COMO HA LOGRADO CHINA REDUCIR SUS EMISIONES DE CARBONO

 


 

Durante los últimos meses, diversos especialistas en temas climáticos han considerado la posibilidad de que las emisiones de dióxido de carbono de China, el país con mayor nivel de contaminación a nivel global, hayan alcanzado su punto máximo y empezado a descender. Esta hipótesis ha sido respaldada recientemente por un informe del Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA), una entidad independiente ubicada en Finlandia. El estudio, difundido a través de Carbon Brief, muestra que durante el primer trimestre de 2025, China redujo sus emisiones de CO₂ en un 1,6% en comparación al mismo periodo del año anterior. Cabe recordar que ya en agosto de 2024, un análisis realizado por el Instituto de Políticas de la Sociedad Asiática (ASPI) había registrado una disminución del 1% en las emisiones chinas entre abril y junio de ese año, en relación al mismo trimestre de 2023. Ambos documentos coinciden en que el crecimiento sostenido de las energías renovables en el país asiático estaría permitiendo revertir una tendencia de décadas de incremento constante en sus emisiones de carbono.

En el pasado, China había experimentado reducciones en sus emisiones, pero estas se relacionaban principalmente con situaciones excepcionales, como la desaceleración económica derivada de la pandemia de covid-19. De mantenerse la tendencia actual, se pondría fin a la etapa de crecimiento exponencial que convirtió a China en el principal emisor mundial de carbono en las últimas décadas. Hace medio siglo, la participación china en las emisiones globales no superaba el 7%; sin embargo, tras un prolongado periodo de desarrollo económico acelerado, sustentado en gran medida por el uso de carbón, hoy en día representa alrededor del 30% del total global. Para el año 2019, las emisiones chinas ya superaban a las de todas las naciones desarrolladas juntas. Mientras tanto, otros grandes emisores como Estados Unidos y la Unión Europea habían logrado reducir sus emisiones al alejar sus economías de industrias altamente consumidoras de energía fósil, especialmente en la generación de electricidad.

China, durante mucho tiempo, defendió que su aumento de emisiones respondía al mismo patrón que siguieron previamente las naciones industrializadas, cuyo crecimiento económico también estuvo ligado a un fuerte incremento en sus emisiones. No obstante, lo cierto es que el país asiático ha sido el principal motor del crecimiento de las emisiones globales durante los últimos años. Según Lauri Myllyvirta, autor del informe del CREA, si no fuera por China, el mundo habría estabilizado sus niveles de emisión hace aproximadamente una década. Dado el volumen de emisiones que produce, resulta indispensable que China revierta su tendencia de crecimiento para que los esfuerzos internacionales de mitigación climática sean exitosos.

Un factor fundamental detrás de esta reciente moderación en las emisiones chinas ha sido la expansión masiva de proyectos de energía solar, eólica y otras fuentes limpias. De acuerdo con Myllyvirta, China ha instalado más de la mitad de toda la capacidad solar y eólica instalada a nivel mundial en los últimos años. Tan solo el año pasado, la capacidad solar incorporada por China fue similar al total existente en la Unión Europea, reflejando un ritmo de crecimiento impresionante. Datos recientes del centro de estudios Ember, con sede en Reino Unido, revelan que en abril, por primera vez, la combinación de energía eólica y solar generó más de una cuarta parte de la electricidad del país. A la par, la producción de electricidad basada en combustibles fósiles disminuyó un 3,6% durante los primeros cuatro meses de 2025 respecto al mismo periodo del año previo, lo cual marca un giro significativo para una economía que tradicionalmente ha dependido del carbón. El especialista de Ember, Yang Biqing, destaca que el gobierno chino cada vez más reserva el uso del carbón como respaldo, coincidiendo en que las emisiones vinculadas a la energía están mostrando signos de estabilización, aunque no ha verificado de manera independiente los datos de Myllyvirta.

No obstante, el hecho de que el crecimiento de las emisiones se haya desacelerado no garantiza necesariamente una disminución sostenida en el tiempo. Li Shuo, del ASPI, advierte que podría producirse un estancamiento prolongado en los niveles actuales, lo cual limitaría los avances en materia de acción climática. Los próximos pasos de China estarán condicionados por múltiples factores internos y externos. Las perturbaciones en el mercado petrolero global, como consecuencia de eventos geopolíticos como la guerra en Ucrania, han llevado a las autoridades chinas a priorizar la seguridad energética mediante un mayor uso del carbón, recurso del cual disponen ampliamente. Según Li, futuras crisis geopolíticas podrían reforzar esta estrategia, representando un serio desafío para la transición energética del país.

Por otro lado, Christoph Nedopil Wang, director del Instituto Griffith Asia en Australia, sostiene que el afán de seguridad energética también impulsa el crecimiento de las tecnologías limpias en las que China posee un rol predominante, como la fabricación de turbinas eólicas y paneles solares. Al reducir su dependencia de las importaciones de energía mediante el desarrollo de fuentes renovables, el país fortalece su seguridad nacional. Nedopil Wang no considera probable que las tensiones comerciales con Estados Unidos o la ralentización económica lleven a las autoridades chinas a incentivar el crecimiento de sectores tradicionales altamente contaminantes. Por el contrario, las autoridades parecen estar apostando por el desarrollo de sectores tecnológicos menos intensivos en emisiones, como la información, biotecnología, vehículos eléctricos y energías limpias, desplazando el peso económico hacia industrias más sostenibles. Según Nedopil Wang, es poco probable que se produzca una expansión masiva de sectores contaminantes como la industria siderúrgica.

A pesar de los avances recientes, China todavía enfrenta un importante reto para cumplir sus compromisos internacionales en el marco del Acuerdo de París, donde se comprometió a reducir su intensidad de carbono en más del 65% respecto a los niveles de 2005 para el año 2030. La intensidad de carbono mide la cantidad de emisiones por unidad de producción económica. Durante la pandemia, el país se desvió de esta meta debido a su elevada dependencia de la manufactura intensiva en energía. Si no logra cumplir este objetivo, supondría un grave revés para la acción climática global. Myllyvirta señala que el descenso registrado recientemente es un buen comienzo, pero requiere de políticas y objetivos más ambiciosos para asegurar su continuidad.

En los próximos meses, la política climática china recibirá atención mundial, particularmente porque en noviembre se celebrará en Brasil la cumbre climática COP30, donde China presentará una actualización de sus compromisos. Desde el periodo de hostilidad de la administración Trump hacia el multilateralismo climático, China ha intentado proyectarse como líder global en este ámbito. En una reciente conferencia climática, el presidente Xi Jinping instó a convertir las metas en resultados concretos. Por ello, es probable que China evite dar la impresión de estar abandonando su compromiso principal de reducción de intensidad de carbono. Los líderes del país evaluarán cuidadosamente sus próximos objetivos climáticos, considerando tanto sus propias ambiciones internas como las dinámicas geopolíticas y la percepción internacional.



Fuente: BBC News- pag.15, 10 de junio del 2025.