CONTAMANA

 

Navegar para contarla: Contamana

Hay viajes tranquilos y otros que califican como travesía por las características del destino y la intensidad que la ruta propone, rodeados de naturaleza y escenas cotidianas que, siendo reales, parecen de fantasía.

El viejo monstruo metálico se encabrita y ese brusco movimiento parece ser una advertencia para todos los que no viajrán: el barco se va. El griterío se reanuda. La gente sale presurosa.

Hay despidos fugaces y a las 5:30 de la tarde, con insólita puntualidad inglesa, se sueltan las amarras. Ahora nuestra embarcación luchará las próximas 20 horas con todas sus fuerzas por avanzar por uno de los ríos más largos del mundo. Hacia el norte, donde nos dirigimos, un manto de nubes oscuras nos espera, aunque en el puerto de Pucallpa todavía el sol ilumina el ancho y ajeno mundo.

Viajar en uno de estos barcos, que surcan las aguas de los ríos y caños de la selva amazónica, es estar en un microcosmos flotante, donde rigen reglas propias y se ponen a prueba la paciencia y el temple del viajero: un multicolor laberinto de hamacas lo invade todo y hace que avancemos a gatas en una odisea que pasa por debajo de espaldas colgantes. También hay que sortear bultos, cajas, colchones, mascotas, motos, electrodomésticos y pesados racimos de plátanos. Y se tienen que aguantar los gritos de la multitud que entra a vender baratijas, arroz en bolsas y pescados envueltos en hojas de plátano. Pero quien sea que haya tenido esta experiencia no la olvidará jamás y aquel que ansíe tenerla no se arrepentirá de vivirla.

Vivir en Contamana

La idea era llegar a Contamana, encantador pueblo ubicado a medio camino entre Pucallpa e Iquitos, y hacia ese lugar nos llevaba ese viejo barco no sin detenerse en varios caseríos, ya sea para bajar una mototaxi o una refrigeradora, ya para hacer subir más mercancía. Era increíble ver con qué pericia el
“capitán” acercaba el navío a las orillas donde pequeños barrancos llenos de lodo fungían de embarcaderos. Cuando se acercaba lo suficiente desde la proa se lanzaban largas maderas que cumplían las funciones de puentes y por ellas cargadores equilibristas pasaban todo lo que se quería bajar o subir.

Llegó la noche. En la proa un gran faro se encendió para ayudar al “capitán” a ver la mejor ruta por la que nos conducía río y noche abajo. También se prendieron las luces en el interior del barco y casi de inmediato aparecieron inacabables miríadas de mosquitos. Un enjambre de pálidas estrellas se fue haciendo visible en medio del añil cielo selvático y desde las oscuras estancias de la selva provenían escalofriantes rugidos, estentóreos chillidos e inacabables gorjeos: toda una música salvaje creada por la fauna que allí, entre las sombras, convivía o se mataba.

A las dos de la tarde del día siguiente (21 horas después de haber tomado el barco en Pucallpa), por fin apareció Contamana. El pueblo ha crecido a la sombra de unos cerros de tierra rojiza: deben ser una de las poquísimas estribaciones en un territorio que no es sino una planicie infinita. Desde el embarcadero se puede ir caminando hasta la encantadora y animada plaza y desde allí continuar al malecón Alfredo Vargas, considerado el más grande de la selva peruana. Más tarde se recomienda subir al mirador de Chiringal, donde hallará unas vistas privilegia das de la inmensa selva. Hay que perderse también por las calles del tranquilo barrio de Jerusalén, en la parte alta del poblado, y contemplar desde su mirador el cielo selvático inflamado de una luz de oro al atardecer. Pero los alrededores de Contamana también están llenos de espacios realmente bellos y dignos de conocer.

Canan de Tipishca

Llegar a este sitio es fácil. Desde el embarcadero de Contamana se debe cruzar el Ucayali en una lanchita, y en la otra orilla se toma una mototaxi o se camina hasta Canan. La trocha pasa por varias comunidades que se dedican a la pesca, la artesanía y reciben ayuda internacional. Hasta que se llega a un lugar esplendoroso: la laguna de Tipishca. Es una inmensa lámina acuática en cuya superficie el mundo se refleja al mínimo detalle: cada nube, cada pájaro y cada árbol. No exagero al decir que ha sido uno de los lugares más hermosos que haya visto en este viaje.

Quebrada Maquia

Es un lugar apacible, al menos el lunes en la mañana porque seguro que es todo lo contrario los fines de semana al ser zona de fiesta, bares y recreos turísticos. Cerca hay un puente colgante desde donde se ve la quebrada y el riachuelo que por allí discurre hasta desembocar en el río Ucayali. En los bancos de arena que se forman en los meandros la gente lava sus ropas plácidamente y las deja secar.

Otros lugares para conocer cerca de Contamana son las fuentes medicinales Aguas Calientes, la cascada Llanto de la anaconda y la collpa de guacamayos, aunque a estos sitios el acceso amerita una previa coordinación para visitarlos.

Con el alma llena de recuerdos de esa irrepetible luz del atardecer selvático, de ese verdor sin fin que parece rodear este mundo y de la gran afabilidad de los contamaninos, el viajero puede retornar a su lugar de origen satisfecho y feliz de haber conocido un sitio irrepetible y casi secreto.

Tome nota

Lo primero que el turista observa al llegar a Contamana es el llamado Arco Centenario, en el que aparece la estatua de una sirena, figura mítica, presente en las leyendas que surgen de sus ríos y lagunas.

El encanto de humo. Ubicado a 22 km al noreste de Contamana encontramos este conjunto de fuentes termales, sulfurosas y ferrosas, con propiedades sedantes y curativas.

La perla de Ucayali

Contamana es la capital de la provincia de Ucayali, perteneciente a la región Loreto. Su nombre ha dado lugar al título de una popular canción: “La contamanina”.

A este poblado solo se llega en barco, o en avioneta desde Pucallpa o Iquitos. Si se opta por el barco, los horarios de salida son siempre referenciales. El precio del pasaje varía entre 30 y 40 soles por persona.

Se recomienda llegar con anticipación a la hora de la partida para separar espacio y colgar las hamacas que se compran en la embarcación. Son mejores las de tela que las de red.

Contamana cuenta con algunos buenos hoteles y restaurantes ideales para pasar algunos días.


 

Fuente: El Peruano