GASEODUCTO SUR PERUANO: ¿UNA QUIMERA?

 

 

AUTOR: Aurelio Ochoa Alencastre

Resulta positivo que el presidente de la República haya sincerado la situación del Gaseoducto Sur Peruano (GSP) reconociendo que su ejecución demostraría más allá de lo previsto: un nuevo escenario que evitará seguir generando expectativas en el sur del país.

Paralelamente, se anunciaron alternativas que temporalmente suplirían esa infraestructura trunca a través de ‘gasoductos virtuales’ de proveniencia boliviana.

Lo acontecido hasta hoy con este emblemático proyecto data de enero del 2017, cuando se dio por concluida la concesión al no conseguirse su financiamiento. Se ofreció volver a licitarlo a mediados de ese año; luego se postergó para finales del mismo, y ulteriormente, para diciembre del 2018, y así sucesivamente, 2019, 2020, 2021, que es el último anuncio oficial, aunque también advertían que la culminación de la primera etapa (hasta Anta) estaría para el 2025 (también se sugirió el 2023: próximo gobierno), de lo que se infiere que la llegada a Ilo, ¿podría proyectarse para el 2027?

Aquellas sucesivas postergaciones hacen inferir que a pesar del importante avance de esta obra trunca, aún parecen persistir dudas respecto al trazo, la magnitud de la demanda, el financiamiento, etcétera, sin mencionar la ineludible convergencia con el futuro gasoducto Cochabamba-Ilo.

Pese a lo avanzado del proyecto (ingeniería 90.8%, construcción preliminar 80.49%, tubería en el terreno 50.48%, avance global 37.8%, construcción y montaje 11.03%), Con una Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) vigente, etcétera, se insistió y perdió tiempo durante casi dos años en intentar cambiar la ruta del GSP, dilucidando alternativas como el ducto por la costa o la vía marítima.

Finalmente, la consultora Mott MacDonald Ltd. Hizo recapacitar a ProInversión, y regresaron al punto inicial del año 2015 en que se inició la obra: proseguir con el trazo primigenio. Lo que sí cambiaron fue la denominación de GSP por la de SIT-Gas (Sistema Integrado de Transporte).

Adicionalmente, es de advertir que la custodia y mantenimiento de los activos del GSP sobre el terreno (tuberías, equipos e instrumental, etcétera) han representado a la fecha un Desembolso para el Estado de US$ 93.7 millones; y, conforme no se reanuden las obras, cada año deberemos pagar a la empresa ETSA alrededor de US$ 47 millones (por adelantado), cifras que debieran hacer reflexionar.

 


Publicado por: Gestión, 10 de junio del 2019.