LA CRISIS NO ES
IGUAL A OPORTUNIDAD
(POR MAS QUE LOS CHINOS DIGAN LO CONTRARIO)
Por Alejandro Formanchuk
“La crisis es
una oportunidad”. ¿Escuchó alguna vez esta afirmación? Yo sí, por lo menos 500
veces. La última vez fue hace un par de semanas, durante un congreso de líderes
en Buenos Aires. No aguanté la curiosidad y le pregunté al expositor por qué
sostenía con tanta convicción esta idea, y su respuesta fue: “Porque el
ideograma que los chinos usan para nombrar 'crisis' se construye por
yuxtaposición de los correspondientes a 'peligro' y 'oportunidad'”. Acto seguido
me mostró con orgullo el famoso ideograma aplicado a todo tamaño sobre una
filmina de Power Point.
Fue una maravillosa explicación tautológica. Peligrosa también. Los clisés
bloquean el pensamiento porque se repiten ad nauseam y se convierten en verdades
incuestionables, en sedimento mental difícil de remover.
Quiero “deshacer” esta “frase hecha”, o al menos deshilacharla un poco,
enumerando algunas razones por las cuales considero que las crisis no son
sinónimo de oportunidad:
• Por puro sentido común: La crisis es crisis y la oportunidad es oportunidad.
No son términos intercambiables. Una persona que busca una “oportunidad laboral”
jamás diría: ¿Me das una “crisis laboral” para trabajar en tu empresa?
• Porque genera emociones negativas: Las crisis traen más dolor que felicidad.
No tengo datos estadísticos, pero creo que cuando las cosas se ponen feas es
mayor el porcentaje de personas que se angustian, se deprimen o se asustan, que
de las que se ponen contentas y entusiastas. Las emociones negativas no son el
mejor combustible para echar a andar el motor de la creatividad o la
inspiración.
• Porque obliga a reaccionar sin pensar: Es natural que una persona que está en
peligro haga algo para intentar salvarse. Pero es muy probable que esa acción
que emprenda sea ineficaz porque tuvo que decidirla bajo presión y en poco
tiempo. La crisis es el caldo de cultivo de las reacciones y, si bien pueden ser
“salvadoras”, nunca van a ser mejores que las ideas que se planifican con
tiempo, recursos suficientes y tranquilidad.
• Porque obliga a aprender demasiado rápido: Muchas veces se sostiene que la
crisis es positiva porque obliga a las personas a salir de la modorra,
reinventarse y aprender cosas nuevas. Sin embargo, yo no encuentro nada positivo
en que un naufragio me brinde la “oportunidad” de aprender a nadar en cinco
minutos. Prefiero tomar clases dos veces por semana en la piscina de un club y
comenzar en la parte bajita.
• Porque no potencia la creatividad: Si fuera cierto, las creaciones más
geniales de los últimos años tendrían que haber surgido de países quebrados. Por
ejemplo, en la Argentina sufrimos un gran golpe en 2001, y sin embargo ese año
ningún compatriota realizó un descubrimiento significativo en ingeniería
genética, tecnologías de la información, energía renovable, ni a nadie se le
ocurrió crear Facebook o Twitter, ni se presentaron teorías novedosas en campos
referidos a la política, la sociología, la psicología y demás. Es cierto que
surgieron ideas originales como los “clubes del trueque”, por ejemplo, pero
fueron estrategias de supervivencia más que proyectos a largo plazo.
• Porque crea falsos emprendedores: Una cosa es abrir un negocio por decisión, y
otra es hacerlo por desesperación. Una crisis genera falsos emprendedores:
personas que tienen que crear un negocio propio para tener alguna fuente de
ingreso. Por lo general, suelen ser de corto aliento y desaparecen cuando el
individuo puede reinsertarse en el mercado laboral.
• Porque impulsa el conservadurismo y retrae el consumo: Los contextos negativos
hacen que la gente piense tres veces antes de abrir un negocio, cambiar el auto,
invertir en educación, tener un hijo, hacer un viaje, prestar dinero o invertir.
La crisis retrae el consumo, la producción y por ende las oportunidades. Y
aunque siempre habrá alguno que encuentre la forma de hacerse millonario en
medio de las ruinas, a nivel global todos nos empobrecemos.
