Exiten aún muchas empresas pesqueras ilegales que no tienen ningún reparo en dañar el medio ambiente.

 

DERRIBANDO MITOS

 

AUTOR: Cayetana Aljovín

La mitología es un fenómeno que viene asociado a grandes civilizaciones, y como tal, el Perú no podía estar ajeno. Así, desde el mito de la creación del Imperio Incaico, pasando por su caída, somos un país que tiende a creer en historias que luego son difícilmente contradichas ya que están instaladas en el inconsciente popular.

Lo curioso es que este fenómeno no solo está relacionado con la historia, sino también se encuentra presente en varios aspectos de nuestra vida diaria, e incluso en diversos sectores de la economía, donde la pesca no ha sido la excepción. Y es así como, a lo largo de los años, se ha ido creando alrededor de este sector el mito de que atenta contra la sostenibilidad del recurso y el medio ambiente, mito que, como proponemos en el título de la presente columna, se viene derrumbando con hechos y no palabras.

En efecto, este año decidimos hacer el esfuerzo de reportar, utilizando la metodología del Global Reporting Initiative (GRI), sobre el trabajo que la industria peruana de harina y aceite de pescado ha realizado en materia socioambiental. Es así como, por primera vez en los 22 años de existencia del GRI, una industria alinea y estandariza sus avances para informarlos mediante un reporte.

Este esfuerzo se inició en el 2018 y muestra la data recogida del gremio pesquero, así como de las principales empresas del sector de la industria de ingredientes marinos en cuanto al cuidado de la biodiversidad marina, que es el aspecto donde vamos a centrarnos para evidenciar la falsedad del mito antes mencionado.

Al respecto, el reporte incluye un dato fundamental: la biomasa de la anchoveta, esto es la cantidad de anchoveta en el mar peruano, ha permanecido igual por más de 10 años. Es decir, que si en el año 2008 existía un stock de anchoveta de 8 millones, hoy 10 años después, existe el mismo stock.

Ello obedece principalmente al ordenamiento pesquero que ocurrió justamente en el mismo periodo, en el que, vía la implementación de cuotas individuales, se eliminó la perniciosa carrera olímpica que atentaba contra la sostenibilidad del recurso.

Así, hoy por hoy, se pesca solo hasta el 35% del stock de anchoveta. Es decir, el otro 65% permanece en el mar para su renovación y sostenibilidad. Asimismo, solo se puede pescar dos veces al año, para no interrumpir el ciclo normal de reproducción, y donde la pesca de juveniles por encima del límite máximo permisible está sancionada.

Por otro lado, se ha reportado el esfuerzo de que a través del programa Salvamares y otros similares desarrollados por cada empresa, se capacita a los tripulantes de la flota industrial en la correcta liberación de las especies que involuntariamente caen en las redes, como pingüinos, tortugas marinas, mantarrayas, entre otras; contribuyendo así al cuidado de la biodiversidad marina.

Además de ello, la industria pesquera, a través de inversiones importantes, ha logrado ser un sector que cuida no impactar en el ambiente. Así, respeta los Estándares de Calidad Ambiental (ECA) de efluentes, a través de la implementación de emisores submarinos que tratan el agua de cola, sanguaza y otras grasas y no contaminan el mar.

En el caso de los ECA de emisiones, se ha dejado en el pasado el secado de fuego indirecto en las plantas pesqueras y ahora se utiliza el secado a vapor (steam dried). Pero eso no es todo. También se viene dando un cambio de matriz energética a gas natural. Allí el reto es asegurar el abastecimiento de este combustible.

A pesar de los esfuerzos reportados por el sector pesquero formal, existen aún muchas empresas pesqueras ilegales que no tienen ningún reparo en dañar el medio ambiente. Lamentablemente, ese no es un mito sino una realidad, y solo con el compromiso de nuestras autoridades se logrará combatir y erradicar para siempre este flagelo que tanto daño nos hace como país y sociedad.


Fuente: Gestión, 26 de junio del 2019.