PARADIGMAS

 

¿REDUCCIÓN DE COSTES O INVERSIÓN EN SOSTENIBILIDAD?

 

Muchas empresas todavía no adoptan retos por sus colaboradores ni por sus rendimientos a largo plazo. En cambio, prefieren cuidar su situación como marca.


 

 

Cristina Simón
Directora del MBA IE Brown

En las páginas interiores de un periódico encuentro una noticia que me parece que merecería un titular de una portada: contra el pronóstico de muchos expertos, la reciente medida en Alemania de fijar un salario mínimo para los trabajadores no ha generado una oleada masiva de despidos.

De hecho, las estimaciones afirman que se han perdido, o no generado, unos 60,000 empleos sobre una base de nada menos que 42 millones de trabajadores, mientras que desde la entrada en vigor de la medida se han creado más de 450,000 nuevos puestos de trabajo.

Obviamente, las estadísticas pueden leerse de muchas formas, pero la noticia sigue siendo muy buena, sobre todo por una razón: esta demuestra que sí hay que desafiar los enunciados económicos muy arraigados en nuestra sociedad.

Por ejemplo, cualquier medida de incremento de costes laborales va a suponer una reacción inmediata de los empleadores en forma de despidos.

Paradigma diferente

En los años 90, Alemania ya nos proporcionó un ejemplo similar cuando algunos grandes bancos, enfrentados a todas las consecuencias de introducir tecnología en las oficinas, decidieron invertir en formar a sus empleados para ampliar su negocio y así mejorar su servicio, en lugar de desprenderse por completo de ellos.

Está claro que en estas decisiones pesa la filosofía contable de las empresas, que impide “capitalizar” a todo lo relacionado con las personas. Claro, con excepción de algunas organizaciones deportivas, que trabajan con fichas de sus estrellas que compran y pueden vender para recuperar su capital, si es que así lo deciden.

De todas formas, lo cierto es que los trabajadores no somos propiedad de las empresas. Por tanto, nosotros podemos tomar la iniciativa de cambiar de trabajo sin opción de compensación para el empleador.

Por el momento, los sistemas contables no han conseguido resolver este hecho, que nos convierte directamente en un coste. Y lo que se hace con los costes es como mínimo controlarlos y, si es posible, minimizarlos.

Esto justo al contrario que con todas las inversiones, en las que se estiman y adoptan varios riesgos, se piensa en los rendimientos a largo plazo y se cuidan hasta que terminan dando los frutos tan esperados.

Otro enfoque

Personalmente tengo la sensación de que los nuevos valores de sostenibilidad, apoyo de la comunidad o solidaridad intergeneracional pueden reforzar esta visión de los trabajadores como una inversión que merece la pena en el largo plazo.

Si esta idea entra en los despachos de los ejecutivos, quizá hasta se replanteen los sistemas que nos limitan a la dimensión de “coste”.

Y si como fruto de esta profunda crisis se inicia este debate, quizá en cierto modo sí haya merecido la pena.

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Publicado en Gestión, 08 de setiembre del 2016