La vida a partir del agua

 

AUTOR: Jordi Pastor


 

 

El Documental AGUA para la vida, presentado el pasado jueves 24 de junio, narra una historia poco conocida: el proceso para llevar a cabo un proyecto del Gobierno peruano para preveer agua potable a 65 comunidades de las cuencas de los ríos Pastaza, Tigre, Corrientes y Marañón, en la región Loreto.

Las comunidades nativas son pertenecientes a los pueblos indígenas achuar, Kichua, Kukama Kukamiria, quechua y urarina; en conjunto, suman más de 20,000 habitantes, los que por primera vez tendrán acceso a un sistema de agua potable, desde pequeños núcleos de 25 pobladores hasta cerca del millar en la población mayor.

Lo señalado es muy significativo. Durante cuatro décadas, los habitantes de las comunidades beneficiarias de este proyecto han tenido que consumir y convivir con agua contaminada por elementos tanto naturales como inducidos por diversas actividades en la zona. El Gobierno del Perú, en mayo del 2014, emitió el Decreto Supremo N° 006-2014-SA, por el cual delcaró a las 65 comunidades en emergencia sanitaria y mediante el cual se autorizó al Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento, a través del Programa Nacional de Saneamiento Rural (PNSR), que lleve a cabo las acciones inmediatas para la adquisición, instalación, operación y mantenimiento de módulos de tratamiento de agua para consumo humano.

En el proceso de selección, diversas instituciones especializadas en el rubro presentaron sus propuestas técnicas y económicas. Sin embargo, la solución con la que el grupo español Inclam ganó el concurso público fue una suma de tecnología de plantas modulares, diseñadas ad hoc para la calidad del afluente y la producción de agua de cada comunidad, unida a un programa social que capacita y educa a los pobladores para garantizar la permanente potabilidad del agua una vez que esta es cargada y manipulada por las familias beneficiarias.

En lo tecnológico, Inclam ha instalado las plantas en palafitos construidos con los diseños y materiales típicos de las zonas donde las comunidades están ubicadas, con bombas flotantes adaptables al tirante del agua en cada época del año y con un sistema de almacenamiento del agua tratada y piletas públicas. Los trabajos de esta etapa de construcción e instalación se han realizado bajo acuerdos con los apus de cada una de las comunidades y con el apoyo de las federaciones que actúan en cada una de las cuatro cuencas, sumando a los propios pobladores como personal de los equipos de construcción.

La planta, por lo tanto, es sentida como propia por parte de los pobladores desde su origen; se identifican con ella, pues entienden su importancia y se responsabilizan en su cuidado y protección.

Ahora bien, las dificultades logísticas que Inclam ha enfrentado en esta primera etapa han sido muy altas. Algunas son propias de la zona, como el transporte fluvial o las aguas altas de la época de lluvias, pero también otras han sido imprevistas, como los insólitos niveles de agua en los ríos del norte del país fruto del Fenómeno El Niño de este año o los enfrentamientos de la población con las empresas extractivas en la zona durante los primeros meses del año.

El componente social del proyecto tiene su inicio en la primera etapa de instalación, con el apoyo a las negociaciones y la exposición del proyecto al conjunto de pobladores de cada aldea. Pero luego se alargará durante los dos años de operación y mantenimiento que Inclam tiene contratados, procesos que ya están en marcha en 60 de las 65 comunidades. A lo largo de ese bienio, los agentes sociales desarrollarán actividades para el cambio de usos y la generación de hábitos saludables que permitan preservar la potabilidad del agua una vez que sea captada en las piletas.

Se dotará a las familias de enseres específicos para manipular esa agua, se les hará campaña de lavado de manos y de manejo de heces y se desarrollarán actividades con los niños para valorar el agua. Todo eso permitirá garantizar un sistema global de agua segura.

La implementación de estas plantas demuestra que sí puede proveerse agua potable a lugares remotos con aguas altamente contaminadas, siempre que exista voluntad política y se cuente con la implicacón social de los afectados. El proyecto incorpora - más allá de que se desarrolle desde el Ministerio de Vivienda-, además, una actuación focalizada en la salud, ya que las poblaciones objetivo viven en un entorno de enfermedades diarreicas agudas, desnutrición crónica y mortalidad infantil, en gran parte generada por la baja calidad del agua que ingieren.

Se espera que tras los dos años de ejecución, el proyecto haya contribuido a la mejora de la salubridad de los moradores de esas cuatro cuencas.


Publicado por Diario El Peruano ( 25 de Julio del 2015)