Agro y minería

 

AUTOR: Ángel Manero Campos


 

 

En su mayoría, los conflictos mineros en el Perú pregonan una frase contundente: “Agro sí, mina no”. Y es que el agro está en el corazón de todos los peruanos porque hemos sido un país agrícola desde que las primeras civilizaciones se asentaron en nuestra tierra (como la cultura Caral), incluso se ha practicado la agricultura por encima de los 4,000 metros sobre el nivel de mar.
La agricultura representa actualmente el 6% de nuestra economía, mientras que la minería e hidrocarburos significa el 14.4% de la economía. Para medir la importancia estratégica de un sector versus el otro habría que tener en cuenta más elementos de análisis, como generación de empleo, inversiones, impuestos que paga la actividad y encadenamiento con otros sectores.

El agro ocupa a cerca de 5 millones de personas, al 25% de la población económicamente activa (PEA) del Perú, mientras que el sector minero e hidrocarburos solo ocupa a unas 200,000 personas, el 1% de la PEA.

En el agro, las nuevas inversiones calculadas a partir de las importaciones de equipos de riego y maquinaria agrícola, además de la inversión pública en infraestructura, no superan los 500 millones de dólares anuales. Caso contrario ocurre con la inversión minera porque supera fácilmente los 5,000 millones de dólares.

El agro prácticamente no paga impuesto a la renta: los cerca de 200 millones de dólares que aporta anualmente, se suma con lo que reciben las agroexportadoras por concepto de drawback; mientras que las empresas mineras aportan cerca de 30% del impuesto a la renta que recauda el país. No obstante, un agro mucho más capitalizado y desarrollado, en un par de décadas, será principal contribuyente del país.

En el encadenamiento con otros sectores, es indudable que el agro tiene ventaja tanto en los servicios de alimentación como en la industria de alimentos. El sector minero sustenta a una industria metalmecánica, que aunque importante, no llega a superar los 500 millones de dólares en exportaciones.

El tema de fondo es que no debe haber una oposición entre la minería y el agro. Con claros estándares de respeto al medioambiente e instituciones fuertes para promover solo los proyectos mineros que sean ambiental y socialmente viables, no tendríamos que sufrir protestas que paralizan las economías regionales.

Tenemos que ver a la minería como una actividad que no superará el año 2050. Para esa fecha los minerales tendrán sustitutos sintéticos más baratos y disponibles en cualquier país del mundo; la riqueza minera que tenemos enterrada se quedará allí para siempre. Debemos aprovechar ahora en sacar esa riqueza que tenemos y generar ingresos fiscales para que nuestro país desarrolle la infraestructura que nuestro agro necesita para ser líder en el mundo.


Publicado por Diario El Peruano ( 24 de Junio del 2015)