¿CÓMO IMPULSAR LAS INFRAESTRUCTURA EN L.A.?

 

 

Por David Tuesta

 


El retraso que tienen los países latinoamericanos en términos de infraestructura es dramático. Esta situación tiene una larga historia, aunque se agudiza a partir de la década de los ochenta como producto de las crisis y los consecuentes ajustes fiscales que tuvieron que realizarse y que mermaron la inversión pública en la región. Las estadísticas no mienten cuando señalan que la inversión pública en infraestructura pasó de representar el 4.5% del PBI a mediados de los ochenta, para reducirse a 1.5% del PBI en los noventa. Si bien esta se ha venido incrementando durante la segunda mitad de la última década, no se ha logrado recuperar el nivel pico mencionado.

Además de los números macro, existen varios indicadores que muestran esta problemática. Por ejemplo, Colombia presenta una de las distancias más grandes de los centros industriales a sus puertos marítimos en comparación con otros países competidores. La distancia media en línea recta, desde Bogotá, Medellín y Cali hasta el puerto marítimo es de 271 kilómetros, de acuerdo al Banco Mundial. Esta distancia es 3.2 veces mayor a la observada en Chile, 3.6 veces la de Brasil y casi cinco veces la de China, Corea o Tailandia. En términos de brecha de infraestructura, donde se establece a Alemania como la referencia por ser el país de mejor dotación de infraestructura, se observa el rezago en el cual se encuentran muchos países latinoamericanos. Perú y Bolivia se ubican como los casos más graves con niveles de 5.5 y 6.7. Chile presenta una situación casi de primer mundo, ubicándose como el mejor de la región con un indicador de 1.4. Mientras Brasil, aunque no es el último, presenta un retraso importante, con una brecha de 4.4.

Si bien la falta de dotación de infraestructura puede ser un freno para la competitividad y el crecimiento de los países latinoamericanos, puede suponer al mismo tiempo una oportunidad para los inversionistas a nivel mundial. El Foro Económico Mundial desarrolla un indicador que mide el grado de atracción de cada país a la inversión privada en infraestructura basado en el entorno regulatorio, el marco institucional, la sostenibilidad fiscal, el riesgo político, factores macroeconómicos y rentabilidad de los factores de producción, entre otros. A partir de ello, se observa la enorme potencialidad de países como Chile, Brasil, Colombia, Perú y México, los que detentan los primeros lugares.

Este potencial, sin embargo, es necesario activarlo. Es decir, poner en marcha un conjunto de acciones que permitan implementar la posibilidad de atraer recursos para el desarrollo de las infraestructuras. En un estudio realizado recientemente por el BBVA: "Balance y proyecciones de la experiencia en infraestructura de los fondos de pensiones en Latinoamérica", se encuentra que los países enfrentan diferentes cuellos de botella dentro de los procesos de desarrollo de proyectos de inversión en infraestructura. Estas restricciones, dependiendo del país, se pueden encontrar en las fases de estudio de factibilidad del proyecto, de los análisis costo-beneficio del mismo, de la poca eficiencia en los procesos de concesiones, entre otros.

¿Cómo impulsar entonces mayores inversiones en infraestructura en Latinoamérica? Viendo las limitantes anteriores, es claro que se requieren reformas amplias en todo el proceso de desarrollo de proyectos de inversión. Primero, es necesario contrastar la opinión de los diferentes agentes interesados y relacionados con el desarrollo de las infraestructuras, para obtener así un consenso de partida sobre la problemática existente. En segundo lugar, será necesario institucionalizar los modelos de análisis costo-beneficio que permitan contrastar la viabilidad financiera de una infraestructura de manera transparente. Tercero, y relacionado con lo anterior, revisar minuciosamente las leyes de concesiones de modo que sean transparentes, eficientes y mitiguen el riesgo
regulatorio.

Latinoamérica vive una etapa de crecimiento con amplio potencial, además, para atraer inversión. Esta es una oportunidad que la región no puede perder, debe aprovecharla implementando todas las reformas necesarias que permitan mejorar los complejos procesos que llevan a una mayor inversión en proyectos de infraestructura.

 

Fuente: Diario Gestión (20/07/10)