LAS RAÍCES DE
NUESTRO SISTEMA ECONÓMICO Y DEL RÉGIMEN RENTÍSTICO
Y LAS RAZONES DE NUESTRO DETERIORO INSTITUCIONAL
Por Raúl E.
Cuello
A modo de prologo
Las reflexiones político-económicas, constituyen un pretencioso intento de
justificar la inconsistencia de los esfuerzos que conlleven a un país distinto y
mejor al que constituimos, en tanto y en cuanto se concentren en políticas
económicas y sociales carentes de una visión abarcativa de nuestra realidad y
desconectadas del orden político que pretendieron forjar nuestros Padres
Fundadores. El fracaso de concretar en realidades, sus sueños, carece de
responsables con nombres y apellidos. Es un modo de ser de los argentinos que no
hemos logrado sintetizar nuestros intereses como ciudadanos de un país federal.
Tampoco el problema nace ahora, tiene sus raíces en la época de nuestra
formación como Nación. Raíces que fueron distorsionadas con el transcurrir de
los tiempos hasta alejarse de sus orígenes.-
La revolución industrial y sus efectos
Antes de Mayo de 1810, la Revolución Industrial había producido cambios en el
mundo con repercusiones prácticas más profundas que la Revolución Francesa que
fue de carácter doctrinario. A partir de entonces la producción inglesa es
superior a su capacidad de consumo y debe conseguir mercados exteriores.
Fracasan sus intentos respecto de Estados Unidos que se manifiesta como una
nación proteccionista. La política inglesa es diseñada e implementada en función
de la producción industrial y por eso Pitt dice “para Inglaterra, defender el
comercio o perecer”
Esta aspiración se ve consolidada cuando la Constituyente Francesa declara,
inocentemente, el 4 de agosto de 1789, “abolidos los obstáculos al comercio
internacional”. Así, al compás de la Marsellesa, Francia se ve inundada de
productos ingleses que arruinan a sus manufacturas. Europa se empobrece y sus
hombres de gobierno consideran que esto así debía ser porque lo había
pontificado Adam Smith. La riqueza está en la libertad, decían, pero no habían
leído el título de la obra: “La Riqueza de Las Naciones”
Entonces irrumpe en la escena el defensor de los intereses franceses: Napoleón,
que unifica a Europa para defenderla de la agresión económica inglesa, al punto
de imponer en 1804 el bloqueo continental prohibiendo la importación de
Inglaterra. Cerrado el acceso a Estados Unidos, sólo le quedaban a Inglaterra
Portugal, Brasil, las posesiones coloniales de otros países y la América
Española.-
En el plano militar surge la coalición de Inglaterra con Austria, Prusia y Rusia
que Pitt consideraba suficiente para derrotar a Napoleón. Pero este se hace
aliado de España cuando los ingleses atacan cuatro fragatas españolas en Cádiz
el 5 de octubre de 1804. En estas condiciones, era imprescindible el dominio del
Canal de la Mancha para desembarcar en Inglaterra, lo cual lleva al
enfrentamiento de ambas escuadras, la inglesa y la franco-española en Trafalgar,
un cabo frente a Cádiz. El almirante Nelson afirma con su triunfo la hegemonía
inglesa de los mares. Pero un mes más tarde, los rusos y austríacos son vencidos
en Austerlitz con lo cual el continente queda dominado por Napoleón.-
Es entonces cuando los ingleses se apresuran a intentar apoderarse de las
colonias Europeas, entre las que se destacan el Cabo de Buena Esperanza con y
las de Montevideo y Buenos Aires. En el Río de la Plata dos intentos fueron
rechazados por los habitantes de la Colonia Española. Pero aun perdidosa
Inglaterra cumplió con su objetivo de lograr asentar la piedra fundamental del
comercio e influir en la política en el Río de la Plata.-
Más tarde, cuando España se declara enemiga de Napoleón al ser invadida por éste
y aliada de Inglaterra el proceso se facilita para los intereses ingleses.-
En resumen, dos potencias enfrentadas con ámbitos de intereses distintos e
ideologías distintas: Inglaterra dominante de los mares, Napoleón dueño del
continente. Liberales los primeros, proteccionistas los segundos. En el ínterin,
Estados Unidos seguía la expansión hacia adentro de su territorio con un enfoque
proteccionista hacia afuera.-
Los intereses económicos en Buenos Aires
En Buenos Aires, cabecera del Virreinato del Río de la Plata, existían dos
grupos económicos bien diferenciados, los comerciantes monopolistas y los
vinculados con la ganadería vacuna. Aquellos importadores, estaban autorizados
por la Corona para comprar y vender los productos que llegaban desde España y a
precios muy caros, porque normalmente tenían como puertos de origen los ingleses
y los franceses, lo cual convertía a la península española en un intermediario
inútil. A su vez, los ganaderos querían exportar libremente a Inglaterra que era
el destino casi excluyente de la carne vacuna.-
En medio del marco internacional y con tal estructura económica, la situación
del virreinato era, luego de las invasiones inglesas, en 1809 casi caótica
debido a que la guerra de España contra Napoleón limitaba el comercio y producía
una enorme reducción de los recursos financieros.-
En esas circunstancias, el Virrey Cisneros dicta, con la oposición del
Consulado, un reglamento provisorio de libre comercio por el que quedaba
autorizado el comercio con Inglaterra. Los comerciantes se opusieron y lograron
que el apoderado del Consulado enviara una nota de protesta a Cisneros. Esa
presentación es replicada por otra cuya autoría se adjudica a Mariano Moreno
conocida como “La Representación de los Hacendados” por el que se defiende la
libertad y el derecho a comerciar libremente.-
Se acerca de este modo Moreno a los sectores revolucionarios disconformes con el
gobierno colonial, lo cual lo lleva más tarde a ser designado Secretario de la
Primera Junta. Así pudo impulsar la apertura de varios puertos al comercio
exterior, reducir los derechos de importación y redactar un reglamento de libre
comercio. Los sectores con los que se identificaba Moreno encarnaban los
idearios de cambios muchos más que administrativos, procuraban cambios
políticos, económicos y sociales.-
La política y las ideas en Buenos Aires
Los habitantes de Buenos Aires estaban divididos en distintos partidos,
expresión cada uno de intereses e ideas distintas. El de más importancia era el
autodenominado “Patriota” Estaba formado por quienes más activos habían estado
en la Defensa y Reconquista. Sus Jefes eran Liniers y Álzaga. Constituían la
expresión de quienes estaban arraigados en estas tierras contra todo lo que
fuera europeo. Su fidelidad era a la patria (de allí su nombre) y al Rey.-
Le seguían “los Regalistas”, formado por los funcionarios, los miembros del
clero, los oficiales de la Marina y algunos veteranos de Tierra, y algunas
familias que consideraban que el predominio de la Metrópoli sobre la Colonia no
podía discutirse.-
Finalmente estaban “los Ilustrados”. Fueron los “jóvenes de las luces”, los que
nutrieron con sus ideas los ideales de Mayo. Se trataba de un conjunto de