• Porque para ganar, otro tiene que perder: Las oportunidades son siempre a
expensas de otro. Por ejemplo, una crisis puede ser una oportunidad para las
agencias que se especializan en publicidad digital porque muchos anunciantes ya
no pueden invertir fortunas en filmar spots y pautar en televisión. Estas
agencias ganan dinero porque lo pierden las tradicionales. A nivel doméstico,
una persona puede encontrar la ocasión ideal para comprarse un departamento a
bajo precio solamente porque otro necesita venderlo rápido para conseguir
dinero. Los momentos de estabilidad económica son mil veces mejores porque
brindan oportunidades genuinas y el crecimiento de un sector no depende del
derrumbe del otro. Hay suficiente para todos, se multiplica la riqueza, se
agranda la “torta”.
• Porque puede sacar lo peor del ser humano: La crisis muchas veces pulveriza la
inteligencia de una sociedad y la lleva a buscar chivos expiatorios, “cazar
brujas”, encantarse por líderes negativos, adoptar pensamientos maniqueos o
comprar soluciones mágicas y rápidas. La historia está llena de ejemplos.
• Porque genera cambios falsos: Es cierto que una crisis provoca que las
personas, empresas o países cambien sus actitudes o comportamientos. Pero por lo
general son cambios falsos porque nacen de la desesperación y no de una elección
libre. Por eso cuando la crisis termina suele restablecerse la situación
anterior y todo vuelve a foja cero. Yo lo comparo con una persona que luego de
recuperarse de un infarto promete que va a comenzar a hacer ejercicio todas las
mañanas, a comer alimentos saludables, a trabajar menos horas. ¿Qué sucede
después? Apenas mejora vuelve a comer hamburguesas con papas fritas tirado en un
sillón y con una cerveza.
• Porque genera un orgullo incomprensible: Viajo mucho por América Latina, casi
la mitad del año estoy fuera de Buenos Aires, y en todos los países me encuentro
con gente que está orgullosa de la “creatividad de su pueblo” y de que “siempre
se las arreglan para sortear todos los problemas”. Yo me pregunto: si la crisis
nos hace ser tan inteligentes, ¿por qué no somos capaces de solucionar los
problemas de fondo? Sinceramente, yo no quiero que los argentinos, chilenos o
colombianos, seamos tan creativos. Prefiero que seamos bien “lentos y bobos”
como la gente de esos pobres pueblos de Suiza, Noruega o Finlandia, que tienen
que sufrir los males de la estabilidad, el pensamiento a largo plazo y la
certeza.
• Porque se la convierte en una solución: Mi papá es polaco y mi mamá hija de
italianos y franceses. Recuerdo que cuando era chico, mis abuelos filosofaban
acerca de la Argentina y me explicaban que mi país no era una “potencia mundial”
porque, paradójicamente, lo teníamos todo: mar, tierra, ganado, minerales,
petróleo, buena educación, etc. Aún hoy escucho a muchos compatriotas decir que
nuestro problema es que “nunca pasamos hambre ni nos tiraron una bomba atómica”.
Estos razonamientos le atribuyen a la crisis un carácter redentor y, quienes lo
sostienen, suelen poner el ejemplo de Japón o la Europa de postguerra. Yo
siempre desconfié de esas “explicaciones”, aun de chico. ¿Esos países son
prósperos gracias a la crisis o a pesar de ella? Porque EE.UU. lo tiene todo,
como la Argentina, y es potencia, y por otra parte, existen otros que tuvieron
la “fortuna” de tener muchísimas crisis y siguen siendo pobres.
Ideas finales llenas de oportunidades
Muchas tonterías nacen de buenas intenciones. Aquellos que repiten que la crisis
es una oportunidad, lo hacen porque son buenas personas y quieren que la gente
no se paralice ni se sienta víctima de las circunstancias. Pero lamentablemente
caen, sin darse cuenta, en la misma trampa que intentan sortear: el
determinismo. Porque según su punto de vista, el ser humano depende de tener el
agua al cuello para querer aprender a nadar.
Propongo una alternativa constructiva: considerar que la crisis no es una
oportunidad sino que uno mismo lo es. Que encontrar y generar oportunidades
depende de nosotros, y que no necesitamos de crisis para despertar de modorras o
sinapsis quebradas. En una palabra: volver a confiar en nuestra capacidad de
acción y celebrar la estabilidad, porque cuando las cosas marchan bien se amplía
el campo fértil donde sembrar y cosechar un buen futuro.
Fuente: www.sht.com.ar