PROPONER Y NO SOLO PROVEER

 

A ports del Bicentenario de la fundació de Perú, resulta necesaria una reflaxión acerca del rol que desempeña nuestra industria minera; con el propósito genuino de insertarla en la discusión acerca de los planes de desarrollo sostenible de nuestro país.

Oferta exportadora

Nuestro foco de crecimiento tiene que basarse necesariamente en una oferta exportadora de bienes y servicios de calidad; para este fin debemos alcanzar una educación pública de calidad, para más del 90% de nuestros estudiantes escolares; debemos implementar infraestructura pública que reduzca los costos de nuestra oferta exportadora y que a su vez integre los distintos pisos ecológicos d nuestro país; debemos promover actividades productivas con ventajas comparativas en relación a otros países, como se aprecia en: pesca, agro industria, textil, minería y forestal; e incentivar así mismo rubros de servicios donde destacamos a nivel mundial, como es el caso del turismo y gastronomía.

A nivel macroeconómico logramos estabilidad para mantener la calificación financiera de grado de inversión, seguir con un nivel de endeudamiento bajo y con una apertura de mercados que fomenta la libre competencia y promueve el emprendimiento y la innovación.

Falencias

Sin embargo, la pandemia desnudó nuestras principales falencias y amplió la brecha de ingresos y oportunidades para la mayoría de peruanos. Con el 70% de la PEA inserta en una economía informal, nuestro Estado no contó con registros preciosos para una asistencia financiera directa y oportuna. Mientras que nuestra educación pública tardó en adaptarse al modo virtual impuesto y nuestros escolares perdieron casi 1.5 años de vida educativa.

En términos de salud pública, tuvimos uno d ellos fallecimientos per cápita más altos del mundo. A pesar de ello, hay un programa de vacunación destacado por su cobertura y rápida ejecución.

Alianzas

Ante la crisis que aún enfrentamos, algunos pretenden agudizar una falsa dicotomía entre lo público y lo privado; cuando lo cierto es que ambos sectores son necesarios y complementarios.

Particularmente nuestra industria minera se desarrolla en zonas remotas y altoandinas, con escasa presencia del Estado e Indices de Desarrollo Humano (IDH) menores en comparación a zonas costeras. Por su propia naturaleza, es una industria con un enfoque de largo plazo, invierte en infraestructura pública, llámese; carreteras, líneas de energía eléctrica y redes de comunicación; y su orientación exportadora genera necesariamente una integración física entre zonas altoandinas y costeras.

¿La solución está en los impuestos?

Podríamos expresar el impacto económico de nuestra industria minera en términos de producción actual y futura, portafolio de proyectos, generación de divisas, pago de impuestos, encadenamiento productivo y generación de empleo directo e indirecto. Sin embargo, también podría esbozarse desde una perspectiva distinta, desde la perspectiva de los desafíos o carencias que como país aún debemos afrontar.

Para ello, una pregunta provocadora sería cuestionarnos si la aspiración de una educación pública de calidad y el cierre de brechas en infraestructura se conseguiría sólo con una mayor presión tributaria para la industria minera.

Me temo que no. Nuestro país requiere antes una planificación territorial, consensuada que la mism a trascienda un mandato electoral, brechas y que se base en sistemas de gestión de proyectos transparentes y efectivos.

En síntesis, logrando una institucionalidad pública más robusta y madura. Por ello, la participación conjunta de los sectores público y privado en esta meta nacional es significativamente más relevante, que restarles competitividad a los sectores productivos fomales, vía mayor precisión tributaria.

En dicho sentido, nuestra industria minera maximizaría la generación de valor a través del desarrollo de nuestros bienes tangibles no renovables (metales) y de esa manera coadyuvar a financiar la generación de bienes intangibles para toda la sociedad: educación pública de calidad e institucionalidad madura.

Este compromiso ampliado permitiría a la industria minera ser reconocida por la sociedad peruana, en su rol de liderazgo y no solo por el aporte económico en términos de divisas, encadenamiento productivo y pago de tributos.

Sobre todo por su involucramiento propositivo en la búsqueda de la educación pública de calidad, en la planificación territorial y en la construcción de una institucionalidad pública madura que permita una secuencia virtuosa de inversión, asegurando sostenibilidad y bienestar para todos los peruanos.

Así lograríamos el consenso nacional respecto a que la promoción de la industria minera formal amerita ser parte de nuestra política de Estado.

 


Publicado por: Gestión, 21 de julio del 2021.