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EL PRÓXIMO PRESIDENTE DEL PERÚ DEBERÁ APLACAR A LOS VOTANTES

 

La turbulencia política muestra que la consolidación de la democracia aun está lejos.

 

Advertencia. Las elecciones podrían ser un síntoma de instituciones con problemas, dice Control Risks

 

Mac Margolis

 

Visto a la distancia, el Perú es una dinamo para Latinoamérica. Su economía viene creciendo desde comienzos de los años 2000 y la cantidad de personas que viven en la pobreza cayó 32% entre el 2001 y el 2014.

Entonces, ¿Por qué la elección presidencial del 10 de abril se está convirtiendo en un fiasco? No es solo la acalorada batalla partidaria, que comenzó con 19 candidatos compitiendo por votos. A principios de marzo, las autoridades electorales excluyeron a dos de los principales contendientes por supuestas irregularidades en la campaña, emitiendo resoluciones que ha inclinado la balanza a favor de la controvertida candidata favorita y generando manifestaciones en las calles.

Cuidarse de los embustes electorales y de la compra de votos es loable. Pero excluir a dos candidatos competitivos –uno de ellos por aparentes tecnicismos – en vísperas de la votación es buscar problemas. Entre otras razones porque deja a la actual favorita, Keiko Fujimori, hija de un ex presidente encarcelado y ella misma recientemente absuelta de cargos relacionados con la campaña, sin rivales y proyecta una nube sobre la legitimidad de la propia elección.

La OEA expresó su preocupación por la forma en que las descalificaciones de última hora podrían impedir a los candidatos apelar. Y el periodista de investigación Gustavo Gorriti califico al fallo que excluye al ex economista del BID, Julio Guzmán, como “fraude preventivo”.

Economía sensata, política disfuncional: tal es el dilema de la democracia peruana. Nadie olvida el hecho de que con anterioridad solo dos veces un líder democráticamente elegido transfirió el poder a otro en las mismas circunstancias en el Perú. Es verdad, los militares no han mostrado apetito por volver al poder, y al parecer no hay ningún caudillo mesiánico – o autócrata populista – al asecho en las sombras. Pero la turbulencia política muestra que la consolidación de una democracia basada en las reglas en el Perú está todavía muy lejos.

“Si uno mira los escándalos que tienen lugar por toda Latinoamérica, lo que pasa en Perú no llama mucho la atención”, dijo Simon Whistler, de Control Risks con sede en Washington. “Pero las elecciones podrían ser un síntoma temprano de instituciones con problemas, y eso es algo a lo que debemos estar atentos”, añadió.

Los peruanos tienen en poca estima a sus autoridades gobernantes. Solo el 8% dice sentirse representado por su legislatura, el màs bajo nivel en Latinoamérica, según la encuesta de Latinobarometro realizada en el 2015.

Las mejores noticias podrían ser que los peruanos parecen poco dispuestos a aceptar el statu quo político. Al aproximarse la finalización de la campaña presidencial, casi no pasa día sin que las manifestaciones de protesta no llenen las plazas públicas para expresar uno u otro reclamo.

El año pasado, las mujeres en Lima untaron sus muslos con pintura roja para protestar por los informes de “esterilizaciones forzadas” de mujeres campesinas bajo el gobierno del ex presidente y padre de Keiko, Alberto Fujimori, que gobernó el país de 1990 al 2000.

No son solo los fantasmas del Perú lo que producen irritación. Aunque Fujimori, un autócrata de línea dura, dejo el poder hace 16 años y ahora cumple una sentencia de prisión de 25 años por abusos a los derechos humanos y corrupción, tiene una importante influencia en esta elección. Keiko también ofició de primera dama durante su primer mandato- una relación que enciende temores a que, si es elegida, podría perdonarlo y hasta rehabilitarlo como eminencia gris.

Mario Vargas Llosa, el celebrado novelista peruano laureado con el Premio Nobel, que se postulo como candidato a presidente y perdió ante Alberto Fujimori en 1990, definió la perspectiva del retorno de su ex rival como “Preocupante”. Meritoriamente, Keiko ha negado cualquier plan de perdonar a su padre (aunque sus oponentes señalan que ella antes criticó al presidente Ollanta Humala por no haberlo hecho en el 2003), y nadie le ha acusado de conspirar para revivir una dictadura. No obstante, Keiko ha destacado los éxitos de su padre-

Décadas de desgobierno por autócratas y despilfarro parecen haber cauterizado a los peruanos contra las peores aventuras políticas. Eso podría explicar porque los votantes probablemente minimicen riesgos en la primera ronda de la elección y lleven la enrevesada carrera presidencial a un balotaje en junio, en el que Fujimori podría enfrentar una competencia mucho más dura. Eso si las autoridades electorales dejan de manipular el proceso.

JP Morgan apuesta a la bolsa limeña

El último informe del JP Morgan subió la recomendación para invertir en la Bolsa de Valores de Lima, de “subponderar” a “sobreponderar” porque es una acción positiva en la región, dado que el dólar está débil y la Fed no está tan proclive a subir pronto la tasa de interés.

Lo anterior podría impulsar los precios de las materias primas, reduciendo así los riesgos en la economía peruana. En tanto que considera que los dos principales candidatos, como Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski, son vistos como favorables al mercado.

JP Morgan recomienda “mantener” las posiciones por la acción de Credicorp y “añadir” al portafolio la acción de Buenaventura.

 

Publicado en Gestión el 1 de abril del 2016