REPORTE DEL CLIMA

 

La principal agencia reguladora financiera de Estados Unidos se está interesando en el cambio climático y quiere que todos lo sepan. La Comisión de Bolsa y Valores (SEC) ha creado un equipo de trabajo para examinar temas ambientales, sociales y de gobernanza (ASG), ha nombrado un "zar del clima" y ha indicado que reforzará su enfoque" en divulgaciones relacionadas con el clima de las empresas listadas en bolsa.

La entidad parece estar lista para introducir, entre otras cosas, reglas que obliguen a las empresas a reportar cómo el cambio climática o sus esfuerzos para combatirlo podrían afectar sus negocios. Desde setiembre, reguladoras en Nueva Zelanda, Reino Unido y Suiza han señalado tener planeado hacer que divulgaciones relacionadas con el clima sean imperativas. También lo han hecho las bolsas de Hong Kong, Londres y Corea de Sur, y la Unión Europea podría seguirles los pasos.

La avalancha de regulaciones surge de una preocupación de que el cambio climático representa una amenaza para la estabilidad financiera, aunque es difícil decir si eso es cierto o no. La información estadística sobre el particular es poco precisa y la divulgación de data sobre el clima es mayormente voluntaria. Las empresas tienden a seleccionar las cifras y metodologías que les son más convenientes.

Rara vez, tales reportes revelan algo sobre el riesgo de una empresa en el futuro que es donde las amenazas financieras del cambio climático residen principalmente.

Muchos organismos supervisores están depositando sus esperanzas en el grupo de trabajo sobre las revelaciones financieras relacionadas con el clima (TCFD), establecido el 2015 por el Consejo de Estabilidad Financiera (CEF), un grupo global de reguladoras. El TCFD ha recomendado un estándar para reportes compuesto de once categorías generales que van desde la huella de carbono hasta el manejo del riesgo climático.

Esta propuesta es del agrado de las reguladoras porque se enfoca en riesgos materiales y no en impactos ambientales, y porque solicita información sobre planes futuros de las empresas. Eso incluye "análisis de escenarios" en los que la estrategia corporativa es testeada frente a potenciales entornos futuros, tales como un planeta con temperaturas más altas o mayores precios del carbono.

Estas características también son atractivas para los financistas. Las firmas financieras conforman casi la mitad de las alrededor de 1,800 empresas que respaldan las recomendaciones del TCFD.

Entre ellas, mantienen activos valorizados en más de US$ 150 millones e incluyen a las diez mayores administradoras de activos del mundo y a ocho de sus diez mayores bancos.

Sus clientes y reguladoras las están urgiendo a adoptar el estándar y, a su turno, estas compañías financieras están animando a las empresas a hacerlo, lo que está causando un repunte en su uso. Pero no todas las empresas están felices con esto, pues significa ajustarse a otra medición sobre ASG, y una que es espinosa al respecto.

Muchos CEO afirman que sus empresas carecen de la experiencia para ejecutar análisis de escenarios basados en el clima, la reciente guía de 133 páginas publicada por el TCFD sobre cómo hacerlo podría ayudarles.

Solo el 7% de las grandes compañías divulga tales evaluaciones, según una revisión realizada por dicho grupo de trabajo aproximadamente 1,700 empresas.

Aquellas que sí elaboran esos análisis suelen utilizar escenarios diferentes a los de sus contrapartes, lo que hace que esos esfuerzos sean difíciles de comparar.

Otro problema es que las revelaciones podrían ahuyentar a los inversionistas, lo cual es el objetivo, naturalmente. Pero hasta que ese tipo de reporte sea obligatorio para todas, las empresas corren el riesgo de ser castigadas por ser las primeras en adoptar el estándar. Esa es la evidencia en Francia, que decretó la obligatoriedad de las divulgaciones de riesgo climático para administradoras de activos, aseguradoras y fondos de pensiones el 2016.

Un estudio realizado por el banco central francés comparó esas firmas con bancos y empresas no financieras del país, y halló que las que tenían que divulgar riesgos climáticos eran tenedoras de un 40% menos de bonos, acciones y otros títulos en empresas de energías fósiles, medidos en valor, que las que no tenían que divulgar riesgos.

Dicho cambio podría elevar los costos de capital para proyectos contaminantes y provocar menos emisiones de carbono. Pero más revelaciones sobre el clima no reducirán el carbono por sí solas, anota Remco Fischer, del Programa de la ONU para el Medio Ambiente. Es que en teoría, la regulación del riesgo climático puede ser mitigada trasladando activos con alto contenido de carbono a jurisdicciones con reglas ambientales más laxas.

Y las sofisticadas evaluaciones de riesgo no siempre resultan en menor uso de carbono. El año pasado, la eléctrica australiana AGL Energy publicó un análisis de escenarios. El que eligió involucra mantener operativa hasta el 2048 una de sus plantas generadoras a carbón.

 

 

 


Publicado por: Gestión, 16 de Marzo del 2021.