jóvenes con formación universitaria, para quienes la Patria no era la Ciudad ni
la Nación. Querían constituir el Estado perfecto, el de Rousseau en el que
naturalmente ellos se reservaban el rol de conductores debido a considerarse la
“clase ilustrada”. Se trataba de un mundo idílico libre de ataduras políticas y
monopolios.-
Buscaban reemplazar “el estado de bien común” propio de la Corona, por “el de la
soberanía popular” Este era el paradigma que los animaba y que por medio de una
lenta transición conduciría a la “regla de las mayorías”
El grupo de los iluminados se reunía en el café de Marcos bajo la jefatura de
Castelli y lo integraban su primo, Manuel Belgrano que como el primero eran
abogados, Vieytes (industrial), Padilla (periodista), los hermanos Rodriguez
Peña y Berutti (rentistas). En términos actuales el grupo eran los progresistas
por el desapego que tenían de todo lo que fuera español lo cual era asimilado a
oscurantismo y atraso. En su idealismo no advertían que abrían la posibilidad de
cambiar el coloniaje español por el inglés, como más tarde sucedió pero bajo
otras formas décadas más tarde, aunque bajo otras formas.-
Los patriotas del interior, proteccionistas como buenos mercantilistas que eran,
defendían sus industrias y artesanías, cosa que no ocurría con los del puerto
porque carecían de industrias, no obstante lo cual se oponían al librecambismo
para mantener la unidad política con la Patria Grande. Lo propio acontecía con
los regalistas. En cambio “los alumbrados” liberales y progresistas, eran
incondicionales de Adam Smith, aunque también de Quesnay el padre de la
fisiocracia. Y de Montesquieu, Voltaire, Diderot y Rousseau fuentes políticas
inspiradoras de todos los jóvenes de este ideario. El apego a las cuestiones
vinculadas con la tierra, queda manifestado en el siguiente párrafo de la
Representación de los Hacendados: “Fomentada la tierra, enriquecida la
agricultura, deben igualmente enriquecerse los artesanos”. Pero la admiración
por el liberalismo, Moreno la hace extensiva a Inglaterra de quien expresa: “Una
nación generosa y opulenta, cuyos socorros son absolutamente necesarios para la
independencia de España” El futuro, como he dicho, demostraría la influencia
inglesa sobre la economía y las finanzas argentinas.-
La generación del 37</B<
Los intereses políticos-económicos impiden la organización nacional y abren un
período de anarquía con guerras civiles cuando aún no se había concluido la
guerra con las fuerzas españolas El Estado carecía de organización y los
antagonismos del interior con el puerto dan lugar al enfrentamiento, entre
unitarios y federales. Claro está bajo otras modalidades y el uso de otros
medios, ese antagonismo hoy persiste.-
Como hechos económicos más destacados, ya que en el plano de las ideas no se
sucedía ninguno, pueden destacarse bajo el gobierno de Rivadavia la
nacionalización de las tierras públicas y de la aduana. Asimismo y como garantía
del crédito obtenido de Baring Brothers, dicta la Ley de Enfiteusis. Y bajo el
gobierno de Rosas el estímulo a la expansión de la ganadería y la exportación de
sus productos, la prohibición de la libre navegación de los ríos y el
mantenimiento de Buenos Aires como puerto y aduana únicas. Rosas dio prioridad
al equilibrio de las cuentas externas para lo cual hizo uso de los aranceles
como instrumento de protección a la producción local. El equilibrio
presupuestario también fue motivo de cuidado, por medio de austeras políticas de
gasto y recaudación de impuestos, aunque lo primero conllevó la drástica
reducción del gasto en educación y en sanidad.-
En ese escenario de desorden institucional, aparece la figura de quien fuera
considerado el “albacea del pensamiento de Mayo”: Esteban Echeverría quien se
constituye en la figura convocante del Salón Literario que se abre en 1837 en la
librería de Marcos Sastre, de un grupo de jóvenes entre los cuales se
encontraban Juan Bautista. Alberdi, Juan María Gutiérrez, José Mármol, Miguel
Cané, Carlos Tejedor, Vicente Fidel López, Domingo Faustino Sarmiento y
Bartolomé Mitre, entre otros. El Salón es cerrado por Rosas y vuelven a
convocarse en la que denominaron Asociación de Mayo. Eso ocurrió entre 1837 y
1838.-
El objetivo era recuperar la tradición liberal de la Revolución de Mayo y
superar la polarización entre Unitarios y Federales. La democracia según la
tradición europea, sería un objetivo a largo plazo. Al principio eran
simpatizantes de Rosas, pero el análisis crítico del gobernante los fue alejando
de a poco. Las críticas enajenan la simpatía que sentía el Régimen hacia ellos
de modo que algunos deben emigrar del país. Sin embargo sus puntos de vista se
destacaban por la objetividad que llevaban implícitos. Así consideraban que los
unitarios habían tratado de imitar a las instituciones europeas sin tener en
cuenta nuestra distinta realidad, por lo que habían hecho una amalgama de cosas
heterogéneas debido a imitaciones forzadas. Ellos venían del futuro para
construirlo y no del pasado para rectificarlo.-
Revertir la historia era la tarea de la generación que ellos representaban. Por
eso y como muestra de pluralismo ideológico, Echeverría al inaugurar la
Asociación de Mayo, brindó bajo el signo de la Federación y para que se
cumpliera el Pensamiento de Mayo y el Juramento de Julio.-
El incumplimiento del orden institucional
La pretensión de construir una Nación sin bases fundacionales comenzaba a quedar
atrás. Esa generación de argentinos fueron los arquitectos de la obra. No
sabían, con su carga de idealismo que aquel camino que iniciaban y que
culminaría en la Constitución Nacional de 1853, constituía una condición
necesaria pero no suficiente. El país que modelaron, después de 157 años de vida
institucional habría de seguir un derrotero cíclico. Creciente en lo económico y
con graves inequidades hasta 1930 y declinante en ambos terrenos, con altibajos
pero a largo de una pendiente negativa desde entonces.-
Desde mi óptica, entiendo que en el presente estado de situación de nuestro
país, toda pretensión de dar solución a las cuestiones económicas y sociales,
están destinadas al fracaso si no se entiende la naturaleza política e
institucional. Es que las raíces de nuestro atraso se encuentran en un terreno
que los economistas no conocen o si tal no es el caso, lo subestiman. La tesis
que se expone en este trabajo, se ubica en el apartamiento de los principios de
la Constitución Nacional, por lo menos en las últimas ocho décadas, tiempo a
partir de las cuales hemos perdido el rumbo impreso a la República por nuestros
padres fundadores.-
En el intento de contribuir a demostrarlo, se establecerá que nuestras falencias
deben ubicarse más allá del estudio del Régimen Rentístico de la Nación [3],
como es común escuchar. Ellas se encuentran en las distorsiones introducidas en
el Sistema Económico Nacional hasta llegar a reemplazarlo por un verdadero
“aquelarre”, del que se nutre el cuadro de anomia que invade al cuerpo social.
