El Doctor que atiende "pacientes" desérticos y espinosos

 

AUTOR: Rick Rojas

 

 

 

El paciente ya entrado en años, espinoso y tieso, se alzaba sobre el médico, mostrando una cantidad de señales inquietantes. El doctor observó mala postura, piel callosa y extremidades marcadas por cicatrices profundas. Temía que su supervivencia dependiera de una acción drástica , tal vez incluso de una amputación.

Un saguaro, un símbolo suculento del suroeste de EEUU, estaba necesitando de atención médica, y Rilée Leblanc - también conocido como "el doctor de cactus"- es el especialista al que recurren los deueños de estas plantas en la región.

Leblanc considera que su vínculo con las plantas es una cuestión espiritual y, una mañana reciente, examinaba al saguaro, tratando de determinar qué lo aquejaba. Alcanzaba una altura de casi 10 metros, pesaba unas 5 toneladas y se inclinaba peligrosamente muy cerca de un hogar. Leblanc estimó que tenía más de 100 años.

"Todos tienen personalidades", afirmó Leblanc, de 66 años, entrecerrando los ojos por el brillo del sol. "Todos tienen problemas distintos".

Hoy, las plantas de las que Leblanc se ocupa tan apasionadamente viven un renacimiento en Arizona, con su popularidad apuntalada por la promesa de sustentabilidady alivio de los recibos de agua que se dispararon por la sequía.

Sin embargo, el conocimiento que los propietarios de hogares tienen sobre las plantas no ha ido a la par de la tendencia, dejando a Leblacn y a su personal con muchas plantas enfermas.

Los padres franceses de Leblac huyeron de los conflictos de la Vietnam colonial a Tailandia, donde él nació y fue criado, y donde desarrolló lo que él llama "la fiebre del cactus" cuando tenía 11 años.

Trabajó un tiempo para el Gobierno filipino, ayudando a agricultores pobrers a sembrar cultivos más rentables. En el 2002, su llamado profesional lo llevó a Arizona para estudiar el saguaro, asistiendo a la Escuela de Paisaje Desértico, y luego a un programa de capacitación de nueve meses en el Jardin Botánico Desértico, en Phoenix.

La labor puede ser concienzuda y peligrosa. Leblanc ha realizado cirugías a 10 metros de altura, al colocar andamiaje sólo para llevar a cabo el procedimiento. Se metió en ese campo cuando la popularidad del paisajismo desértico estaba en alza, y el péndulo oscilaba lejos de los pastos parecidos a los del Medio Oeste. “La gente está viendo la belleza del desierto y lo que puede proporcionar y ofrecer”, nota Sonya Becker del capítulo de Arizona de la Asociación de Diseñadores Profesionales de Paisaje.

Sin embargo, las manos equivocadas pueden maltratar a las plantas del desierto. “Queremos que el paisaje desértico se vea exuberante, y queremos que se vea exuberante mañana”, expresó Chris A. Martin, un profesor de horticultura en la Universidad Estatal de Arizona. “A estas plantas se las poda y se las olvida”.

El trabajo puede ser meticuloso y peligroso. Leblanc ha realizado cirugías a nueve metros de altura, para lo cual tuvo que armar un andamio. En otras ocasiones, su equipo trabaja en ramificaciones que se pueden desprender fácilmente. Es posible llevarse una mañana completa en estirar y ajustar para cambiar la inclinación de un saguaro unos cuantos grados.

Es típico que enderezar un cacto cueste alrededor de 700 dólares, y cirugías más invasivas y replantar uno puede costar más de 1,000 dólares.

"Se trata de un proyecto, ¿eh?”, dijo Ray Olivas, de 84 años, un encargado de mantenimiento ya retirado, cuando el equipo giraba el cacto afuera de su casa para colocarlo en su sitio. “Es como construir una casa aquí”.

Cuando no está tratando de curar a un cacto, Leblanc los siembra en jardines, como el que plantó en una casa en Phoenix, al que decidió visitar sin avisar antes. Mientras el shar-pei del dueño ladraba del otro lado de la ventana, el doctor de los cactos se metió al jardín para revisar las peras espinosas, los palos de fuego y una colección de cactos de barril, a los que llamó una “montaña dorada” por cómo brillan bajo la luz solar.

Leblanc no hace bosquejos cuando planta un jardín. Más bien llega con un tráiler lleno de plantas y reflexiona en el espacio durante horas, luego coloca lo que se haya conectado con él.

“Es tal como lo hace un artista; lo ves en la mente”, Mike Stein, el dueño del jardín, dijo después de llegar al acceso para coches y ver a Leblanc. “Creo que la prueba está en el producto final”.

En el trabajo en Paradise Valley, un suburbio de Phoenix, el equipo de Leblanc de cerca de media docena de hombres, había pasado la mañana cavando una trinchera alrededor de un cacto, lentamente metiéndose más profundamente en la tierra. Entre tanto, un vehículo parecido a una grúa rodeaba al tronco de la planta para levantarla. “Sin duda que se trata de un muchacho enorme”, dijo Ryan Willbanks, uno de los capataces de Leblanc. La prognosis inicial del doctor no era buena. El cacto enorme se inclinaba en forma precaria. Pensaba que su gente tendría que levantarlo y replantarlo, así como, probablemente, cortar una ramificación para que no se rompiera al moverlo.

No obstante, a medida que avanzaba la mañana, la ramificación resultó ser más fuerte de lo que parecía al principio. Una vez que el equipo había cavado lo suficiente para descubrir la bola de raíces del cacto, también resultó ser bastante robusta.

Este cacto era un “sobreviviente”, dijo Leblanc. No sería necesario cortar nada, y pronto, decidió, tampoco moverlo de allí. Solo se necesitaría enderezarlo y estabilizarlo. Dijo que el cacto le había dado un mensaje: signos de crecimiento. “Sabe, pudo haberse caído”, comentó Leblanc, maravillado ante el resistente saguaro, el rey de los cactos. “Realmente puedes decir que quería que lo salváramos. Dice: ‘Todavía me queda más vida’”.

 

 


Publicado por Diario Correo ( 05 de Abril del 2015)