ESPECIAL COP21 DE PARIS

 


Los ministros llegan a París con muchas tareas pendientes para cerrar un pacto climático

La cumbre del clima de París (COP21) pasa mañana al segundo nivel, el llamado tramo ministerial, con un texto de 48 paginas plagado de asuntos por cerrar pero un cuarto más pequeño que el presentado a los ministros por estas fechas en la última cumbre en la que se trató de alcanzar un pacto similar (Copenhague, 2009).

Ministros y altos representantes de cerca de 200 países aterrizan hoy en París con la misión de concretar los puntos más importantes de un texto que, si todo va bien en los próximos cinco días, se convertirá el viernes en un histórico acuerdo universal de lucha contra el cambio climático.

La cumbre del clima de París (COP21) pasa mañana al segundo nivel, el llamado tramo ministerial, con un texto de 48 paginas plagado de asuntos por cerrar pero un cuarto más pequeño que el presentado a los ministros por estas fechas en la última cumbre en la que se trató de alcanzar un pacto similar (Copenhague, 2009).
El desencuentro afecta a los dos temas más complicados que llegaron sin resolver a París y que han entorpecido las negociaciones la primera semana: la diferenciación entre países desarrollados y en desarrollo, y la financiación a estos últimos para que crezcan bajos en carbono y se adapten al calentamiento.

Mientras la Unión Europea y Estados Unidos desean que esta diferenciación “se vaya diluyendo”, países como India, China y los países petroleros presionan para que se mantenga y el compromiso de cumplir los objetivos que los propios países se han propuesto no sea obligatorio para ellos.
Del mismo modo, quieren que el cometido de financiar a los más vulnerables sólo recaiga por escrito en los países considerados ricos en un anexo de la convención de cambio climático de la ONU de 1992, y cuya sola mención hoy, en un mundo tan distinto, enerva a la Unión Europea.

Enconamiento en el debate
El enconamiento del debate de la diferenciación choca en muchos casos de bruces con la propia realidad: a día de hoy 186 países, incluyendo la inmensa mayoría de los en desarrollo han presentando compromisos de reducción de emisiones para incluir en este acuerdo.
Sólo Venezuela, Uzbekistán, la República Popular Democrática de Corea, Libia, Siria, Panamá, Nepal, Nicaragua, San Cristóbal y Nieves y Timor Oriental no han presentado compromiso, en algunos casos por motivos evidentes de su situación de conflicto.
Aunque también están contribuyendo a la financiación de los más vulnerables -China aportó recientemente 3.000 millones de dólares- lo cierto es que las grandes potencias emergentes no quieren “dejarse computar” oficialmente en este aspecto, aseguró a Efe la directora de la Oficina Española de Cambio Climático, Valvanera Ulargui.
“La Unión Europea no quiere que la diferenciación se diluya de manera traumática e inmediata para estos países pero si de que vayan contribuyendo a medida que mejoren sus economías”, explicó la jefa del equipo negociador español.

El ex jefe de la convención de cambio climático de la ONU es de la teoría de que “más vale pájaro en mano que ciento volando”, y en París, a su juicio, “hay pájaro en mano”.
Entre las 20.000 personas que asisten a la cumbre del clima de París, una de las que más conoce la dificultad de poner de acuerdo a 195 países en la lucha contra el calentamiento es Yvo de Boer, lo que le concede autoridad para afirmar que "es preferible un acuerdo débil a que no haya nada".
El diplomático holandés lleva involucrado en la diplomacia del cambio climático desde que comenzó, a principios de los 90; dirigió las negociaciones del protocolo de Kioto para la Unión Europea y fue secretario de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) entre 2006 y 2010, lo que incluye la “traumática” cumbre de Copenhague 2009.

Fracaso
En una entrevista con EFEverde en la cumbre del clima, el actual director del Instituto Global para el Crecimiento Verde, sostiene que “la posibilidad de fracaso no está descartada”, por lo que “la mayoría reconocen que un acuerdo débil es mejor que un no acuerdo”.
“Si volvemos a fracasar la Convención de Cambio Climático de la ONU quedará deslegitimada, no habrá ningún tipo de señal para el sector privado, las emisiones continuarán creciendo y habremos perdido un montón de tiempo en el camino”, advierte.
“Si falla esta conferencia harían falta al menos 10 años para volver a sentar a la gente sobre la mesa”, vaticina.
De Boer cree que “hay muchas similitudes con lo que ocurrió en la Organización Mundial del Comercio”, que “intentaron repetidamente alcanzar un acuerdo internacional de comercio y no lo consiguieron; aquello falló y ahora vemos acuerdos de comercio regionales. Con cambio climático estamos empezando a ver lo mismo, cada vez hay más coaliciones de países”.
A pesar de todo, el ex jefe de cambio climático de la ONU sostiene que París no es comparable con la fallida cumbre de Copenhague “porque el objetivo de esta conferencia es mucho más claro”.
“En Copenhague las contribuciones nacionales no estaban tan claras y las ONG querían un acuerdo legalmente vinculante, algo poco realista; en ese sentido, París es menos amenazante políticamente porque la gente no habla ya de un acuerdo vinculante internacionalmente, y los países han sido libres de presentar sus promesas”, opina.
El diplomático agrega que, como consecuencia, el resultado que se espera de París será “más modesto”, pero matiza que “como dice el dicho, más vale pájaro en mano que ciento volando” ya que “en Copenhague la gente ambicionaba dos pájaros en mano y se quedó sin ninguno; mientras que en París hay pájaro en mano”.

