LA RUTA DE LAS CATARATAS
“El paraíso está cerca. A una hora y media del infierno”, nos dice una relajada
visitante bajo las cataratas de Huanano. Esta frase no resulta exagerada, si uno
tiene en cuenta que al lado de la ruidosa y gris Lima se encuentra un oasis de
color y tranquilidad. El paisaje es el siguiente: una caída de agua de 40 metros
en medio de tierras fértiles; al lado, una gigantesca pared que parece haber
sido pulida para escalar; abajo, niños jugando en una pequeña e inofensiva
laguna y un poco más allá, personas de todas las edades embelezadas por el grato
panorama. La coronación es un arcoiris que durante todo el año adorna a la
pequeña catarata.
Esta suerte de paraíso se localiza en los distritos de Matucana y San Jerónimo
de Surco, en Huarochirí. Aquí un grupo de cascadas y caminos naturales ayudan al
visitante a olvidarse de las preocupaciones citadinas.
Los caminos parecen haber sido hechos con la intención de no discriminar. Sharon
Francia, guía turística de Incatrek, asegura que se trata de caminatas “para
niños de 3 a 80 años”. Ella conoce bien el lugar pues desde hace más de dos años
trae turistas a esta zona.
Huanano, nivel 1
Si uno viaja en familia, con niños pequeños y abuelos, este recorrido es ideal.
En el distrito de San Jerónimo de Surco (kilómetro 67 de la Carretera Central)
empieza un amigable camino de aproximadamente 45 minutos. En él se hallan
atractivos naturales y culturales. Las frutas y plantas típicas de esta zona,
como el molle o el cactus de San Pedro, rodean unas pequeñas cuevas que los
primeros pobladores del río Rímac (1200 a 1400 d.C.) utilizaron como estructuras
funerarias.
A modo de descanso y a pocos minutos de llegar a la catarata está el mirador de
Quisno. Desde aquí uno puede recuperar el aire, apreciar y fotografiar el valle
y prepararse para la catarata de Huanano.
Lo más llamativo de esta caída de agua es el colorido efecto similar a un
arcoíris. Francia asegura que “no hay pierde. Este arcoíris lo encuentro cada
vez que vengo”. Y es que la combinación de agua y luz no falla, este alegre
espectáculo convence al caminante más flojo de que el recorrido vale la pena.
Antankallo, nivel 2
Para llegar hasta esta caída el esfuerzo debe ser mayor, pero la recompensa es
más grande. Este camino se inicia en Matucana (kilómetro 74 de la carretera
Central). El visitante debe seguir el cauce del río Huanumayuc. En el recorrido,
de dos horas, se encuentran formaciones rocosas con sugerentes imágenes como la
“Cabeza del León” o la “Cara de Cristo”.
Otro atractivo son las cuevas de Vicky y su particular flora. Esta formación
construida por antiguos deslizamientos ha permitido que crezca musgo y cactus
con poca exposición a la luz solar. Antes de llegar a la cascada se debe pasar
por un puente colgante de madera y otra quebrada con pequeñas caídas de agua.
Por último, se llega a una especie de anfiteatro de paredes de roca que acoge a
Antankallo. La caída de 50 metros y la paz de este espacio hacen recomendable a
esta catarata.
Songos
El ascenso hasta este lugar dura en promedio dos horas, pero las dificultades
que debe superar el visitante son mayores. En el pueblo de Songos, a la altura
del kilómetro 63 de la Carretera Central, se inicia un sendero angosto y por
momentos empinado.
El camino es zigzagueante y se necesita sogas para ascender y caminar. Durante
el recorrido se encuentran pequeñas cascadas y frutas locales como tunas,
nísperos y manzanas. Las ligeras dificultades solo hacen de este un camino más
divertido.
El final del recorrido es un lugar llamado "Los Toboganes" donde el agua se
desliza por grandes toboganes naturales de piedra.
Palakala
1 Esta es una de las más impresionantes y menos visitadas. Y es que para llegar
hasta aquí hay que caminar cinco kilómetros.
2 La ruta se inicia en San Jerónimo de Surco y dura cuatro horas. La caída de
agua se ubica a 2,600 m.s.n.m.
3 El camino está lleno de flores y frutas. La hermosa campiña hace que cada
minuto de las cuatro horas de caminata valga la pena.
Por:
Valle de
Luciano Gorriti Robles
Fotos: Miguel Ponce
Fuente: Diario El Peruano (15/09/10)