GRECIA, ¿UN PAIS SIN FUTURO?
Por Corina Vasilopoulou
"Trabajo por un sueldo mísero y mis hijas van a crecer en un país endeudado. No
quiero este futuro para ellas. Por eso estoy aquí, donde hay que estar, en la
calle". Marina, de 40 años y madre de dos niñas, habla con pena de lo que está
pasando en su país. Con pena y con miedo. Los líderes europeos prometen a Grecia
un segundo rescate si aprueba el plan de ajuste.
Ella, como miles de funcionarios griegos, ha visto cómo su nivel de vida caía
drásticamente: desde el año pasado, su sueldo ha diminuido un 12% y también,
como todos los funcionarios, se ha dejado en el camino las pagas extras y
complementos que equivalían al total de dos mensualidades. Marina insiste: por
el mismo trabajo.
Además, con el aumento del IVA al 13% en muchos productos básicos, su poder
adquisitivo ha disminuido aún más y llegar a fin de mes es una pesadilla. Pero
por si esto no bastara, vive con el miedo de perder su trabajo, aunque sea
funcionaria.
Situaciones idénticas
La situación de Marina se repite en cada calle, en cada barrio, en cada
manifestación en la que piden que esto se pare. Para su disgusto, la troika
(FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea) parecen no oír y continúan
exigiendo al Gobierno griego recortes todavía más radicales en el sector
público, que incluirían también el traslado o el despido de unos 500.000
funcionarios.
¿Fijos? Por primera vez en la historia moderna del Estado griego, la profesión
de funcionario estable, una institución sacrosanta, empieza a estar en serio
peligro.
Un día Marina miró a sus pequeños, miró su casa y se miró a sí misma, cada día
más preocupada y deprimida. Ese mismo día decidió que había llegado la hora de
hacer algo y prefirió "indignarse" a deprimirse y tomar las riendas de su
futuro. Así, desde hace ya un mes, va todos los fines de semana, sola o con sus
hijas, a la Plaza de Syntagma, para manifestarse con los demás indignados del
país. Los indignados que también tienen miedo.
Salir a la calle
Así, desde el 25 de mayo, la mítica Plaza de Syntagma (o Plaza de la
Constitución) y donde está situado el Parlamento, la plaza más grande de la
capital griega y la más emblemática de todo el país, es el lugar donde se dan
cita cada día decenas de miles de "indignados" griegos. Y los habitantes de este
país, dice Marina, tienen mil razones para estar indignados.
Ha pasado un año y un mes desde que el Parlamento aprobó -sólo con los votos del
Partido Socialista (Pasok) del primer ministro Yorgos Papandreou y del partido
de la extrema derecha Laos- el memorandum, el acuerdo por el que la troika
acordó un préstamo de 110.000 millones de euros para la salvación de la economía
griega a cambio de un paquete de medidas durísimas de austeridad. Pero un año y
un mes después, se ha demostrado que el reto, disminuir el déficit al 1% y
contener la deuda al 156,2% del PIB hasta el año 2015, era imposible.
Un año y un mes más tarde, los griegos son hoy más pobres, hay más desempleados,
están más preocupados y tristes, sin ver una luz en fondo del túnel, como desde
su propio Gobierno y desde Europa les habían prometido. Y, por eso, también un
año y medio después, hay muchos más indignados.
Sin solución
Marina se levanta cada día con los datos de la nueva tragedia griega. El paro ya
alcanza el 16%, un récord histórico que sitúa a Grecia en el tercer lugar en la
zona del euro en cuanto a la tasa de desempleo. El PIB ha disminuido en 4,5%, la
recesión desde el comienzo de 2011 rodea el 4,12% y el desarrollo tan deseado
que ayudaría al país salir de la "maldita" crisis, no da señales de vida.
"Desgraciadamente, ya somos pobres", titulaba en un articulo el diario
Eletherotypia hace algunos días. Según los datos de la Unión Europea, Grecia
ocupa el penúltimo lugar en la lista de la pobreza dentro de la antigua UE de
los 15. Portugal ocupa el último lugar.
La crisis se nota en todas partes y la llegada del verano de poco o nada ha
servido para animar una de las capitales preferidas por los turistas. Se nota en
las manifestaciones y en las huelgas: el 15 de junio tuvo lugar la segunda
huelga general en el mismo mes y la octava desde que se votó el memorandum en
mayo de 2010; se percibe en las tiendas cerradas; en los negocios de tamaño
pequeño o mediano que han cerrado desde el comienzo del año, que han aumentado
en un 30% en comparación a 2010; se siente en la preocupante caída del consumo,
los griegos compran menos, buscan productos baratos y se recorren muchas tiendas
en busca de las mejores ofertas, salen menos...
Paro endémico
Y, sobre todo, se nota en el paro. Ya son miles las familias que tienen en su
casa al menos a una persona desempleada. Y las que no tienen parados en sus
filas, conocen a más de uno que busca trabajo desesperadamente. Como Yorgos, con
44 años y dos años en el paro. Trabajaba como conductor de camión en obras
públicas. "Pero cuando la crisis golpeó el sector de la construcción, empezaron
a pagarme de vez en cuando, hasta que un día dejaron de hacerlo", cuenta
deprimido. Tiene muchos motivos. "No encuentro trabajo y desde hace un año he
dejado de cobrar el subsidio de 400 euros".
La situación no es mejor para los más jóvenes. Y, si han hecho estudios
universitarios, ¡tanto peor! Grecia cuenta con un 40,1% de jóvenes licenciados
que no encuentran un trabajo en lo suyo. Los universitarios registrados en el
paro ya superan los 100.000. Como Caterina, de 29 años, y con estudios en
Química. Durante tres años ha trabajado en Holanda, pero desde que volvió a
Grecia, hace uno, está en el paro. "Confieso haberme arrepentido de volver a mi
país", dice. "Si no encuentro un trabajo, pienso irme de nuevo".
Para Eliana, una especialista en informática de 27 años y en paro desde hace
dos, no cabe ninguna duda: "Voy a emigrar. Aquí no tengo ninguna esperanza".
¿Explosión social?
"Desgraciadamente, ya somos pobres". Ya no son pocos los políticos y analistas
que temen una explosión social. Y eso, porque la situación económica todavía irá
a peor. El Gobierno griego prepara un nuevo paquete de ajuste que pesa, una vez
más en los más débiles: los asalariados, los pensionistas... Este es el precio
que pide la troika para dar la quinta dosis de crédito que el país necesita
urgentemente.
Mientras tanto, la presión en la calle continúa. El día 15, día de huelga
general, el asedio del Parlamento por los manifestantes de siempre que se habían
unido con los "indignados" para evitar que se votara el nuevo paquete de
austeridad, provocó una crisis seria en el Gobierno de Papandreu que provocó una
remodelación total.
Pero los "indignados" no piensan irse. Prometen estar en la plaza todos los días
y, a partir de lunes, asediar otra vez el Parlamento, cuando empiece la votación
de las medidas de austeridad presentadas (y algo "refinadas") por el nuevo
ministro de finanzas, Evangelos Venizelos. "Quizás no ganemos", dice Vasilis, un
joven parado e indignado, "pero tenemos que seguir en la lucha. ¿Para qué sirve
evitar la quiebra del país, si se condena a sus ciudadanos a vivir siempre en la
pobreza?", pregunta mirando al Parlamento. Espera respuesta.
Fuente:
www.elconomista.es