EL APORTE A LA SOCIEDAD DE LA RESPONSABILIDAD CORPORATIVA

El emprendimiento es la base de las sociedades que adoptan al capitalismo como sistema económico y social. La mayoría de estas sociedades son conscientes de este hecho y lo promueven, algunas lo intuyen y hay otras que ni lo entienden ni lo intuyen, pero intentan imitar a las que tienen éxito aplicando equivocadamente sus propias reglas. El emprendimiento es la acción de un individuo de la sociedad para iniciar un negocio tomando un determinado riesgo económico con la esperanza de hacer una ganancia. Esto por definición es la esencia de la inciativa privada y es la base del crecimiento económico de los países. Lo cierto es que las sociedades exitosas valoran el emprendimiento. Saben que se requiere de buenos puestos de trabajo, saben que generarán en el tiempo salarios justos y que se creará riqueza dentro de un proceso de permanente productividad ya que, de esa forma, lo que producen los miembros de esa sociedad crecerá todos los años. ¿Pero qué tiene que ver este concepto con el gobierno? Lo cierto es que mucho.

El gobierno de cualquier sociedad tiene un impacto clave no solo en la magnitud de la inversión en nuevas iniciativas, sino en la naturaleza de esas iniciativas, e incide en su habilidad para crecer. Si lo viéramos hoy, esta es la diferencia que explica el nivel de desarrollo de las sociedades en el mundo, mientras más claro sea el concepto del emprendimiento por parte del gobierno, más exitosa será la sociedad. Los que ejercen la función pública -los políticos y congresistas- tienen gran parte de esa responsabilidad, aunque pareciera en muchos casos que no son conscientes.

En el Perú, como sociedad civil, siempre criticamos al Gobierno, a la falta de institucionalidad, al Congreso y a sus integrantes, a la política económica, a la falta de transparencia y también, como ha ocurrido recientemente, a la corrupción pública que incluye la figura de hasta lo más altos mandatarios del país. Y es verdad, son responsables por el delito cometido, pero sobre todo porque van destruyendo las bases mismas del sistema, es innegable.

Pero la otra parte de la responsabilidad está en el mundo corporativo, en la empresa privada, en esa iniciativa que es el emprendimiento y que sabemos que es la fuerza que mueve la economía de las naciones. Cuando las empresas abandonan la responsabilidad como sociedad, cuando dejan de preocuparse por la prosperidad compartida y lo único que les interesa es maximizar las ganancias de corto plazo, cuando lo único que interesa como métrica es el resultado trimestral y cómo maximizarlo, entonces sabemos que el sistema está siendo dañado y es la misma empresa la que está poniendo en riesgo. En los últimos 18 meses, hemos visto una serie de acciones desde el mundo corporativo que desdicen la esencia misma de los objetivos con lo que debieran de estar comprometidos. Dañan la reputación de la empresa como concepto, generan dudas sobre el sistema como base social y ponen en riesgo la esencia misma del modelo económico.

La empresa debe de estar cerca de la sociedad, no por un tema de filantropía pura o de responsabilidad social. Debe hacerlo porque es de su conveniencia el compartir con la sociedad objetivos de prosperidad y bienestar de largo plazo ya que terminará dándole un mayor valor a sus clientes, a sus empleados y a la comunidad en la que se desenvuelve. Esto será valorado por el mercado y reconocerá un mayor valor financiero con los beneficios que ello significa para sus propios accionistas.

Adam Smith, el 'padre' del capitalismo tenía claro desde el inicio que el libre mercado no florecería si es que no existía en las empresas una cultura fuerte de moralidad, que estuviese animada por una empatía y preocupación sincera por la comunidad.

El creía que nuestra habilidad para entendernos como individuos y la habilidad para reconocer las necesidades de los demás eran esencial para el éxito del capitalismo como sistema.

Publicado en El Comercio, 7 de mayo del 2018.