DESAYUNANDO CON KRUGMAN - Paul Krugman, Premio Nobel de Economía 2008

ESTROPEOS BURSÁTILES

 

LOS LÍDERES DEL GOBIERNO CHINO SIGUEN SIN ENTENDER EL FUNCIONAMIENTO DE LOS MERCADOS.

 

Los retornos de inversión están disminuyendo velozmente

 

NYT SINDICATE

China es gobernada por un partido que se hace llamar Comunista, pero su realidad económica es un capitalismo clientelista y voraz. Y todos asumen que los líderes del país forman parte de ese embuste y que no toman en serio su ocasional retórica socialista. Pese a ello, las zigzagueantes medidas económicas de los últimos meses han sido preocupantes. ¿Será posible que despúes de todos estos años, Pekín todavía no entienda cómo funciona este asunto de los "mercados"?

Antecedentes: la economía china está altamente desbalanceada, pues un porcentaje muy pequeño de su PBI corresponde al consumo y uno muy grande a la inversión. Esta estructura fue sostenible cuando el país estuvo en capacidad de mantener un crecimiento extremadamente rápido; pero ahora que el excedente laboral se está agotando, la ralentalización de la expansión productiva es inevitable. En cosecuencia, los retornos sobre la inversión están disminuyendo velozmente.

La solución es invertir menos y consumir más. Para conseguirlo, harán falta reformas que distribuyan más ampliamente los frutos del crecimiento y proporcionen a las familias una red de protección social. Si bien se han dado pasos en esa dirección, todavía queda mucho camino por recorrer.

Entretanto, el problema es sostener el gasto durante esa transición y es ahí donde las cosas se han encarecido. Al principio, el Gobierno respaldó en parte la economía a través del gasto en infraestructura, que es el remedio estándar contra la debilidad económica. Pero también canalizó crédito barato a las empresas estatales, dando como resultado una aceleración de su endeudamiento que el año pasado fue lo suficientemente elevado como para despertar dudas sobre su estabilidad financiera.

A continuación, el Gobierno adoptó una política oficial de impulso de los precios de las accioes, combinando una propaganda compradora con un relajamiento de los requerimiento de márgenes facilitando así la adquisición de esos valores con dinero prestado. El objetivo debió haber sido ayudar a esas empresas estatales, que podrían haber pagado sus deudas con la venta de acciones, pero la consecuencia fue una obvia burbuja que comenzó a desinflarse a inicios de año.

La respuesta de las autoridades fue asombrosa: reiteraron todas las barreras que sostienen el mercado bursátil- suspendieron la negociación de muchas acciones, prohibieron las ventas en corto, presionaron a los grandes inversionistas para que compren e instruyeron a los recién graduados a Economía a cantar: "Revivir las acciones, beneficien al pueblo".

Estas medidas estabilizaron el mercado, por ahora, pero a costa de atar la credibilidad de China a su capacidad de evitar que los precios de las acciones caigan alguna vez. Y la economía sigue necesitando ayuda.

Así que la semana pasada el Gobierno decidió la reducción del precio del yuan, lo cual tiene algún sentido pues a diferencia de hace cinco años, ahora estaba sobrevaluado. Pero las autorirades parecen haber imaginado que podían controlar el descenso del yuan, restándole de a pocos un par de puntos porcentuales.

Y parecen haber sido sorprendidas por la predecible reacción del mercado, que ha tomado la devaluación inicial como una señal de otros descensos posteriores. Los inversionistas comenzaron a huir de China y los reguladores pasaron bruscamente de promover la devaluación del yuan a poner todo su esfuerzo en mantener su valor.

Lo que estas políticas oscilantes tienen en común es que los líderes chinos continúan imaginando que pueden dar órdenes a los mercados sobre los niveles de precios que deben alcanzar ; y las cosas no funcionan de esa manera. No estoy diciendo que los gobiernos nunca deberían interferir en los mercados o fijar límetes a los precios. Por ejemplo, es el caso de la elevación del salario mínimo y, en general, de la promoción de remuneraciones más altas para los trabajadores estadounidenses; y hay mayores argumentos a favor de una regulación financiera eficaz.

Incluso existen razones para intervenciones ocasionales orientadas a impulsar los precios de los activos. Hace tres años, la promesa del Banco Central Europeo de "hacer todo lo posible" para salvaguardar el euro- que fue interpretada como compras de bonos soberanos, de ser necesario- hizo maravillas. Y en 1998, la autoridad monetaria de Hong kong compró grandes sumas de acciones para contrarrestar un ataque de un fondo de coberturas contra su moneda, marcando un notable éxito.

Pero estas fueron medidas de corta duración, tomada en momentos en que los mercados parecían haber perdido el rumbo. Los analistas de la Reserva Federal solían llamarlas "intervenciones tipo cachetada" y son muy diferentes del tipo de intervenciones continuas y dictados políticos de los precios que China parecer creer que puede aplicar porque así. ¿Es que sus líderes no comprenden que así no funciona?

Si realmente no lo saben, entonces hay que preocuparse. China es una superpotencia, todavía no tanto como Estados Unidos o la Unión Europea, pero lo suficientemente grande como para darle mucha importancia, y está afrontando una situación difícil.

Si como se ha visto últimamente sus líderes no tiene idea de lo que hacen, eso no augura nada bueno no solo para ese país sino para todo el mundo.

Traducción

Antonio Yonz Martínez

 

Publicado en Gestión el 19 de agosto 2015