Restituir la República la normalidad nunca alcanzada para algunos o perdida para
otros, demandará imaginación, esfuerzos, tiempo y una alta cuota de paciencia
por parte de una dirigencia lúcida y multidisciplinaria que deberá aparecer en
algún momento.-
Método de tratamiento
En lo que sigue, primero se hará una aproximación a los dos mayores
desequilibrios que nos caracterizan: un extenso territorio con baja densidad de
población y pésimamente distribuida.-
Más adelante, será señalado el grado de deterioro institucional, sus
antecedentes y efectos.-
Por último, se puntualizara el grado de deformación paulatina de un Sistema
Económico explícitamente consagrado en nuestra Carta Magna, como garantía de los
habitantes de esta tierra y cuyos efectos pretendieron ser paliados por el
Régimen Rentístico con el resultado de lograr un mayor deterioro. Una suerte de
círculo vicioso que hoy se mantiene y es una verdadera trampa de la que es
difícil intuir la salida. En resumen no tenemos Sistema Económico y tampoco
Régimen Rentístico. Solo tenemos una lamentable aproximación a uno y otro.-
No está exento de riesgo el tratamiento de un tema que abunda en juicios de
valor. La pretensión al exponerlo en tan destacado ámbito es modesta. Es la de
abrir un campo relativamente nuevo, no por su contenido, sino por lo infrecuente
de su abordaje, con el fin de contribuir al rescate de nuestro país del lugar
que no se merece en el concierto mundial.-
Argentina: un país desequilibrado
Desde hace muchos años se vienen realizando, análisis y propuestas por parte de
distintos segmentos de la sociedad, económicos sectoriales, profesionales y
académicos, destinados a proponer soluciones a los problemas de todo tipo que
afectan nuestro país. [4] Creo que los mismos, presentan características comunes
debido a que se apoyan en diagnósticos parciales que desestiman la importancia
de factores político-institucionales, pasan por alto nuestra realidad
estructural, no trascienden el corto plazo y por lo tanto carecen de
efectividad. En otras, palabras, que buscan modificar el acontecer tal como se
presenta, sin profundizar en las cuestiones que dan lugar a una realidad
patológica. [5]
En cambio, la producción intelectual es poco menos que inexistente cuando se
trata de proyectar el futuro del país y remover los obstáculos que impiden, no
sólo la promoción del crecimiento de la economía con los consiguientes
beneficios sociales, sino obtener las ventajas, que en un planteamiento
geopolítico del mundo por venir, nos permita sacar ventajas de los dos elementos
en que se centrará el interés internacional dentro de la primera mitad del
corriente siglo: los espacios vacíos y la producción de alimentos.-
Es que al modo de ser argentino no le interesa el largo plazo y por eso el país
carece de proyecto. Tal la razón por la cual desde hace más de ochenta años nos
movemos sobre un plano de continua declinación en todos los aspectos del
quehacer nacional que sintetizo en un solo concepto: el creciente deterioro
institucional. [6]
Si no fuera así, ya se habrían establecido políticas para evitar que el
desequilibrio poblacional sea un formidable obstáculo para dejar atrás el
inmenso espacio vacío donde no se explotan como debiera nuestros recursos. Antes
pudimos ser indolentes. Ya no lo podremos ser más. En el mundo globabilizado la
cooperación internacional lo está reclamando
Es una realidad incontrastable es que a partir de datos actuales, dentro de dos
décadas y considerando el crecimiento demográfico, el cinturón que va desde
Rosario a La Plata, será un conglomerado urbano de una superficie igual al 1% de
nuestro territorio donde vivirá el 50% de la población nacional, una verdadera
megaciudad pero no de las características modernas que se puede ver en el resto
del mundo, porque estará plagada de villas miserias, barrios precarios y
asentamientos, con carencia de servicios de todo tipo. [7] La superficie de la
misma será menor en 2.000 km2 a la Provincia de Misiones y su densidad de 910
hab/km2. [8]
El otro 50% se encontrará en el 99% restante del territorio continental
argentino, lo cual arroja una relación de 10 hab/km2 [9] valor que se relativiza
aún más si se tiene en cuenta que existen ciudades como Rosario, Córdoba,
Mendoza, Tucumán, Bahía Blanca, Santa Fe, Neuquén, Salta y Mar del Plata que
bajan el promedio de un verdadero panorama de subdesarrollo poblacional en un
territorio sumamente propicio para el desarrollo económico.-
Un dignatario de la jerarquía eclesiástica se preguntó: ¿“Cual es la relación
que el hombre argentino tiene con la tierra?” para responder seguidamente, “A
juzgar por la enorme extensión de la República, a su relativa escasa población,
la alta concentración de la misma en el Gran Buenos Aires y en la mayoría de las
capitales provinciales, no dudo en decir que esa relación es mala. Posiblemente
una de las peores de América Latina y tal vez del mundo entero” [10]
Frente a esa afirmación, el economista profesional debe estar de acuerdo con que
este no es solo un problema social, es un problema de eficiente asignación del
más importante recurso del hombre: la tierra, que puede ser resuelto de una
manera que está lejos del avasallamiento del derecho de propiedad como sugiere
la ideología marxista. Solo que hace falta vocación y conocimiento para
resolverlo. [11] ¿Adónde quedó el paradigma alberdiano de “gobernar es poblar”?
