LOS SENDEROS DE LA FORMALIZACIÓN

 

Lograr la formalización requiere un mejor marco legal e institucional, una reforma laboral y fomentar la productividad.

 

 

GONZALO CARRANZA
Editor Central de Economía y Finanzas


La meta que se planteó el gobierno de PPK con respecto a la formalización fue tan ambiciosa como sorprendente: duplicar la tasa de formalidad, llevándola a un 60% al final del mandato.

Existen, a grandes rasgos, dos líneas de pensamiento para explicar la informalidad. Una sostiene que es un problema de reglas, impuestos y servicios públicos. Los beneficios de formalizarse no compensan los costos y el Estado es incapaz de fiscalizar. Por ello, un adecuado mix de medidas tributarias, laborales y de simplificación administrativa liberaría el espíritu emprendedor, permitiría acceder al crédito y elevaría la productividad.

La otra línea de pensamiento ha ganado adeptos desde que se publicara un análisis de los economistas Rafael La Porta y Andrei Shleifer en el 2014, cuya conclusión era que la raíz de la informalidad es la ínfima productividad de las empresas en dicha condición. Son, de hecho, firmas de subsistencia, con escasas conexiones con el mundo formal.

Para La Porta y Shleifer, el mix de medidas descrito puede tener ciertamente impacto formalizador, pero será limitado. Lo que de verdad formaliza es el crecimiento económico basado en sectores que generen empleo formal. "Muchos emprendedores informales alegremente cerrarían sus negocios para trabajar como empleados en el formal sector si se les ofreciera la oportunidad", afirman.

¿Cuál de las visiones prima en el Perú? Un estudio de Norman Loayza encuentra que la principal fuente de informalidad en el Perú es el marco legal e institucional, mientras que la productividad tiene un rol importante, pero comparativamente menor. Bajo esa influencia, el Gobierno viene tomando medidas como el régimen mype tributario y, más recientemente, el subsidio del aporte de Essalud a los nuevos empleados formales jóvenes.

Sobre esta última línea de acción, cita a Colombia y Uruguay como casos de éxito. Lo son, pero con paquetes formalizadores más abarcadores en cuanto a herramientas y beneficiarios, con más tiempo de despliegue que el que le resta al Gobierno, y con resultados menores a los que se comprometiera PPK el 28 de julio pasado.

Para potenciar estas medidas, una verdadera reforma laboral y continuar con políticas que impulsen la productividad son herramientas indispensables. A la informalidad hay que abordarla por todos los senderos.

 

Publicado en El Comercio, 08 de mayo de 2017