Vamos a la playa... de forma ecológica
 

Por  Javier Cuquerella

No hay ninguna duda: España tiene un gran atractivo turístico gracias a sus 3.000 playas. Espacios naturales cuya conservación depende en gran parte del comportamiento de sus visitantes. Por eso cuanto más ecológicos sean los hábitos de los ciudadanos mejor. Con este fin se pueden seguir diversos consejos que contribuirán a reducir su impacto ambiental porque no lo olvidemos: está en manos de todos la conservación y la mejora de las playas.

El desplazamiento a la playa se puede hacer con el menor impacto ambiental posible. Si es un viaje largo el transporte público es la mejor opción. Es frecuente que en verano se refuercen las líneas de autobús, tren o metro que llegan hasta las zonas playeras. Ahora bien, si se va a utilizar el vehículo privado, hay diversos consejos para reducir su efecto contaminante y de paso ahorrar dinero: aprovechar al máximo la capacidad del vehículo (se puede compartir con otras personas), reducir la velocidad, no abusar del aire acondicionado, etc. En cualquier caso, entre todas las combinaciones posibles la mejor opción es residir o veranear cerca de la playa para poder llegar a pie o en bicicleta.
Una vez en el destino, el cambio de mentalidad es esencial: en un espacio abierto tan grande como la playa y el mar la capacidad de una persona para estropearlo puede parecer insignificante, pero no es así. Estas áreas sensibles pueden resultar dañadas y convertirse en grandes vertederos si no se las cuida y protege. En sus propios hogares, los consumidores pueden llevar a cabo una gran cantidad de acciones para evitar la degradación de los océanos y las zonas costeras. La práctica de las tres erres (reducir, reutilizar y reciclar) por parte de los consumidores es determinante para reducir la cantidad de residuos que pueden acabar en el mar. Por otro lado, el uso de productos ecológicos o que utilicen menos fertilizantes limitará su impacto en el medio ambiente. Por ejemplo: es posible sustituir las bolsas de plástico convencionales por otras biodegradables o reutilizables, y se trata de hacerlo no solo el día que se va a la playa sino de incorporar su uso en la rutina diaria. Además, los consumidores que vivan en zonas costeras pueden ser parte activa de la conservación y protección de los ecosistemas marinos y la colaboración con las ONG conservacionistas ayudará a sus responsables a emprender mayores acciones.

 

Comer en la playa de forma ecológica

Ante un día completo de playa, que por supuesto incluye degustar la comida sobre la toalla o la hamaca, es recomendable utilizar la clásica cesta de mimbre de picnic, capazos o bolsas de tela, ya que en ellas se pueden llevar los utensilios necesarios, siempre reutilizables, nunca de usar y tirar. Conviene tener en cuenta que aunque el vidrio se puede reciclar, la playa no es la mejor opción para hacerlo porque si se rompe puede ser peligroso para el resto de personas, que suelen ir descalzas.

Respecto a la comida, ésta se puede llevar en tarteras o envases específicos reutilizables para alimentos, y la bebida se puede transportar en termos o botellas de aluminio. Los envases de plástico, tanto las botellas como las bolsas, tienen un gran impacto ambiental, y por ello hay que evitar su utilización, sobre todo en la playa. Los mares acumulan cada vez más residuos plásticos que tardan cientos de años en degradarse y son ingeridos por diversas especies animales que dañan su cuerpo o incluso les causa la muerte.

La basura producida durante la jornada requiere un tratamiento respetuoso con el entorno. En la playa el gesto de separar para reciclar es otra acción básica. Algunas playas cuentan con contenedores específicos, pero si no hay o se tienen dudas, los residuos generados se deben conservar hasta poder reciclarlos de forma conveniente. En este caso se pueden guardar en bolsas biodegradables y ya en el hogar hacer la conveniente separación según su naturaleza: restos orgánicos, plásticos, etc. Otro aspecto que conviene recordar es que las playas no son ceniceros gigantes, así que los fumadores deberán preocuparse de no tirar las colillas y cenizas en la arena, menos aún en el agua. El mejor consejo es no fumar en la playa y si finalmente se cae en la tentación, lo más apropiado es depositar las colillas en un cenicero improvisado y al finalizar la jornada llevarlas al contenedor. Y puesto que el número de personas que disfrutan de las playas y del sol suelen hacerlo escuchando música o la radio a través de minúsculos aparatos que precisan pilas, es importante advertir que las pilas son uno de los residuos más tóxicos para el medio ambiente, por eso el mejor consejo es guardar las pilas en la mochila o en el bolso hasta que sea posible llevarlos a reciclar.