Por lo demás si algo hace falta agregar, es el carácter “obelisco-céntrico” de
las relaciones del interior con la metrópoli, lo cual permite reeditar
internamente el cuadro de subdesarrollo de los países centrales con su
periferia. Todo converge a Buenos Aires, desde las riquezas a la sumisión
política pasando por las comunicaciones y la energía. Y como complemento de todo
ello, está la subordinación financiera del interior, paradójicamente la
principal fuente de riqueza argentina.-
Argentina jamás inició el crecimiento hacia adentro de su territorio, como si lo
hizo por ejemplo Estados Unidos que lo completó antes de 1930 y eso se relaciona
exclusivamente con la falta de un proyecto integrador que hizo que los
beneficios de la industrialización temprana “nos pasaran por arriba” [12] Algo
hicimos mal hasta ahora y lo seguiremos haciendo de no redefinir primero el
Orden Institucional y desde allí al Sistema Económico y el Sistema Rentístico en
nuestro país. Instituciones y Sistemas hay una relación circular, la misma que
define al Estado como diferente del Gobierno.-
Falta de crecimiento sustentable al largo plazo, presiones inflacionarias
constantes, tradición de país incumplidor de sus obligaciones, expulsor de
capitales y recursos humanos, receptor de mano de obra sin calificación que baja
la calidad de nuestra población, incomprensible porcentaje de pobres e
indigentes, niñez y juventud sin perspectivas de mejoras futuras. Todo esto y
mucho más es la realidad que no se puede solucionar con simples propuestas
económicas y que de persistir en el tiempo, harán que nuestro país sea expuesto
ante el mundo como un ejemplo de lo que pudo hacerse y no fue. [13] Se deberá
comprender que una población de 40 millones en un territorio continental de casi
2,8 millones de kilómetros cuadrados, constituye un verdadero despropósito que
traicionó las ambiciones de nuestros Padres Fundadores. ¿Pero qué es lo que
hicimos mal?
El orden institucional
Tal como lo establece la Constitución Nacional, Argentina debiera ser un país
Republicano, Representativo y Federal. Pero no es ninguna de las tres cosas. Y
esto no es de ahora. El proceso de deterioro institucional viene de mucho tiempo
atrás, tal vez desde el momento que nos dimos nuestra Carta Magna ya que
entonces la República devino en “aristocrática” [14] porque se estableció un
sistema político corrupto, donde se conculcaba la democracia mediante el engaño
y la violencia para asentar el poder de “los notables”. Sin embargo las
falencias no eran de la magnitud que con los años caracterizaron nuestro
andamiaje político. No obstante deben recordarse hitos como la Rebelión de los
Inquilinos, el Grito de Alcorta, la Semana Trágica y la Patagonia Rebelde, en
tiempos que se nos tenía como país destacado en el mundo.-
Las reglas de juego iniciales experimentaron un gran cambio en 1916 con la ley
Sáenz Peña de voto secreto, universal y obligatorio. Pero no fue suficiente para
producir una clara ruptura del orden institucional anterior, aunque sí una toma
de conciencia ciudadana acerca de lo que implicaba la democracia representativa.
Lamentablemente el ejercicio de aprender ejerciendo el poder político por parte
de la ciudadanía, fue abortado por el golpe militar de 1930, el que inauguró el
período de sucesión de gobierno militar y civil que fue el que sembró la semilla
del atraso institucional en forma definitiva. [15]
Es necesario recordar y tener siempre presente, que la República funciona sobre
la base de un andamiaje legal, dado por las leyes que reglan el ejercicio de
derechos y obligaciones. Estas leyes son de dos tipos: de orden y de mandato.
Las primeras son las que habilitan a los individuos para ejercer la libertad
individual en un escenario de absoluta igualdad. [16] Las segundas son aquellas
que disponen coercitivamente el cumplimiento de conductas específicas. [17]
Pues bien. Es importante destacar cual ha sido el uso que los gobiernos han
hecho de las leyes de mandato interfiriendo en la vida de los ciudadanos. Entre
1862 y 1929 se dictaron 163 leyes de mandato, es decir un promedio de 2,5 leyes
por año. Ese fue el período de mayor crecimiento y estabilidad de la República
Argentina. Entre 1930 y 1943 se dictaron 99 leyes de mandato, esto es 7,6 por
año. Posiblemente ese salto cualitativo se pueda justificar en las disposiciones
regulatorias adoptadas en oportunidad de la Gran Depresión.-
De allí en adelante considerando solo hasta el año 1999, se dictaron más de 8600
leyes de mandato con el fin de “organizar la economía”. Eso arroja un promedio
de 153,5 por año, sin contar los innumerables Decretos Leyes, los Decretos de
Necesidad y Urgencia, y las normas secundarias dictadas por Ministerios,
Secretarias y Direcciones Generales, del Poder Ejecutivo. Una verdadera
inflación legislativa [18] Resulta obvio destacar que en el listado anterior no
figuran las Leyes “y afines” dictadas desde 2000 hasta el presente.-
El uso abusivo de las Leyes de Mandato, le ha quitado seriedad a la ley en
general. El famoso dicho que expresa “hecha la ley, hecha la trampa” revela el
ejercicio de autodefensa que el argentino ha desarrollado frente a la verdadera
“agresión legislativa” a que lo sometió y lo someten los sucesivos gobiernos.-
Ante esta realidad se podría plantear el siguiente interrogante: ¿pueden existir
en ese marco un Sistema Económico y un Sistema Rentístico eficiente? ¿Pueden ser
las Instituciones de la República caracterizadas como de excelencia? ¿Puede
brindar Argentina las condiciones mínimas necesarias que satisfagan las
preferencias de sus ciudadanos? ¿Puede asegurarse estabilidad en las normas para
que el clima de expectativas sea favorable a la expansión de su economía? El
listado de “los puede”, podría ser tan extenso como se quisiera y la respuesta
sería siempre negativa. Coincidamos que algo ha fallado. Algo hemos hecho y
seguimos haciendo muy mal. En términos abarcativos nuestra principal falla ha
sido seguir viviendo en el pasado traicionando los ideales de los alumbrados de
Mayo y de la generación del 37.-
Se impone que intentemos un análisis de introspección. En cualquier democracia
consolidada y madura y la de Argentina debiera serla, la acción del Gobierno,
que por definición es transitoria y está integrado por ciudadanos electos [19]
que se renuevan periódicamente, se apoya en una estructura permanente integradas
por burócratas que recibe el nombre de Estado, para lograr los fines de la
sociedad que lo ha elegido.-
Se desprende en consecuencia que, tanto el Gobierno como el Estado, deben estar
absolutamente separados en cuanto a la forma en que desarrollan su acción. La
burocracia aludida debe ser jerarquizada e integrada por los mejores elementos
de la sociedad que tengan espíritu de servicio público, por lo cual es lícito
afirmar que pertenecer al Estado debe prestigiar a quienes lo integran.
