LA INNOVACIÓN EN EL TRATAMIENTO DEL RIESGO
 

 

 

Por Ignacio Basombrío

 

 

Luego de la gran crisis económica internacional, tanto en las empresas de los principales países industrializados, en particular los Estados Unidos de América, como en las instituciones académicas, se ha iniciado un proceso destinado a evaluar cuáles fueron las razones que explican los serios problemas originados, en buena parte, por errores de gestión, en empresas que se consideraban sólidas y con adecuados mecanismos de administración interna.

Un reciente trabajo del profesor Michael Schrage (1) enfatiza en el tema del riesgo como un elemento que debe ser adecuada y enérgicamente comprendido y aplicado para hacer posible el desarrollo de actividades empresariales destinadas a lograr resultados positivos tanto en el corto como, especialmente, en el medio y largo plazo.

Schrage es considerado como uno de los más distinguidos economistas de la innovación, por enfatizar en la importancia de reconocer el papel de los consumidores en el proceso de incorporación de nuevos productos.
 


Lecciones recientes
Lo ocurrido con el sistema bancario estadounidense, por ejemplo, acredita que las limitaciones en la percepción de las dificultades que podrían presentarse en el futuro determinaron niveles de imprevisión y de confianza ilimitada, tanto en la solidez del sistema financiero como en el comportamiento de los mercados.

Por tal razón, los conceptos del tratamiento del riesgo comienzan a formar parte importante de la agenda actual de las empresas y de los programas de trabajo de los órganos de alta dirección.

Uno de los puntos que señala el profesor Schrage se refiere a las prioridades y futuros escenarios de riesgo.

En efecto, es necesario tener una clara noción sobre los aspectos que pueden, en un negocio determinado, constituirse en elementos que puedan afectar el desarrollo normal de las operaciones o el cumplimiento de las metas y objetivos.

Por otro lado, los ejercicios de prospectiva, en esta etapa de rápidas y profundas transformaciones tecnológicas, adquieren una mayor relevancia. Los riesgos no solo deben ser asumidos sobre la base de los criterios tradicionales que consideran, entre otros, los elementos de naturaleza financiera. Además, en la proyección hacia el futuro se deben incorporar variables vinculadas con las innovaciones, el comportamiento de la economía global o el cambio de las preferencias de los consumidores.

Tal como lo señala un estudio de KPMG (2), "los líderes enfrentan una variedad de nuevos desafíos en su intento de maximizar el valor. La globalización, los e-business, las nuevas sociedades organizacionales y la velocidad cada vez mayor de la actividad de los negocios están cambiando rápidamente y expandiendo los riesgos que la organización enfrenta. Un resultado importante es que la administración de riesgo se debe extender ahora más allá de los peligros tradicionales financieros y asegurables, para abarcar una amplia variedad de riesgos estratégicos, operacionales, de reputación, regulatorios y de información".
 


Consenso y transparencia
Es importante señalar que las ideas y preocupaciones sobre los riesgos deben ser el producto de procesos interactivos de reflexión y de consulta. De tal manera, los accionistas de las empresas puedan tener la posibilidad de realizar contribuciones sustantivas destinadas a lograr la identificación de los problemas y de los riesgos inherentes a la gestión y al desarrollo de los negocios.

Tal es un asunto de la mayor importancia para asegurar un avance sustentable de las operaciones de las empresas y estar, por tanto, en capacidad de superar aquellas limitaciones o problemas de naturaleza estructural que puedan derivarse de una inadecuada apreciación de los factores de riesgo.

Por último, la recomendación de los expertos es no incorporar más reglas destinadas a normar los criterios de identificación y evaluación de los riesgos que pueden experimentarse por las empresas. Antes bien la recomendación es de naturaleza estructural, en la medida en que lo requerido es tener una mayor capacidad de cohesión al interior de las empresas, con más transparencia en el contexto de una gestión comprometida con el objetivo de los negocios.

 


Fuente: Diario Gestión (16/11/10)