autoridades estadounidenses han sido extremadamente cautas en confrontar el problema causado por China, al punto que hace dos semanas el Departamento del Tesoro, si bien expresó su “preocupación”, certifico en un informe solicitado por el Congreso que China no está –repito, no está- manipulando su moneda. Pero están bromeando, ¿cierto?

 

El asunto es que en estos momentos esta pregunta tiene poco sentido. Supongamos que los chinos hiciesen lo que Wall Street y Washington parecen temer que hagan y empiecen a vender algo de su acopio de dólares. Bajo las actuales condiciones, esto ayudaría a que las exportaciones estadounidenses se tornen más competitivas.

 

De hecho, algunos países, notablemente Suiza, han estado tratando de respaldar a sus economías vendiendo sus propias  monedas en el mercado cambiario. Pero Estados Unidos, principalmente por razones diplomáticas, no lo puede hacer; aunque si los chinos decidieran  hacerlo en nuestro nombre, deberíamos enviarles una nota de agradecimiento.

 

El punto es que con la economía mundial todavía en estado precario, las políticas orientadas q ganar  todo en perjuicio del resto no pueden tolerarse con respecto a la  moneda china.

 

Fuente: Diario Gestión (28/10/09)