Obviamente al Gobierno deben llegar los mejores o al menos, los menos malos. No
tenemos a aquellos y menos a estos en la medida deseable desde hace muchas
décadas. [20] Naturalmente, como acontece en política, es una cuestión opinable
establecer desde cuándo, si es que alguna vez los tuvimos.-
Si en lugar de separación hay simbiosis entre Gobierno y Estado, con el grado
que se ha producido en Argentina, fluye de manera natural un proceso de
degradación institucional. El Estado se convierte en instrumento del gobernante
de turno, el que reemplaza a los burócratas calificados, por individuos
carentes, la más de las veces de las condiciones mínimas indispensables para
ejercer altas responsabilidades. Así se abre el camino para el ascenso de los
amigos, clientes y parientes [21], todos los cuales, por regla general aplican
las leyes o las hacen modificar en función de sus propios intereses y de las
elites vinculadas con el poder. La corrupción hace su aparición y se expande
como una verdadera metástasis en el cuerpo social. [22]
Y como los poderes Legislativo y Judicial, integrados generalmente sin orden a
méritos surgidos de listas sábanas los congresistas y de los favores políticos
no pocos jueces, se identifican con los fines políticos del Ejecutivo del que
pasan a ser instrumentos. Se tienen así todos los atributos para conformar una
sociedad que funciona sin premios ni castigos y donde el fin último de los
gobernantes es mantener el poder a toda costa. Poder que da acceso al
enriquecimiento patrimonial con lo cual se completa el círculo propio de un
Gobierno Corporativo, donde los sectores empresarios y sindicales tienen una
cuota de participación en el Gobierno. Así ocurrió en Argentina desde la década
de los años cuarenta con la institucionalización de organizaciones
para-gubernamentales, que aún subsisten con alguna diferencia de matices y que
presionan para lograr ventajas económicas como contrapartida del apoyo político
que brindan.-
Que en 1930 se haya dado origen a las condiciones para este proceso de
decadencia hasta ahora no interrumpido, no significa que antes Argentina fuera
el país que se dice haber sido a fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
Aquel fue un período de luces pero también de sombras, aunque la historia
convencional destaca las primeras y oculta las segundas. Un valioso testimonio
de esta afirmación lo da el discurso pronunciado por el Profesor José Terry en
1898 al inaugurar la Cátedra de Finanzas de la Universidad de Buenos Aires,
cuando en un pasaje del mismo, el distinguido catedrático expresó:
“La República Argentina ha vivido 88 años de vida libre, es decir independiente.
Ha sido la única de “dueña de sus actos y destinos y hoy, después de tantos
años, si dirigimos nuestra mirada hacia el “pasado y juzgamos el presente,
tendremos que decir con tristeza que la República ha perdido “lastimosamente
tiempo y riqueza. Tengo para mí que si la República hubiera vivido
“honradamente, que si gobernantes y gobernados hubiéranse inspirados siempre en
el deber y el “patriotismo, hoy podríamos presentarnos ante el mundo con 20
millones de habitantes en lugar de “4, con cien veces más riquezas y progreso
moral y material, sin los ruinosos compromisos causas “de nuestras quiebras
anteriores y de nuestras dificultades del presente. Señores, la sociedad
“argentina ha vivido en el despilfarro y en el déficit. Estudiar el déficit y
los medios adoptados para “enjugarlo, es estudiar la historia financiera y
también la historia política de argentina”
En ese párrafo queda explícito el fundamento que liga al Sistema Rentístico
público con el estado de la República y su régimen político, como para poder
afirmar que nuestros problemas del presente no son de hoy sino que tienen raíces
profundas en nuestra historia institucional [23]. Pero no es del caso hacer un
relato histórico, porque eso estaría más allá del propósito de este ensayo.-
La Constitución Nacional
La Constitución Nacional articuló la Democracia Representativa con la
República de una manera tal que ambas conforman una verdadera unidad. Hoy esa
unidad no existe, con lo cual de hecho, ni la Democracia ni la República
existen, a menos que confundamos las formas con la esencia de ambas. De tal modo
no existe el adecuado escenario para que se desarrollen en forma armónica las
cinco esferas de vida que exige la condición humana: la política, la jurídica,
la económica, la social y la cultural. Cuando esta armonía no se da se producen
quiebres en la sociedad que llevan a un profundo deterioro del tejido social.
Las pujas se suceden y la solidaridad se convierte en antagonismos.-
Más arriba, se hizo referencia al golpe militar de setiembre de 1930. El proceso
disruptor que produce en nuestro ordenamiento institucional, comienza con la
“derogación de facto” de la Constitución Nacional. Más tarde, en la década se
avanza en el orden institucional con disposiciones que producen cambios en los
ordenamientos fiscal y monetario, del sistema productivo con Juntas Reguladoras,
en el régimen cambiario, en el sistema de transportes e intervención en mercados
de distinto tipo, hasta llegar finalmente a la disolución de los partidos
políticos [24], todo mediante leyes y simples decretos, que tal como si fueran
parte de un plan armónico, llevaron –más tarde- a la República a su decadencia
económica, moral e institucional.-
Cierto es que algunas disposiciones fueron tomadas, como consecuencia de la Gran
Depresión de 1929, pero también es que superados los efectos de la misma, las
Instituciones que entonces se crearon adquirieron carácter de permanencia. Algo
debe enfatizarse, no fue el Gobierno de Facto en sí mismo el que inicia el
camino a la decadencia sino que es “el derecho positivo” estatuido entonces y
mantenido por los sucesivos gobiernos que lo acrecentaron y empeoraron. [25]
Un Profesor de la Universidad de Yale, dedicado durante la mayor parte de su
vida al estudio de nuestro país, llegó a interrogarse “¿Qué pasó? ¿Cómo pudo ser
que a una Nación beneficiada con “envidiables recursos naturales y humanos, le
resulte tan difícil revertir esta lenta y melancólica declinación hacia la
mezquindad y la insignificancia?” [26] Su pregunta es la que pretendo responder.
Pero para ello debemos referirnos al siguiente tema.-
El sistema económico y el subsistema rentístico
Generalmente el Sistema Rentístico es el que se identifica con la Economía
Pública en tanto el Estado es el proveedor de “bienes públicos” financiados por
medio de la tributación, los empréstitos y en situaciones de descontrol con la
emisión monetaria. Sin embargo, prefiero apartarme de esta visión parcial y
considerar primero al Sistema Económico de la Nación, del que el Régimen
Rentístico considero es un subsistema. La fortaleza de la economía depende de la
riqueza creada por el esfuerzo laboral, empresarial y creativo de todos los
argentinos. No puede haber “economía pública sólida” en el contexto de un
sistema económico débil.-
Conforme la concepción moderna de economía pública, no hay un límite definido
entre el Sistema Económico y el Régimen Rentístico toda vez que las decisiones
gubernamentales afectan la asignación de recursos disponibles y alteran el
estado de distribución de la renta. No existe la posibilidad de un Estado
neutral en el funcionamiento de la economía dedicado solo a la función de
proveer bienes sociales y financiarlos de una manera eficiente [27] La realidad
indica otra cosa ya que el cuadro de la distribución justa debe ser alcanzado
por el Estado por medios indirectos, dado que las imperfecciones del mercado no
llevan al estado óptimo conforme a las preferencias sociales. Es en este orden
que el derecho positivo se hace necesario, pero ciertamente de un modo muy
limitado. El punto es que en Argentina carecemos de una economía robusta, porque
tenemos un Estado disruptor del funcionamiento del Régimen Rentístico Nacional
que contribuye a una modesta tasa de crecimiento económico, debida a una muy
regresiva distribución del ingreso y a la débil formación de capital.
