CUIDADO CON EL LADO FISCAL

 


Un aspecto fundamental de la situación macroeconómica de cualquier país está referido a la salud de las finanzas públicas.

Si bien para el caso de nuestro país no estamos frente a un inminente colapso de las finanzas pública, más bien quisiera alertar sobre su progresivo deterioro, con la consecuencia adicional de que el MEF tendría menos margen para desarrollar, en el futuro, una política fiscal expansiva, opción de política macro de suma utilidad, sobretodo cuando aún existe el riesgo de originarse un nuevo proceso de deterioro de las expectativas por parte de los agentes económicos; deterioro originado, por ejemplo, porque hoy resulta poco plausible que se incremente en 14.2% la inversión pública este año -como pronostica el BCRP en su último reporte de inflación- dada la caída de esta en el primer bimestre en 19%.

Si tomamos como referencia la misma fuente, los ingresos corrientes del Gobierno general han venido reduciéndose desde el 2012 (22.8% del PBI), llegando al 2017 al 118% del BPI, proyectándose para etse año un incremento marginal, que llevaría a estos al 18.3%. En cuanto al gasto no financiero del Gobierno general, entre el 2012 y el 2014, este mostró una tendencia al alza del 19.6% al 21.5% del PBI; para luego descender sostenidamente desde el 21.3% en el 2015 al 20% del PBI en el 2017; proyectándose para el 2018 que este déficit se mantenga casi igual, esto es 20.3% del PBI.

Si relacionamos la evolución de gastos e ingresos desde el 2015 en adelante; incluyendo los datos proyectados para este año, resulta que los déficits fiscales son crecientes, pero en promedio no lo son por la expansión del gasto, sino principalmente por la caída de los ingresos discales y esto sí debe ser motivo de preocupación.

Otro aspecto de las finanzas públicas a mirar con atención se refiere a la consecuencia de estos déficits crecientes: el aumento sostenido del ratio deuda pública/PBI. Este pasó del 20% en el 2013 al 24.8% en el 2017; proyectando el BCRP que este ratio llegue al 25.3% del PBI este año; con lo cual nos estamos acercando sostenidamente, al tope de 30% establecido por la regla fiscal vigente. A pesar de lo que dicen las calificadoras de riesgo, que han mantenido la perspectiva de nuestras emisiones en la calificación estable, un incremento ratio deuda pública/PBI cada vez más cercano al tope nos hace sostenidamente menos solventes y más riesgosos; por añadidura, difícilmente el PBI crecerá 4.5%, con lo cual se podría poner próximamente en cuestión la sostenibilidad fiscal.

En conclusión de lo descrito hoy, resulta fundamental advertir sobre varias complicaciones macrofiscales futuras, sobre todo cuando la regla fiscal vigente señala que el déficit fiscal debe ser reducido al 1% hacia el 2021, y para lograrlo es clave definir, por ejemplo, un plan de intervención económica que contenga propuestas de política macrofiscal. Quizás una acción sugerida es implementar nuevas medidas tributarias administrativas, que si bien con su aplicación solo permite en el mejor de los casos adelantar ingresos al fisco, ello daría a su vez el margen de tiempo necesario para elaborar medidas tributarias de mayor envergadura y permanencia en el tiempo, asumiento que efectivamente se recuperará la inversión pública y con ello la demanda interna, con lo cual se impulsaría el PBI de corto plazo, pero a diferencia de hoy, con un mayor grado de sostenibilidad y grados de libertad para implementar política fiscal contracíclica, asunto importante pero poco discutido, excepto cuando los desequilibrios son banstantes grandes y surge la necesidad de costosos ajustes por el lado de la demanda, que son plausibles de evitar.


Publicado en Gestión, 28 de marzo del 2018