Esta economía republicana

El partido republicano asegura tener la respuesta para que la economía estadounidense se recupere: Gasto e impuestos más bajos. Pero eso es precisamente lo que ya existe.

Autor: Paul Krugman

¿Qué se debería hacer con la economía? Los republicanos dicen tener la respuesta: recortar el gasto y los impuestos. De lo que esperan que el electorado no se dé cuenta es que ésa es precisamente la política que hemos seguido el último par de años. No importa que haya un demócrata en la Casa Blanca; en la práctica, ya se trata de la política económica de los sueños republicanos.

Así es que la estrategia electoral republicana es, en efecto, una estafa gigantesca: depende de convencer al electorado de que la mala economía es resultado de las políticas de gasto enorme que el presidente Barack Obama no ha seguido (en gran medida porque el Partido Republicano no se lo ha permitido), y que nuestros males se pueden curar siguiendo más de las mismas políticas que ya fallaron.
No obstante, por alguna razón, ni la prensa ni el equipo político de Obama para nada han hecho un buen trabajo para exponer la estafa.

¿A qué me refiero al decir que ya estamos en una economía republicana? Hay que revisar primero el gasto gubernamental total – federal, estatal y local. Ajustado al crecimiento poblacional y a la inflación, dicho gasto ya ha caído recientemente en una proporción no vista desde la desmovilización que siguió a la guerra de Corea.

¿Cómo es eso posible? ¿No es cierto que Obama es un gran gastador? En realidad, no; hubo un breve estallido del gasto a finales de 2009 y principios de 2010, conforme el estímulo empezaba a hacer efecto, pero hace muchísimo que pasó el empuje. Desde entonces, todo ha ido cuesta abajo. Los gobiernos estatales y locales con problemas de liquidez han despedido a maestros, bomberos y policías; entre tanto, las prestaciones por desempleo se han ido acabando a pesar de que el desempleo sigue siendo extremadamente elevado.

En conjunto, el panorama para Estados Unidos en 2012 conlleva un parecido asombroso con el gran error de 1937, cuando Franklin Delano Roosevelt cortó el gasto en forma prematura, y lanzó a la economía estadounidense – que se había estado recuperando realmente con bastante rapidez hasta ese momento – a la segunda etapa de la Gran Depresión. No obstante, en el caso de FDR, se trató de un error voluntario, ya que contó con un Congreso sólidamente demócrata. En el caso de Obama, gran parte, aunque no toda, de la responsabilidad del giro político equivocado está en una mayoría republicana totalmente obstruccionista en la Cámara de Representantes.

Esa misma mayoría obstruccionista en la Cámara chantajeó efectivamente al Presidente para que continuara con todos los recortes fiscales para los acaudalados que estableció Bush, de tal forma que los impuestos federales, en tanto cuota del PR, están en niveles bajos casi históricos; en particular, mucho más bajos que en cualquier momento de la presidencia de Ronald Reagan. Como dije, para todos los efectos prácticos, ya se trata de una economía republicana.

Por otro lado, creo que vale la pena señalar que aunque el desempeño de la economía ha sido decepcionante, por decir lo menos, no ocurrió ninguno de los desastres que pronosticaron los republicanos.
¿Recuerdan todas las afirmaciones de que los déficits presupuestarios conducirían al aumento en las tasas de interés? Bueno, los costos de los créditos estadounidenses acaban de alcanzar un nivel bajo récord. ¿Y recuerdan esas advertencias funestas sobre la inflación y el “envilecimiento” del dólar? Bueno, la inflación sigue siendo baja y el dólar ha estado más fuerte de lo que estuvo en los años de Bush.

Expresado de esta forma: los republicanos han estado advirtiendo que estábamos a punto de convertirnos en Grecia porque Obama hacía demasiado para estimular a la economía; los economistas keynesianos, como yo mismo, advertimos que, por el contrario, estábamos en riesgo de convertirnos en Japón porque hacía demasiado poco. Y se trata de una japonización, excepto por un nivel de miseria que los japoneses nunca tuvieron que aguantar. Entonces, ¿por qué el electorado no sabe nada de esto?

Parte de la respuesta es que demasiados informes económicos aún son de la variedad él dijo o ella dijo, con citas contradictorias de expertos contratados por ambos lados. Sin embargo, también es cierto que el equipo de Obama ha fallado sistemáticamente en resaltar la obstrucción republicana, quizá por temor a parecer débil. En cambio, los asesores del presidente siguen recurriendo a conversaciones felices, entusiasmándose con unos cuantos meses de buenas noticias económicas como prueba de que funcionan sus políticas, para luego terminar pareciendo tontos cuando las cifras vuelven a bajar. Asombrosamente, han cometido este error tres veces seguidas: en 2010, 2011 y ahora otra vez.

En este momento, no obstante, Obama y su equipo político no parecen tener muchas opciones. Pueden señalar con orgullo algunos de los grandes logros económicos, más que nada, el exitoso rescate de la industria automotriz, responsable en gran medida de cualquier crecimiento en el empleo que logramos tener. Sin embargo, no van a poder vender un discurso de éxito económico general. Su mejor apuesta, sin duda, es hacer un Harry Truman: ir contra “el no hacer nada” del Congreso republicano, que, en realidad, ha bloqueado las propuestas – para los recortes fiscales tanto como para más gasto – que habrían hecho de 2012 un año mucho mejor de lo que está resultando ser.

Ya que, al final, es el mejor argumento en contra de lo que dicen los republicanos de que pueden arreglar la economía. El hecho es que ya vimos el futuro económico republicano, y no funciona.

Fuente: Diario Gestión (6 de junio del 2012)