Paradojalmente tomando en consideración su aptitud territorial para producir
alimentos, presenta un inaceptable porcentaje de pobres y marginados sociales.-
¿Frente al panorama descrito, cuáles fueron las coordenadas ideológicas de la
Constitución Nacional en el terreno de la economía? ¿Las hubo? No sólo que las
hubo sino que fueron expuestas con una claridad meridiana en la obra que a
posteriori diera a conocer el inspirador y redactor principal de la misma. [28]
Ellas fueron la expresión del pensamiento de mayo interpretado fielmente por
Belgrano y Moreno, recogido luego por la generación del 37 con Echeverría [29] a
la cabeza y plasmado magníficamente por Alberdi en nuestra carta fundacional.-
Como bien dijera el insigne tucumano, la Constitución “contiene un sistema
completo de política económica en cuanto garantiza por disposiciones
terminantes, la libre acción del trabajo, del capital y de la tierra como
principales agentes de la producción, ratifica la ley natural de equilibrio que
preside el fenómeno de la distribución de la riqueza y encierra en límites
discretos y justos los actos que tienen relación con el fenómeno de los consumos
públicos. Toda la materia económica se halla comprendida en estas tres grandes
divisiones de los hechos que la constituyen” [30]
Al leer esta declaración de principios, se desprende que nuestra Constitución
privilegió la riqueza de la Nación como base de grandeza en cuanto a prosperidad
y base para el poder soberano. Y es más, al hacer un planteamiento normativo de
política económica, dio por superada cualquier discusión en cuanto al fondo
ideológico de la misma. En efecto, Alberdi hizo la distinción entre economía
pura (teórica) y economía aplicada, señalando que la Constitución ya ha resuelto
el debate que pudiera presentarse al optar por los fundamentos de la economía
clásica. [31] Admirador de Quesnay y Adam Smith, Alberdi escribe que “A esta
escuela de libertad pertenece la doctrina económica de la Constitución Argentina
y fuera de ella no se deben buscar comentarios ni medios auxiliares para la
sanción del derecho orgánico de esa Constitución”
Debió haber sido obligación de los gobiernos de la República, “observar y hacer
observar” estos principios fundacionales, fuentes de toda razón y justicia, del
progreso y del bienestar, para todos los que habiten el suelo argentino.
Lamentablemente esta no fue la norma seguida. [32] La resultante fue un Sistema
Económico caracterizado por reglas de juego inestables, propagador de
incertidumbres respecto del futuro, acrecentador del riesgo, polarizador en la
distribución del ingreso, fabricante de pobreza y miseria, aislado del mundo y
con un lamentable bien ganado prestigio de Nación impredecible en cuanto a su
comportamiento frente a la comunidad internacional. Esto es el cuadro que
presenta infortunadamente nuestra Argentina de hoy.-
A ello ha contribuido decididamente una pobre dirigencia política que en cada
turno sucesorio pretendió que todo lo actuado anteriormente debía ser redefinido
y así el país volvió a empezar según los gobiernos de turno, independientemente
que fueran civiles o militares. En situaciones límites, el arbitrio fue reformar
nuestra Carta Magna convertida en chivo expiatorio de culpas que no tenía.
Precisamente las dificultades se originaban y originan en no respetarla. Esa es
la justificación del cúmulo de Leyes de Mandato ya citadas, cada una violando
las leyes del mercado, permitiendo la constitución de privilegios, avasallando
la libertad de producir y comerciar, invadiendo el terreno de los derechos de
propiedad y en definitiva creando las condiciones para el florecimiento de
conductas contrarias al interés colectivo, como ejercicio de autodefensa de la
agresión gubernamental a través del Estado. Pero también las de aquellos que por
la corrupción incrementaron su posición social sin escrúpulos y sin castigos.-
Con este marco de referencia aparece el subsistema Régimen Rentístico que hace a
las necesidades públicas y que realimenta las tendencias a la ineficiencia del
acontecer productivo. El Estado en lugar de promover la justa asignación de los
recursos en términos sectoriales y espaciales, hace exactamente lo opuesto. La
prioridad del mismo, además de proveer a la oferta de bienes públicos esenciales
y de arbitrar en el terreno de la distribución de la renta por medios
indirectos, debió haber sido en todo tiempo y ahora, estimular el crecimiento de
la población, acrecentar el acervo capital físico y humano y desarrollar la
infraestructura de modo que todas las regiones del país se encuentren
interconectadas del modo más eficiente y barato. Nada de esto se ha hecho en la
medida de lo necesario y conveniente. Por el contrario, el presupuesto ha
perdido su función rectora, ha dejado de ser “la ley de leyes” y el tratamiento
que merece es de clara subestimación de su importancia.-
El gasto no contempla las preferencias sociales, su asignación es tan deficiente
que el país carece de los bienes que el Estado y solo el debe proveer.
Resultaría ocioso hacer el listado de las carencias y excesos, porque son por
todos los argentinos conocidas y sufridas. La filosofía implícita en la
Constitución respecto del presupuesto plantea un enfoque principista
absolutamente ajustado al enfoque de las modernas finanzas públicas y opuesto a
la “sabiduría convencional”
En efecto, el planteamiento normativo es primero decidir el gasto eficiente y
luego propender a su financiamiento genuino. No es recaudar primero y gastar lo
que se pueda como es común escuchar en medios interesados. Dijo Alberdi al
respecto: “la ley no tiene nada que hacer en los consumos privados, pero puede
establecer reglas y garantías para que los consumos públicos o gastos del
Estado, no devoren la riqueza del país, para que los recursos del Tesoro
Nacional, destinados a sufragarlos, se formen, administren y apliquen en bien y
utilidad de la Nación, y nunca en daño de los contribuyentes.” “El conjunto de
estas garantías forma lo que se llama el sistema rentístico o financiero de la
Confederación.” [33]
La realidad se encuentra muy alejada de tales principios porque el Gobierno a
través del Estado dilapida recursos por medio de una extendida burocracia que
para justificarse inventa normas y procedimientos para entorpecer el accionar de
los contribuyentes. Esa burocracia poco capacitada, nucleada de prácticas que
nada tienen que ver con el mérito, alimenta los canales por los cuales los
gobiernos obligan a los productores, consumidores y usuarios, a pagar costos por
servicios encima de los vinculados con los beneficios que reciben y a los costos
de producirlos.-
Alberdi se refiere sagazmente a estos obstáculos. [34] “Es posible afirmar que
el Estado argentino pareciera estar imbuido de un prejuicio contra los privados
y no comprende que de su jerarquización y grandeza depende la generación de
riquezas, que no se efectúa porque sí, sino porque de ella depende la
prosperidad de la Nación, el bienestar de los ciudadanos y una mayor cantidad de
bienes públicos y de mejor calidad. No hay Gobierno poderoso con un Estado
desvaído y carenciado. Y no hay Estado poderoso con una economía nacional
pobre.”
