En el bosque de neblina de Cañaris, campesinos restauran primeras hectáreas de esta especie forestal para evitar su extinción y revalorar su importancia.

 

EL ÁRBOL DE LA QUINA: ENTRE LA EXTINCIÓN Y SU RESCATE EN LA ZONA ANDINA DE LAMBAYEQUE

 

 

 

AUTOR: LEONARDO MUÑOZ
SOCIÓLOGO

 

La corteza de este árbol fue el principal antídoto contra la malaria en el Perú. Su figura representa la riqueza de las especies vegetales en el extremo derecho del escudo nacional, pero hace más de dos décadas se dejó de pensar en su existencia. Ahora se encuentra vulnerable y rumbo a la extinción.

En Lambayeque, el árbol de la quina crece en los bosques de neblina del distrito de Cañaris. Precisamente en esta zona a 2700 metros sobre el nivel del mar, la estación experimental Vista Florida del Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) realizó la primera restauración de 50 hectáreas de quina en áreas degradadas por incendios forestales.

El responsable técnico de este proyecto, Alejandro Gómez Silvera, cuenta que se han recogido muestras de corteza para identificar las especies de árbol que crecen en la zona, pero también para determinar el porcentaje de alcalinos que posee. Esta proporción permitirá determinar sus propiedades medicinales.

“Para el resfriado o para contrarrestar problemas estomacales, los campesinos toman una infusión de la corteza y les alivia”, manifiesta el ingeniero forestal.

Antes de iniciar el proyecto, la comunidad campesina San Juan Bautista desconocía estas propiedades, así como la forma de producir quina en viveros. Ahora, según explica Gómez, los pobladores contribuyen en el manejo y cuidado del árbol patrio.

“Queremos que en futuros proyectos de restauración el componente sea revalorar a esta especie nativa y emblemática. Es una especie que se está extinguiendo y debemos salvarla”, dice Gómez Silvera.

El encargado de dirigir la restauración también explica que la quina es una especie multipropósitos, pues cumple funciones ecosistémicas en el bosque de neblina (mejora la cantidad y calidad de agua), evita la erosión en las zonas de ladera y complementa servicios agroforestales (como con el café). Sin embargo, su estado vulnerable se debe a la tala ilegal.

Las cifras no son alentadoras. Según datos del INIA, esta región solo cuenta con 11 mil hectáreas de este árbol, pero se estima que la depredación forestal alcanza las 10 mil hectáreas al año. Tres mil de ellas en los bosques de neblina de Cañarís, y el árbol de la quina como una de las especies más afectadas por esta deforestación.

Para Alejandro Gómez esto se debe al desconocimiento de la población sobre el árbol emblema del país. Rumbo al bicentenario del Perú, esta es una realidad que se encuentra todavía a tiempo de cambiar.

 


Fuente: El Republica (27 de Junio del 2017)