EL CAMBIO CLIMÁTICO COMIENZA A SER UNA REALIDAD

 

Por: CRISTIAN FRERS

 

Es posible, además, que en las próximas décadas, el clima se vuelva todavía más loco. Según estimaciones realizadas por expertos climatólogos, estamos a las puertas de un cambio ambiental global que modificará notoriamente el clima de nuestro planeta, y prepárese: esas variaciones también se harán sentir en nuestras pampas, nuestros hielos, nuestro suelos, nuestros cultivos, nuestra provisión de agua, nuestra salud y hasta en nuestro guardarropas. Si usted ahora no sabe si llevar o no el paraguas o duda entre calzarse un pulóver o una remera de mangas largas, en el futuro tendrá menos chance de saberlo.

En Argentina, con su inmensa variedad de suelos y climas, no se queda afuera de las proyecciones climáticas. Al parecer, aquí los cambios serán cada vez más crecientes y tendrán un fuerte impacto económico y social. La Pampa Húmeda y la región mesopotámica padecerán más inundaciones, con el consiguiente perjuicio en la producción de cultivos. En Cuyo y el Noroeste aumentará la aridez y la Patagonia sufrirá el retroceso de glaciares aunque podrá ahorrar en calefacción: sus inviernos ya no serán tan rigurosos. Así, generalizando , gran parte de nuestro territorio tendrá inviernos más templados, veranos más sofocantes y una Ciudad Autónoma de Buenos Aires casi, casi tropical. Sin ritmo de maracas y de bombos pero con las mismas lluvias breves e intensas que restan horas de playa en el Caribe, y mayor riesgo de que sus habitantes sufran golpes de calor. Seguramente los pulóveres de lana gruesa y las camperas más abrigadas pasarán definitivamente a cuarteles de invierno. 

La alimentación también deberá adecuarse. El consejo de beber mucha agua tendrá cada vez más peso para prevenir los golpes de calor que, se anticipa, serán más frecuentes. El estrés laboral también se agudizará debido a las altas temperaturas. ¿Necesitaremos colectivos con aire acondicionado? ¿Comeremos más ensaladas que platos calientes? ¿Nos sentiremos como habitantes de una república bananera? Para saber exactamente cómo serán esos cambios y entenderlos, conviene empezar a llamar a las cosas por su nombre. Porque tiempo no es lo mismo que clima, y cambio climático es mucho más que un día caluroso en medio de un invierno loco.

Las consecuencias del calentamiento global serán, en Argentina, tan notorias como en el resto del planeta. Millones y millones de pesos se perderán en intentar prevenir o reparar los daños por inundaciones, en represas hidroeléctricas con menor capacidad de generación de energía, en sistemas de riego artificial para soportar la falta de agua y las altas temperaturas.

El viernes 2 de febrero de 2007, un numeroso grupos de científicos de todo el mundo divulgó en París, Francia, un informe que volvió a poner el alerta sobre los cambios que se producen como consecuencia del calentamiento global. Ya nadie discute que la emisión del dióxido de carbono y otros gases, provocados por autos, fábricas y todos los derivados del petróleo, está generando un efecto invernadero en la atmósfera que en pocos años más gatillará, y ya lo está haciendo, aumentos en la temperatura y mayor inestabilidad en las precipitaciones.

En relación a la emisión de gases, Argentina esta en el puesto número 30 en el mundo: los primeros lugares son para Estados Unidos de Norteamérica, China, Japón, la ex Unión Soviética y Alemania.

“Nuestro país –expresa Carlos Mereson, ex secretario de la Secretaria de Desarrollo Sustentable de la Nación- debe planear dos estrategias: la ofensiva, basada en acciones de mitigación de los gases del efecto invernadero, y la defensiva, con acciones de adaptación y contención de las consecuencias”. Mereson, parte de una idea: “Argentina muestra una alta vulnerabilidad respecto de eventos climáticos extremos”. 

Es necesario establecer cinco bases fundamentales para abordar los desafíos del calentamiento global y generar una era de energías poscarbónica:

"Como lo destaca el IPCC -comenta Osvaldo Canziani, copresidente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático-, es ineludible que los países emergentes reconozcan la importancia del conocimiento científico y tecnológico y la trascendencia del desarrollo sustentable, con sus beneficios sociales y económicos sumados a la defensa de los ecosistemas. Así lo hicieron y continúan haciéndolo Europa, Estados Unidos y Canadá, donde los gobiernos terminaron con la dicotomía política-ciencia y adoptaron estrategias de desarrollo no coyunturales ni meramente económicas sino planificadas seriamente. No como las nuestras: de urgencias y de apuros".