El desafío de la gestión del agua en el Perú

 

AUTOR: Ismael Muñoz


Casi no hay semana en que no tengamos una noticia que destaca un hecho de importancia social y económica sobre el agua. A veces, son buenas noticias, como cuando la población de un asentamiento humano ha recibido la conexión de agua potable. En otras ocasiones, son malas noticias, cuando lluvias extremas percipita desbordes y "huaicos" ocasionando desastres y víctimas humanas.

Además, sabemos que la demanda por agua para todos los usos (domésticos, agrícola, pecuario, industrial, minero) es creciente y difícil de satisfacer. Se trata de un bien o recurso fundamental para la sociedad y economía; sin embargo, nuestra relación cotidiana con el agua todavía no es todo lo eficiente y responsable que debería ser.

El crecimiento económico y poblacional que experimenta la sociedad peruana de mayor disponibilidad de agua. Sin embargo, el recurso hídrico tiene a ser cada vez más escaso con respecto a las zonas geográficas o territorios donde se expanden las actividades productivas, y donde también se incrementa la población. Este problema se ha hecho más grave en la costa peruana, ámbito de creciente expansión urbana y también de intensa actividad agrícola; esta última con un gran dinamismo orientado hacia la exportación.

En el plano internacional, el Perú está ubicado dentro de los primeros 20 países en relación a la cantidad de agua disponible por persona. Paradójicamente, esto nos colocaría en una situacón privilegiada frente al recurso hídrico en comparación con los demás países a nivel mundial. Sin embargo, por acción de la naturaleza, la distribución del agua es muy desigual en el Perú. Esto es así debido a que el 97.7% del recurso hídrico en nuestro país fluye por la vertiente oriental amazónica, donde reside el 26% de la población. Por otra parte, el 1.8% del agua fluye por la vertiente del Pacífico, donde reside el 70% de la poblacón y es allí donde se halla concentrada también la actividad agroexportadora (con altos requerimientos de agua).

Finalmente, el 0.5% del agua desemboca en la vertiente del Titicaca, donde reside el 4% de la población.

Junto al creciente interés en torno a las políticas sobre el recurso hídrico, los modelos tradicionales de gestión del agua han entrado en crisis. El manejo del agua solo visto como resultado de diseños meramente técnicos de obras hidraúlicas está seriamente cuestionado a nivel internacional. Socialmente implican el desplazamiento de poblaciones locales y causan serios impactos en el medio ambiente. Por tanto, requieren de estudios más complejos y diseños más sofisticados, aparte de contar con viablidad social.

En el Perú, desde mediados de los años 2000 se ha venido incrementando la preocupación pública por la gestión del agua. En el año 2008 se creó la Autoridad Nacional del Agua (ANA) y se aprobó en el 2012 la "Política de Estado sobre los Recursos Hídricos" como unas de las 34 políticas del Acuerdo Nacional.

Sin embargo, la ANA, como ente rector y máxima autoridad técnonormativa del Sistema Nacional de Gestión de los Recursos Hídricos, precisa de mayor autonomía para llevar a cabo las decisiones requeridad para el manejo eficiente del agua. A la fecha, es un organismo especializado adscrito al Ministerio de Agricultura y Riego.

El hecho más claro de este problema de autonomía es que en siete años de vida institucional desde su creación a la fecha, han pasado ocho jefe por el gobierno de la entidad. La continuidad de las políticas es la que se puede ver más afectada por esta gran movilidad y poca estabilidad en el más alto cargo.

 

Publicado por Diario Gestión ( 31 de Marzo del 2015)