El Estado argentino al desconocer esta afirmación, procede como si funcionara al
margen del contexto productivo y social. Y en lugar de procurar que el gasto
público no entorpezca hasta anular en gran medida el esfuerzo de los privados,
insiste, además en financiarlo con un sistema impositivo que completa la
maquinaria obstruccionista.-
La Constitución establece un sistema de coordinación tributaria cuya
interpretación generalmente admitida y avalada por el pronunciamiento de la
Corte Suprema de Justicia, como también por la acción legislativa consecuente,
ubica al ordenamiento constitucional argentino, como adscripto al sistema de
separación de fuentes en materia de derechos aduaneros y de contribuciones
directas y al de concurrencia de facultades respecto de contribuciones
indirectas. El sistema se completa con la competencia excepcional y transitoria
del Gobierno Federal para establecer contribuciones directas cuando las razones
previstas constitucionalmente lo justifiquen. [35]
Tal consistencia ideológica y técnica expresada en la Constitución de 1853-60
fue paulatinamente desvirtuada por la implementación de estructuras impositivas
con las características ya apuntadas y que se sintetizan en criterios de
urgencia recaudatoria y desconocimiento de los impactos que los impuestos tienen
en el cuerpo social. El resultado es un país donde la presión tributaria es
nominalmente muy alta puesto que se encuentra en el orden cercano al 33% del PBI
[36]. Pero dada la existencia de un muy alto grado de evasión, la presión
efectiva para quienes cumplen con sus obligaciones los pone en un verdadero
estado de asfixia económica. [37] Asimismo, la falta de reconocimiento de la
inflación produce un marcado divorcio entre las tasas nominales y las efectivas
que deben afrontar los contribuyentes.-
Está más allá del propósito de este trabajo hacer un análisis pormenorizado de
la estructura tributaria argentina. Sin embargo debe puntualizarse que la misma
plantea una verdadera distorsión en el Sistema Económico al que llega a
desvirtuar totalmente. Esto ocurre porque la división entre impuestos directos e
indirectos está relativizada por las imperfecciones de los mercados, de modo que
los mecanismos de traslación a precios operan en unos y otros, aunque con
diferencias según sectores. En el balance, son los consumidores los que resultan
particularmente perjudicados.-
Desde siempre los impuestos se aplican entre nosotros privilegiando sus
rendimientos financieros y sin estudios acerca de sus impactos económicos, ni de
sus efectos distribucionales, tampoco de su contribución a la formación de
capital ni a la competitividad de la economía. Agrava el cuadro de situación la
existencia de regímenes de percepciones y retenciones, que plantean costos de
financiamiento al sector privado, y que son la consecuencia de la debilidad de
la Administración tributaria para controlar al sistema. [38] Ante la expansión
del gasto, todos los esfuerzos se dirigen a buscar nuevas alternativas
impositivas, ya sea por aumento de los impuestos existentes o por creación de
otros. En el plano fiscal, la combinación de malos impuestos con deficiente
administración tributaria es igual a alta evasión.-
Como se ha expresado más arriba, la Constitución de 1853-60, delimitó el campo
tributario con el criterio de separación de fuentes. Hasta 1890, el gasto total
era del 10% del PBI del que el 30% pertenecía a las Provincias. Regía entonces
el principio de corresponsabilidad fiscal, ya que sólo el 5% era financiado por
la Nación. [39] Más adelante en 1935 el Congreso Nacional dicta un conjunto de
Leyes Tributarias entre las que se incluye la de Coparticipación Federal y es a
partir de entonces cuando las Provincias, que “son preexistentes a la Nación”
pasan a depender financieramente de esta hasta que en el presente, sus
gobernadores con simples delegados del Ejecutivo Nacional. Así el Gasto
Provincial se ha desvinculado de su financiamiento por ser las transferencias
del gobierno central superiores a los propios recursos.-
Naturalmente la ecuación política para los gobiernos provinciales es
relativamente cómoda, puesto que el gasto público arroja dividendos al
beneficiar a la población cualquiera sea su calidad, mientras que la recaudación
de impuestos produce pérdidas en el electorado de mayores patrimonios y rentas.