Objetivos
Incide en que lo fundamental del acuerdo que se prevé alcanzar es que siente unas bases para revisar los compromisos de reducción de emisiones al alza cada 5 años, y lo explica con un ilustrativo ejemplo: “Si abordar el cambio climático fuera como construir una casa, de lo que se trata en París es de poner los andamios y de ir recubriendo la casa con el paso del tiempo”.
De Boer cree que los objetivos a largo plazo (2050 y 2100) que se debaten para el acuerdo “son interesantes” pero que le importan más ”los compromisos lanzados ahora y el proceso para revisar el nivel de ambición”.
“A estos diplomáticos se les da muy bien negociar cosas a largo plazo, hablar de lo que debe de hacerse cuando sus nietos estén muertos, se les da mucho peor negociar lo que debe pasar mañana”, apunta.

Consejos
¿Qué recomienda el experto negociador a la presidencia francesa de la cumbre del clima para llegar a un acuerdo la próxima semana? ”Manejar las expectativas y manejar el proceso. Francia ya ha hecho un buen trabajo manejando las expectativas, todo el mundo tiene claro lo que puede salir y lo que no de esta conferencia”.
“El reto ahora es manejar el proceso para lograr un acuerdo al final, y lo principal en ese sentido es ser transparentes, porque hay 20.000 personas en esta conferencia y la mayoría de ellas están completamente paranoicas, como esas personas tengan la sensación de que pasan cosas a puerta cerrada todo se irá al traste”, sostiene.
De Boer distingue “a 2 tipos de paranoicos: la gente que teme que no pase nada, y los que temen que pase algo que complique su crecimiento económico. No hay uno que tenga más razón que otro. La clave está en buscar los puntos de encuentro”.



Estados Unidos busca un acuerdo legal por el que los países estén obligados a remitir compromisos de reducción de emisiones periódicamente, a tomar medidas internas para asegurar que cumplen lo prometido y a rendir cuentas regularmente, pero no quiere que los objetivos nacionales ofertados sean vinculantes.
Algunos de los principales actores en las negociaciones de París, China, la UE o Estados Unidos, reclaman un pacto de lucha contra el cambio climático "legalmente vinculante", aunque la expresión posee un sentido distinto para cada uno de ellos, y todo apunta a que acabará ganando el norteamericano.
Los representantes públicos de la Unión Europea, comenzando por el comisario de Acción por el Clima Miguel Arias Cañete, han reiterado hasta la saciedad que quieren que tanto el acuerdo como los 185 compromisos nacionales de reducción de emisiones que se han presentando para el mismo sean jurídicamente vinculantes internacionalmente o quedarán en papel mojado.

China y la administración Obama también persiguen un pacto legalmente vinculante, pero, a diferencia de la UE, no lo quieren en su totalidad sino hasta cierto punto.
Estados Unidos busca un acuerdo legal por el que los países estén obligados a remitir compromisos de reducción de emisiones periódicamente, a tomar medidas internas para asegurar que cumplen lo prometido y a rendir cuentas regularmente, pero no quiere que los objetivos nacionales ofertados sean vinculantes.
La legislación de Estados Unidos dice que todo acuerdo legalmente vinculante con “objetivos” o cifras de cumplimiento obligatorio debe ser remitido al Senado, que la Administración Obama quiere eludir ante la posibilidad de que la mayoría republicana lo rechace.
La delegación norteamericana argumenta que su fórmula, de que el acuerdo sea jurídicamente vinculante pero no los objetivos, contentaría a países como China o India que no quieren “atar” las cifras de reducción de emisiones ofrecidas con esa fórmula legal por si no llegan a cumplirlas.
Preguntado por el asunto, Yvo de Boers, una de las personas que mejor conoce las negociaciones, de las que fue jefe como secretario de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) entre 2006 y 2010, quita peso al hecho de el futuro pacto del clima sea “legalmente vinculante”.
“Muchos países piden que sea legalmente vinculante a nivel internacional, pero ¿qué significa eso? ¿que si alguien no cumple lo llevas a la corte penal internacional? Eso nunca ocurre”, declara a Efe.

A su juicio, tendría más sentido que el acuerdo fuera legalmente vinculante a nivel nacional, y “la promesa que has hecho para el acuerdo de París la llevas a tu parlamento nacional y la transformas en una ley que recoja el procedimiento para cumplir lo prometido”.
De Boers, quien encabezó durante años el equipo negociador europeo, vaticina que “si hay un acuerdo final donde todos los compromisos aparecen recogidos, y se dice que los países implementarán esos compromisos en sus legislaciones nacionales y que cada cinco años los revisarán y renegociarán la ambición, la UE lo aceptará aunque no sea legalmente vinculante internacionalmente”.
El embajador mexicano y miembro de la delegación de este país, Luis Alfonso de Alba, comparte la visión de que un acuerdo legal bien atado “en el que todas las partes pasan por un proceso de información del cumplimiento de sus obligaciones de reducción de emisiones con una revisión de pares” es lo fundamental.


 


Publicado por Eco-Sitio - Noviembre 2015