En el mismo escenario donde conviven de manera armónica descendientes austro- alemanes y nativos de la etnia yanesha, es posible vivir una experiencia de viaje inlovidable. La arquitectura, la Cultura y la gastronomía local hacen honor a esa fusión centenaria, coronada por la belleza de la región Pasco.

 

SELVA CON AIRES DE EUROPA

 

Esta afable localidad de la región Pasco fue el punto final de una larga aventura iniciada en Europa en el siglo XIX, cuando un grupo de colonos austro-alemanes se embarco hacía el Perú. Pisaron Pozuzo, primero, y llegaron hasta oxapampa, un destino fascinante.

 

 

Juan Puelles

Mientras recorremosla plaza de Armas admirando la bella iglesia de Santa Rosa, construida íntegramente en madera,con una marcada inluencia tirolesa, conocemos la historia de cómo se gestó este pueblo.Y la verdad es que el cansancio inicial que sentimos resulta risible. Precisamente, acá viene lo de la entereza humana, pues fue eso lo que hizo posible el surgimiento de este pueblo. Una verdadera odisea.

Oxapampa es hija de esa hazaña que tuvo su origen en una legislación dada en la época del gobierno del mariscal Ramón Castilla, que promovía la colonización de estas zonas por gente venida desde la lejanísima Europa. La colonización se dio a partir de 1855, cuando, tras dos años de penoso traslado, cruzando los Andes, llegaron los primeros colonos austro-alemanes a la zona de Pozuzo.

Imagino a los antiguos colonos enfrentándose a la brutal selva tropical; la entereza humana, las ilusiones, la esperanza, un todo que aniquiló la palabra ‘imposible’. De los iniciales 300 que arribaron al puerto de Huacho, en Lima,alcanzaron la zona de Pozuzo 170 colonos. Fue ese grupo el que sento las bases de lo que es hoy esta comunidad.

Desde Pozuzo, los Egg,Vogt, Müller, Köel, Hassinger,Heidinger, Ruffner y más, se trasladaron a otras zonas, llegando a Oxapampa hacia 1891 y asentándose en este hermoso valle bañado por el río Huancabamba. Hoy, sus vistosas casonas, sus tradiciones y cadenciosos bailes, como la parishpolka, el hanton o la kreushpolka, le dan a Oxapampa ese toque europeo.

A la llegada de los colonos, el lugar era habitado por la etnia yanesha, dueña de estas tierras desde tiempos inmemoriales, que los adoptaron, propiciando una mixtura que
pervive en armonía y genera una riqueza cultural de singulares características.


Cuevas y cascadas

Camino a Chontabamba, la oscuridad envuelve. La boca de Tunqui Cueva invita a entrar a un sombrío reino de piso resbaloso, morada de lechuzas, murciélagos y alguna vez refugio del emblemático gallito de las rocas, de allí su nombre. Al fondo, el sol se las ingenia para colarse entre las sombras, aprovecha un boquete y propicia que las siluetas invadan el recinto.La imaginación vuela, como también lo hacen las horas.

Chontabamba es un rinconcito encantador, con un templo ediicado en madera al más puro estilo europeo.

El tiempo no perdona, regresamos a Oxapampa y con la tarde casi sobre nosotros, el mirador La Florida ofrece una espléndida vista del valle. Dejamos que el sol se acomode y nos permita obtener las mejores fotograías.

Ahora enrumbamos hacia el sur, al caserío La Cañera, donde una vez estuvo el campamento de los obreros que hicieron posible la carretera.

Respiro el delicioso olor de la naturaleza. Uno que otro ganado distraído se pasea cerca de las plantaciones de granadillas. La imagen es parte de una simpática caminata que llegahasta un puente, el que descubre el esplendor de la catarata El Tigre. Un grupo es tentado a darse un chapuzón. Prefiero contemplar y fotografiar. Y así, en ese inspirador proceso, descubro que las sombras de la tarde van acurrucando a la selva. La noche toca la puerta.

Con todo lo experimentado, mi percepción de Pasco es más cálida que antes. A lo lejos, una melodía suena. Una parishpolka rompe el silencio. Hay fiesta en alguna casona. Es hora de descansar.

 

Publicado en El Peruano, 20 de julio del 2016