Distinto sería el caso si el Régimen de Coparticipación Federal funcionara en
sentido inverso, esto es desde las Provincias a la Nación que debe su origen a
aquellas, que es como debiera ser. El país sería entonces auténticamente
Federal. Y lo que no es poco, sobre la base del principio de “correspondencia
fiscal” [40]
Como ya fuera expresado, el principio establecido ´por Alberdi fue “que los
gastos no devoren la riqueza del país….” Es decir que debieran ser ajustados a
las necesidades ciudadanas hasta el punto de no interferir en la creación de
riqueza.-
Ahora bien, el gasto ha de ser financiado con recursos impositivos y si estos no
alcanzaren con el endeudamiento y/o la emisión. El caso es que históricamente
los impuestos no cubrieron los gastos y el déficit fue la resultante [41] Forma
parte del paisaje tributario a todos los niveles, el juicio negativo que los
especialistas hacen respecto de su diseño y por lo tanto, son comunes propuestas
tendientes a mejorarlos, según la particular óptica de los proponentes. Las
observaciones son legítimas en cuanto todos y cada uno de ellos están mal
diseñados y peor implementados. Se estima que la recaudación potencial de
impuestos más las de las contribuciones sociales da lugar a una evasión cercana
al 40%, lo cual es igual a afirmar que bajo el supuesto de menor evasión, los
impuestos debieran ser reducidos. [42] O también que se diseñan descontando la
evasión que se admite como normal a sabiendas que la Administración Tributaria
no puede fiscalizar con eficiencia un sistema basado en declaraciones juradas en
un país donde la mentira la ha institucionalizado el Estado con sus reglas
cambiantes y obstaculizadoras.-
El punto es que cualquier alternativa que se presenta del régimen tributario
presente, extrañamente, no propone la introducción “como base”, del más
eficiente de los impuestos, el único que no tiene efecto precio negativo, con un
efecto positivo sobre la producción y además desalentador de la especulación;
“El Impuesto a la Tierra Libre de Mejoras” y al que se refirió Esteban
Echeverría de este modo. “El impuesto territorial es entre todos el más seguro,
el más fácil de establecer, el que menos dificultad presenta, el más fácil de
establecer, el que menos dificultad presenta para su recaudación y el que
proporciona al Estado, una renta fija.” [43] Impuesto que puede establecerse a
nivel Municipal en concurso con las Provincias.-
Autores como Quesnay, Smith, Ricardo, George, Wicksteed, Walras [44], Goosen,
Marshall, y Samuelson, entre otros, se pronunciaron a favor de este impuesto,
argumentando que, tratándose la tierra de un recurso de oferta totalmente
inelástica, el mayor valor que registra al desarrollarse el contexto le
pertenece a la sociedad. Al respecto la posición de la Iglesia es que la
sociedad dispone de un derecho de hipoteca sobre la tierra. [45]
Si este impuesto, que hoy es prácticamente inexistente desde el punto de vista
cuantitativo, se aplicara tendría los siguientes beneficios: a) por tratarse de
una suma fija representaría un verdadero incentivo para aumentar la producción,
b) al capitalizarse, produciría un descenso del valor de la tierra como factor
de producción, c) se modificaría la función producción en aquellos predios donde
no se produce o se lo hace con métodos tierra intensivos, d) al reemplazar a los
impuestos que hoy gravan la producción, trasladaría la carga desde los más
eficientes a quienes no lo son, e) su evasión sería igual a cero, f) daría lugar
a que se eliminaran los impuestos distorsivos de hoy [46] y a reducir los que
gravan beneficios y consumos.-
Debería agregarse que este impuesto es totalmente compatible con los principios
constitucionales de libertad y absoluta apertura de la economía. La lista
referida de autores, aleja cualquier referencia a la concepción marxista que le
imputan quienes se le oponen. Hay suficientes ejemplos de países que lo aplican
y al que le deben la ausencia del desequilibrio social en relación a la tierra.
[47]
Detrás de la estructura tributaria se encuentra la preferencia del “hacedor de
la misma” en cuanto a la elección de la base de imposición, criterio del que se
nutren principios de filosofía social que no pueden pasarse por alto [48] A este
respecto ellas son: a) la renta de la tierra, b) el interés del capital y la
utilidad empresaria y c) los salarios de los trabajadores, definidas según los
factores de la producción, lo cual sería igual a cuáles serían los
contribuyentes elegidos, ¿los propietarios de la tierra, los dueños del capital,
los empresarios o los asalariados sean obreros o empleados? Pues bien en
Argentina hay una clara opción por gravar: los beneficios, y a los asalariados
en su doble función de generadores de rentas y de consumidores. [49] Ninguna, si
alguna propuesta existe, propone gravar la renta de la tierra. Se opta por
gravar a muchos, los consumidores con poco poder político y nada de propiedad
inmueble, que a pocos con gran poder político como son los propietarios de la
tierra.-
No cabe duda alguna que la respuesta a aquellos interrogantes definiría no ya al
sistema económico porque está definido en la Constitución, sino el tipo de
sociedad que sería el resultado del mismo.-
Naturalmente una reforma en la dirección apuntada, debe hacerse en el marco de
un equipo interdisciplinario que abarque a todo el andamiaje político del país,
pues debiera servir de base para restaurar la República Federalista, cuestión
que debería demandar vocación por el cambio y un fuerte apoyo político para
neutralizar los intereses que se le opongan [50]. Como bien fuera señalado “…el
poder de los intereses creados se exagera mucho comparado con la intrusión
gradual de las ideas…tarde o temprano, son las ideas y no los intereses creados
las que presentan peligros, tanto para mal como para bien. [51]
A modo de conclusión
La idea central que corona estas conclusiones es que definitivamente, los
problemas argentinos no son en modo alguno de naturaleza económica, sino
política. Han sido gobiernos incapaces y poco representativos del conjunto,
movilizados por enfoques sectorizados y altamente cargados de ideologías,
desprovistos además de ideas, los que produjeron ese resultado.-
Quedó señalado que los déficits institucionales se encuentran en el abandono que
se hizo de nuestros principios constitucionales los que se entroncan con un
régimen de absoluta libertad en el marco de un mundo abierto. Fueron los
Gobiernos, en mayor o menor medida, que al utilizar al Estado para sus propios
fines, abandonaron los ideales de nuestros Padres Fundadores y convirtieron a la
República Argentina en una verdadera máquina obstruccionista de la capacidad
creadora de sus habitantes. Nuestro sistema económico ha sido reemplazado por
“el anti-sistema” y el régimen rentístico en una aparato destructor de ingresos
privados para ponerlos al servicio de una burocracia contraria al interés
general y realimentadora de un insostenible gasto público.-
Se trata asimismo de que se comprenda que la estructura tributaria, además de
proveer de recursos suficientes para el financiamiento presupuestario, en
armonía con el gasto público, debe inducir al país que debe ser justo, en
crecimiento armónico, discriminadora de la ineficiencia productiva y
garantizadora de igualdad de oportunidades para todos.-
El que la distancia a tal escenario sea grande, en gran medida fue producto de
una verdadera inflación legislativa que en definitiva restó respetabilidad a la
ley y a todo el andamiaje institucional. El argentino, agredido permanentemente,
levantó sus mecanismos de autodefensa y el resultado ha sido un sistema carente
de solidaridad, con la mentira elevada a la categoría de institución nacional y
la corrupción que alcanza a todo el cuerpo social. Sin eufemismos puede
afirmarse que “el país no tiene semáforos”, que se respeta poco a sí mismo y
nadie tiene autoridad para restablecer el orden [52].-
Se impone un cambio cultural y como es natural, tiempo para concretarlo para
permitirnos volver a nuestras fuentes. Como dijera Alberdi, las ideas de la
Constitución no pueden discutirse, porque surgen de sus principios, pero dentro
del margen que ellas imponen podemos debatir acerca de nuestros objetivos como
país y los medios para alcanzarnos. El respeto por la República y la pluralidad
de ideas, harían así, que nuestra democracia fuera una realidad y no un sueño.
Pero además en un país equilibrado en todos sus órdenes, incluyendo el espacial
y poblacional.-
Si la tarea se comenzara ahora, será posible en dos generaciones que el avión de
la metáfora de Rostow, vuelva a volar. Muchos de nosotros tal vez no lo veamos,
pero podríamos en los años que nos quedan, contribuir a repararlo.-